Por Beatriz Acevedo
El reto de cambiar nuestros hábitos de consumo

El consumo irresponsable es quizá el hábito mejor aprendido por la sociedad, donde se juntaron la capacidad económica y, por muchos años, el desconocimiento del impacto ambiental de la cadena productiva de cada cosa que compramos, desde el bien más pequeño e insignificante que parezca, hasta nuestros bienes muebles e inmuebles.

Por el bien de nuestra propia supervivencia ambiental, fueron surgiendo al menos en los últimos quince años, productos amigables con el medio ambiente, pero, paralelamente, también nos vimos abrumados por un sin fin de productos que sólo se pusieron de moda y a quienes se les hacía fácil envolvernos con un mensaje de “conservación del planeta”, pero que sólo eran parte de una cortina de humo color verde.

Tiempo después, se puede decir que “despertamos” y nos dimos cuenta de que ése tampoco era el camino si verdaderamente queríamos hacer algo por el planeta y por nosotros mismos en realidad. Llegó la idea del comercio justo, buscando hacer conciencia acerca del valor del producto local, que viene directamente de las manos de lxs productorxs, que hacen un esfuerzo extraordinario por sacar adelante un emprendimiento, amigable con el medio ambiente y, en la mayoría de los casos, sin mayor sustento económico que respalde su cadena productiva, escondidos quizá en la provincia, sin posibilidad de darse a conocer en las grandes ciudades.

A la práctica del comercio justo, le sumamos la idea de cerrar el ciclo. Ahogados en un mar de desechos, las prácticas de la economía circular y el trueque nos dieron luces para entender que ese sí era el camino correcto para transitar y disminuir el impacto de todo lo que consumimos.

¿Te gustaría vivir en un mundo limpio?

Como respuesta a esa necesidad de llegar directamente a esxs productores que luchan día a día en provincia, aparecieron en la escena del consumo responsable las ferias, festivales y bazares amigables con el medio ambiente, que han servido de herramienta para compartir sus conocimientos, en muchos casos indígenas y ancestrales, para promover sus productos y, por encima de todo, para hacer comunidad, ofreciendo en las grandes ciudades un punto de encuentro, entre productorxs y consumidores responsables.

El Bazar Eco Madre Tierra es precisamente uno de esos puntos de encuentro, que en alianza con el Huerto Roma Verde, ofrece la posibilidad de acercarnos directamente al cuidado holístico de nuestra salud integral y descubrir lo que jóvenes y personas, de todas las edades, han emprendido con mucho esfuerzo desde los lugares más recónditos del territorio mexicano.

Como valor agregado, el Bazar Eco Madre Tierra es fruto de la adversidad de dos mujeres emprendedoras, madre e hija que, por circunstancias de la vida, necesitaron encontrar la manera de reinventarse y seguir adelante. Hoy conoceremos de cerca sus historias de superación, sus luchas y retos para sostenerse en medio de las adversidades de la falta de recursos económicos, el celo y rivalidad de competencia y, por si fuese poco, la afectación económica de la pandemia actual.

Kathya y Airam, madre e hija, emprendidas por el planeta

Escuchar de viva voz cómo surgió este proyecto e ir recorriendo su propia línea del tiempo, es encontrar un motivo de lucha incansable, que empezó por el golpe de una pérdida física total y absolutamente repentina.

La pérdida de un ser querido, de la noche a la mañana por un motivo de salud absolutamente desconocido hasta el momento del suceso, hizo que Airam buscara alternativas para el cuidado de la salud holística de la mujer. Notó que en el mercado hacían falta productos naturales y amigables con el medio ambiente para combatir el cáncer cervicouterino o de cuello en el útero. Así creó una línea de productos únicos en el área de alternativa para la atención de este padecimiento.

Tiempo después y gracias a las enseñanzas de una familia integrada por biólogxs y médicxs, asumieron el primer reto, expandir y unificar el concepto de la salud integral al cuidado del medio ambiente. Las adversidades continuaban haciéndose presentes y la pérdida del empleo de Kathya fue el otro empujón que, en 2019, las hizo decidirse por completo a meterse de lleno en el proyecto del Bazar Eco Madre Tierra.

Como una niña que rompe su alcancía y usa sus ahorros para comprarse una golosina y cumplir sus sueños, Kathya se arriesgó a invertir gran parte de su liquidación en la puesta en marcha de la primera edición del bazar. Hasta allí esperaríamos que la historia de ambas se llenara de buenas nuevas, pero no fue así.

La competencia de otros grupos de comerciantes, quienes vieron cómo iban creciendo siendo sólo dos mujeres, una madre y una hija que se abrían paso en el concepto de los bazares amigables con el medio ambiente, generó el celo y la envidia de otros, al punto de ser objeto de una denuncia anónima, que les hizo perder el lugar donde normalmente realizaban las ediciones del bazar.

Permanecer un tiempo sin sede y abrumadas por los gastos económicos de asumir las pérdidas de la cancelación, cayeron nuevamente rendidas. En el camino se fueron abriendo algunas oportunidades y, con la llegada de la pandemia, se aventuraron con las ediciones en línea, que en verdad no les funcionaron económicamente, ni a ellas ni a quienes participaban con sus proyectos, ofreciendo sus productos.

Llegar al Huerto Roma Verde, visto en principio por ellas mismas como un lugar ideal y a la vez muy codiciado, representó la oportunidad de volver a dar la batalla y buscar, de la mano de esta sede, sacar adelante el bazar en un espacio donde no parece estar uno en la ciudad.

La suma de voluntades entre el Huerto Roma Verde que las respalda está haciendo posible que este próximo fin de semana, del 15 al 16 de mayo 2021, una vez más se arriesguen a salir en una edición, trabajando en equipo con productores que vienen inclusive de otros estados como Querétaro y Morelos, ofreciendo alternativas de consumo verdaderamente amigable con el planeta.

El trabajo con los productores ha implicado incluso fortalecer sus competencias, ya que muchos de ellos puede que hasta el miedo escénico les tome por sorpresa, pero juntas se han dado a la tarea de orientarlos para que, en su justa medida, compartan sus conocimientos y den a conocer sus productos.

Hoy cerramos esta colaboración, no con una reflexión, sino con la invitación a apoyarlas este próximo fin de semana. Algunos de los stands de exhibición, simplemente tuvieron que ser obsequiados a los productores, asumiendo ellas la falta de esa ganancia económica, necesaria para continuar y, otros muchos, fueron subsidiados, sólo con la finalidad de continuar dando la batalla por seguir presentes como una alternativa en en el mundo de los bazares amigables con el medio ambiente, así que bien vale la pena ir a darse la vuelta en Jalapa 234, Colonia Roma, y disfrutar practicando el comercio justo y amigable con el planeta, recordando que nuestro bello y vulnerable mundo azul es víctima de nuestros hábitos de consumo.

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Beatriz Acevedo es geógrafa, especialista ambiental, promotora de la cultura ambiental, a través del arte, la cultura y el cine documental.

Twitter: @ConSentidoVerde

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