Por Tania Romero

Durante esta temporada de estiaje, como cada año, se nos ha quemado el pulmón del Área Metropolitana de Guadalajara. En los últimos días hemos sido testigos de las afectaciones que han causado los incendios que nos provocaron irritación en los ojos y garganta, suspensión de actividades al aire libre, un cielo gris que nos recuerda que algo hemos hecho mal y un olor a quemado imposible de quitarnos de la nariz y sacar de la cabeza. La noticia de los incendios en el Bosque de la Primavera ha provocado una oleada de exigencias en redes sobre pronunciamientos por parte de las autoridades y de las candidaturas que participan en la contienda electoral. 

Bien dice el dicho que prometer no empobrece y en tiempo de campañas todas las candidaturas se pronuncian en favor del bosque, pero pocas hacen algo para cambiar las condiciones en las que se encuentra cuando llegan a ocupar los cargos públicos. La voz del bosque históricamente ha sido la de los colectivos, activistas, asociaciones civiles y la academia, quienes desde hace años han librado la lucha contra la depredación de nuestros ecosistemas naturales, por la protección de nuestra flora y nuestra fauna y por que podamos respirar el aire que necesitamos para vivir. 

Las deficiencias y negligencias en la gestión de nuestro Bosque de la Primavera y del territorio del AMG nos está costando muy cara.  Los incendios forestales no sólo impactan la calidad del aire que respiramos sino que también aumentan los riesgos de inundaciones y lodazales que amenazan a comunidades cercanas al bosque. Ya en los años 2015 y 2019 tuvimos escurrimientos e inundaciones en Tlajomulco de Zúñiga que afectaron viviendas, ahora la amenaza es a personas vulnerables asentadas en el municipio de Zapopan. 

Los incendios de los últimos días sucedieron incluso en zonas que se encontraban en recuperación de incendios en 2012 que afectaron 8 mil hectáreas. Entonces se  decía que le llevaría 20 años al bosque reponerse. La situación que actualmente enfrentamos es que pudiera llevarle hasta 2042 recuperarse de las afectaciones, si es que no seguimos quemándolo, pues hoy además de quemar sobre lo quemado, hemos afectado áreas del bosque que tenían más de 30 años sin ser tocadas por el fuego. Zonas en las que habitan especies de fauna en peligro de extinción como los pumas. 

La situación que vivimos actualmente es insostenible, es preciso que se tomen acciones inmediatas para cambiar la manera en la que el bosque se protege y se gestiona. No podemos depender del presupuesto asignado a las unidades de protección civil para tomar acciones reactivas ante las emergencias, sino que debemos pensar en soluciones preventivas y de largo alcance. Las justificaciones y las promesas vacías deben quedar en el pasado, es tiempo de que se tomen cambios de fondo, acciones coordinadas y visibles entre quienes tienen la titularidad de la gestión y no dejar el trabajo de protegernos únicamente en las manos de colectivos y personas responsables y preocupadas por el futuro

Las autoridades deben comprometerse con una agenda de educación ambiental, el adecuado ejercicio de la planeación y el ordenamiento del territorio, el ejercicio de las leyes ambientales y la restauración de los suelos afectados por los incendios. Se deben además instrumentar medidas de fortalecimiento de las comunidades aledañas para colaborar con las tareas de conservación corresponsable y mecanismos que permitan más allá de un decreto de área protegida disminuir la presión de desarrollo sobre nuestros pulmones. 

Lo que está en juego no son sólo un puñado de árboles, sino la calidad de vida de las personas que habitamos y transitamos el Área Metropolitana de Guadalajara, nuestro patrimonio natural; y nuestra vida y la de futuras generaciones.

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Tania Romero es tapatía, adicta al café y consultora en legislación urbana, capacidad institucional y planeación para el desarrollo. Milita en Futuro Jalisco.

Twitter: @TaniaRomeroL

Referencias

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