Por Bernardo Bastien Olvera
Armados con pegamento y varillas, buzos voluntarios se han sumergido al arrecife de Puerto Morelos en Quintana Roo pocos días después de que el huracán Delta tocara tierra el pasado octubre. Su misión: recoger los pedazos rotos del arrecife, y cual vasija rota de la abuela, pegarlos cuidadosamente con la esperanza de reparar el daño.
Estos esfuerzos no hubiesen sido posibles de no ser por una póliza de seguro adquirida por el gobierno de Quintana Roo hace más de un año; una jugada que ha sido vista como innovadora y visionaria en un año en el que se rompió récord histórico de número de tormentas tropicales en el océano Atlántico. ¿Será que estamos entrando en una época en la que debemos asegurar nuestros ecosistemas como otros bienes materiales?
Condiciones no favorables
Un coral está conformado por cientos de miles de pequeños organismos blandos llamados pólipos. Éstos extraen el calcio y carbonatos disueltos en el agua de mar para formar las estructuras rígidas que caracterizan a los arrecifes. Los corales también son el resultado del trabajo en equipo que realizan los pólipos con diminutas algas llamadas zooxantellas. Estas algas viven dentro de las células de los pólipos; al hacer fotosíntesis, llevan la comida a la mesa para ambos organismos, además de darles sus característicos colores a los corales.
Pero cuando un huracán se acerca a la costa, el viento genera poderosas olas y tormentas que pueden volcar y despedazar a los arrecifes. Aunque esto suene dramático, como en el caso de los incendios forestales, los huracanes siempre han existido e incluso juegan un papel ecológico en los arrecifes, ya que los fragmentos esparcidos pueden ayudar a que nuevas colonias aparezcan y a aumentar la diversidad genética bajo condiciones favorables.
Entonces, ¿por qué un grupo de buzos pasaría días enteros sumergidos restaurando los corales artesanalmente? Resulta que dichas condiciones favorables cada vez escasean más en nuestros océanos cambiantes.
Los océanos han absorbido más del 90% del calor excedente en el planeta atrapado por los gases de efecto invernadero y la velocidad a la que se están calentando va en aumento. Las zooxantelas no pueden soportar tan altas temperaturas y terminan por abandonar su hogar dentro de los pólipos, dejándolos sin alimento ni color y destinándolos a convertirse en fantasmagóricas estructuras blancas sin vida.
Por si fuera poco, gran parte del dióxido de carbono emitido por la quema de combustibles fósiles es absorbido por el océano y reacciona con el agua haciéndola más ácida, robándose los carbonatos que hubiesen servido a los corales para hacer sus estructuras. Así que, por donde lo veas, los corales la tienen difícil en nuestro mundo actual.
¿Una solución o un curita?
Las comunidades locales y los equipos de investigación que se han dedicado a estudiar y restaurar los arrecifes de coral están en el frente de batalla en la lucha contra el cambio climático. Estas personas dedican su tiempo y habilidades a darles una segunda oportunidad a los arrecifes de coral de nuestras costas.
Pero si queremos dejar de pegar los platos rotos hay que detener a quienes los están rompiendo. En este caso, resulta irónico que se presenten las pólizas de seguro como soluciones a los impactos climáticos, cuando las aseguradoras que promueven estas soluciones son las mismas que están asegurando a la industria de los combustibles fósiles. En este caso, tenemos que detrás del proyecto de Puerto Morelos se encuentra la gran aseguradora Hannover Re, misma aseguradora que cubrió el desastre ecológico desatado por la plataforma petrolera “Deepwater Horizon”. No es de sorprenderse que ahora quieran seguir ganando dinero, pero no de petróleo sino de las consecuencias que este ha traído a los ecosistemas.
Comprar pólizas de seguro contra daños de eventos climáticos extremos en nuestros ecosistemas es, en el mejor de los casos, sólo comprar un poco de tiempo. Si bien el dinero permite acciones de respuesta rápida para recoger los pedacitos de naturaleza que nos quedan, el problema de fondo viene del sistema que promueve la degradación ambiental y el enriquecimiento a través de la extracción de recursos y contaminación del ambiente.
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Bernardo Bastien Olvera, mejor conocido como Capitán Planeta, es científico y divulgador de cambio climático, ciencias de la Tierra y sustentabilidad. Es ex-becario Fulbright-García Robles y candidato a Doctor en Geografía en la Universidad de California Davis. Actualmente es co-director del proyecto de divulgación Planeteando.
Twitter: @Capi_Planeta