En estos últimos días habrás escuchado noticias relativas al Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) debido a la publicación de su sexto informe. Debido a esto también habrás escuchado que este fenómeno se relaciona, entre otras cosas, con el derretimiento del hielo polar, el incremento del nivel medio del mar, la cobertura vegetal y con el ciclo hidrológico. Por su importancia, en esta ocasión hablaré de esto último y de su relación con los océanos y continentes, pues mucha gente piensa que el agua se evapora de ríos, lagos y lagunas, se forman gotas de agua en la atmósfera, llueve, llega a ríos y parte de esto va a parar al mar donde termina su ciclo, pero esto no es tan simple, como a continuación veremos.
La tierra y el sol
Nuestro planeta es el tercero más cercano al sol después de Mercurio y Venus; por tanto, recibe una gran cantidad de energía calórica, pero a diferencia de estos planetas, que no tienen agua en su superficie, como en nuestra atmósfera y principalmente en nuestros océanos, en Mercurio durante el día se alcanzan 449 °C y en la noche -184 °C. El agua contenida en nuestros océanos almacena en su parte superficial el calor que recibe del sol, lo cual es más intenso durante el verano cuando nuestro planeta esta más cerca de éste, y continuando con su translación y se aleja del sol en el invierno, ese calor se va liberando lentamente y los inviernos no son tan crudos. De esta manera, se regula o amortigua la temperatura en nuestro planeta año con año.
La energía que llega a nuestra atmósfera también calienta sus gases y el vapor de agua que contiene, sobre todo en el ecuador donde la luz del sol llega con mayor intensidad y, conforme nos movemos al norte o al sur, el ángulo generado por la curvatura del planeta hace que la energía que incide sea menor y se calienta menos. Entonces tenemos que en unas partes el aire cálido se expande y sube, y en otras se enfría y desciende. Esto ocurre día tras día entre el ecuador y los polos, lo cual genera el patrón de vientos mundial. Estos vientos, cuando chocan con la superficie de los océanos, los empujan y entonces inicia un gran acarreo de agua superficial cálida del ecuador hacia los polos, donde se va enfriando. Así es como tenemos una enorme banda sin fin, transportadora y liberadora, de calor que regula el clima de nuestro planeta.
El cambio climático y el ciclo hidrológico
Desde que inició la época industrial, la humanidad requirió de combustibles fósiles como petróleo, carbón o gas, para sus actividades productivas. Su quema o utilización genera otros compuestos, como CO2, y otros gases que son liberados a la atmósfera, donde se han acumulado tanto que su concentración en nuestros días ha llegado a ser más de lo que de forma natural se ha producido en las últimas décadas, por ejemplo, por los incendios forestales.
El CO2 tiene la peculiaridad de absorber mucha energía de sol y ese calor ha incrementado la temperatura de la atmósfera y del océano, generando entre otros aspectos que la temperatura del planeta haya incrementado en la última década 1.1 grados respecto a la era preindustrial. Sin embargo, este calor basta para que se altere el ciclo hidrológico, pues esa banda sin fin ha dejado de funcionar correctamente, debilitándose o desapareciendo en distintas regiones durante lapsos de tiempo, lo cual se relaciona con el patrón de viento mundial y por lo tanto en el clima en distintas latitudes.
Por esta razón la evaporación, que es una fase importante del ciclo hidrológico, se ha alterado en todos los sistemas acuosos como ríos, lagos, lagunas y los océanos. Por tanto, llueve más en unas regiones o donde nunca había llovido, como en Groenlandia, y menos en otras, dando el caso de que llueve en tres días la cantidad que antes lo hacía en un mes. Esa agua genera torrentes que pasan de largo y no se absorbe en el terreno; es decir, ya no llega al subsuelo y no se recargan los mantos acuíferos.
Consecuencias de la alteración del ciclo hidrológico
Estas alteraciones en los patrones de evaporación y precipitación son padecidas por agricultores y los ganaderos. Las temporadas de lluvias ya no son las de antes en muchas partes del mundo; por tanto, la producción de alimentos vegetales se ha visto disminuida, y el ganado no tiene alimento o muere de sed y calor. Los ríos y lagos ya no tienen la misma cantidad de agua para la actividad de pesca; así pues, la población paga el precio a través de la escasez del alimento y falta de agua para necesidades vitales.
Hemos trastornado el ciclo de lluvias. Esto ha alterado la cobertura vegetal debido a que las plantas y árboles de una región sufren estrés hídrico. Hemos cambiado el clima del planeta y los vegetales no se adaptan y mueren. Eliminamos bosques para utilizar sus tierras para producir otros vegetales que son alimento para nosotros o para el ganado del cual también nos alimentamos. Al hacer todo esto el suelo agota sus minerales y se vuelve improductivo, así que luego abandonamos las tierras, el suelo queda desnudo y cuando llueve ya no hay penetración al subsuelo.
Imagen: Pixabay
Las actividades industriales también se ven afectadas. La gente se manifiesta y lucha en contra cuando una refresquera o cervecera se quiere poner cerca de su ciudad, pues consumen gran cantidad de agua y no alcanza para la población ni para el resto de las actividades productivas como la agricultura, que es la que más agua dulce consume en la actualidad a nivel mundial. Esto es más evidente en climas desérticos como en Mexicali, pero otro ejemplo es la Ciudad de México que debe traer agua para su población a través de 332 kilómetros de tuberías del sistema Cutzamala.
Sequías y lo que está por venir
De forma natural en algunas regiones del mundo la climatología hace que su territorio tenga pocas fuentes de agua superficial, lo cual genera regiones secas. México es un ejemplo. Casi el 50% del país tiene clima seco o muy seco. Esto debiera ser importante para la población en general, ya que debe ser labor de todos y no sólo de las autoridades el manejar bien el recurso hídrico, pero sobre todo considerar lo antes expuesto para generar programas de desarrollo acordes, desde planes de crecimiento urbano hasta programas de manejo poblacional y de uso del suelo para distintos fines.
Si continuamos con la tendencia actual, los problemas del cambio climático asociados al ciclo hidrológico a mediano y largo plazo serán más catastróficos, porque en la actualidad ya padecemos las manifestaciones de las sequías. No olvidemos que este 2021 es el quinto año consecutivo que registra la sequía más severa a nivel nacional. Cada vez es más normal que haya escasez de agua en las ciudades y el suministro se vea racionalizado, o que en un medio rural haya migraciones de sus pobladores porque sus cuerpos de agua se han agotado o las lluvias ya no dan para sus cultivos o su ganado.
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Aramis Olivos Ortiz es investigador del Centro Universitario de Investigaciones Oceanológicas de la Universidad de Colima. Campus Manzanillo.
Mail: aolivos@ucol.mx