Por Clara Martínez, Ericka López, Agustín Castillo y José Miguel Olvera

De acuerdo a datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) durante el nivel máximo del confinamiento las emisiones de carbono se redujeron en un 17%.  Sin embargo, a pesar de que los desplazamientos y las actividades humanas se han reducido en apariencia a nivel global, los ecosistemas, el clima y diversas especies han continuado manifestando síntomas de la crisis socio ambiental que atraviesa nuestro planeta. Lo cual lo podemos notar desde los incendios en California y distintas partes del mundo, hasta el asesinato de activistas ambientales como Óscar Eyraud Adams, quien se dedicó a denunciar la falta de agua en Baja California. Por estas y muchas otras catástrofes, es crucial dialogar y actuar ahora desde distintas partes de la sociedad y dar una respuesta contundente ante esta crisis. 

Si bien, pareciera que la nueva normalidad limita el alcance de algunas acciones en favor de la lucha por un medio ambiente sano, resulta imprescindible que el quehacer en esta causa se torne ambicioso y vaya más allá de únicamente compartir noticias en los muros de nuestras redes sociales. Ante un reto como la crisis ambiental, donde las dimensiones son tan grandes que superan las capacidades de resolución de las personas a nivel individual y gubernamental, se vuelve necesario incentivar una reflexión abierta, que invite a los colectivos y a las organizaciones a proyectar desde una posición mucho más estratégica. 

Imagen: Pixabay

Existen instrumentos oficiales, como el recién publicado Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales 2020-2024 elaborado por la SEMARNAT, que establecen objetivos prioritarios en esta materia, y que además de guiar la acción federal en política ambiental, pueden servir como referencia social para medir el pulso de las necesidades a nivel país. Sin embargo, es necesario situar dichas necesidades identificadas (como por ejemplo: la promoción y protección de los ecosistemas, el fortalecimiento de la acción climática, la promoción y cuidado del agua, la promoción de un entorno libre de contaminación y el fortalecimiento de una gobernanza ambiental) a un nivel territorial local, y desde ahí, realizar una coordinación entre los agentes de la sociedad civil que los atienden, con una visión intergeneracional e intercultural, que ayude a entender cuáles son los recursos, alcances y trabajo que se ha realizado  desde los diferentes frentes sociales y cuáles son los puntos de encuentro entre ellas.  

A lo largo de las últimas décadas, la sociedad civil en México ha ido ganando un espacio cada vez más importante en la esfera pública del país. Actualmente representa un rol relevante en casos de defensa del territorio, ha logrado articular esfuerzos para impulsar proyectos de impacto social y ambiental, ha impulsado la divulgación del conocimiento y de la educación ambiental, ha creado espacios de difusión y  debate, entre muchas otras actividades.

Dada la experiencia que la sociedad civil tiene en diferentes ámbitos, es imperante que este sector adquiera un mayor porcentaje de representatividad en la toma de decisiones. 

Como se explica, el trabajo de los colectivos y organizaciones de la sociedad civil resulta clave, pues ha impulsado la creación e implementación de acciones de mitigación y adaptación hacia las distintas catástrofes socio ambientales. Sin embargo, la crisis socio ambiental trastoca diferentes realidades, a diferentes escalas. Con el paso del tiempo, observamos que los impactos se presentan cada vez a una escala mayor; de manera proporcional, se agudizan en las poblaciones más vulnerables.

Por esta razón es necesario que estos esfuerzos crezcan y se fortalezcan a través de la articulación y co-creación de una agenda ambiental representativa, incluyente y ambiciosa que pueda presentarse como un verdadero promovente de soluciones e incluso contrapeso de los poderes gubernamentales y empresariales, capaz de impulsar reformas legislativas, juicios estratégicos y políticas públicas estructurales que den verdadera lucha a la crisis socio ambiental que vivimos.

Los esfuerzos sin comunicación con el tiempo se debilitan.

Sin embargo, pueden verse enriquecidos entre sí, si se logra identificar: las problemáticas a nivel local,  las áreas de prioridad y las áreas de posible articulación y coordinación estratégica entre diferentes organizaciones y colectivos, con el fin de enfrentar localmente el reto en común más importante al que se encuentra la humanidad en este momento: el de conservar, proteger y restaurar nuestros ecosistemas y asegurar una calidad de vida digna, justa y sostenible para las futuras generaciones.

Es por todo lo anterior que Contaminantes Anónimus actualmente se encuentra identificando agentes de cambio que busquen establecer un diálogo para co-diseñar una agenda ambiental común.  La invitación de colaboración está abierta a organizaciones, colectivos  o individuos que tengan interés en generar un impacto más profundo a favor de las soluciones ambientales coordinadas. “Es momento de pensar en conjunto cuál es el futuro que queremos, cuestionar la normalidad y buscar la transformación del presente”.

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Clara Martínez, Ericka López, Agustín Castillo y José Miguel Olvera son integrantes de Contaminantes Anónimus.

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Referencias

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