Como mucha gente no quiere a los militares en las calles, un ex comandante sí los acogió… pero para echar el colado de su casa. Según una denuncia que recibió la Sedena el año pasado, el general de brigada, Marco Antonio Barrón Ávila, utilizó a personal de tropa para trabajos de remodelación de su casa ubicada en Querétaro.
Además de consultar si a los del Ejército les dio aunque sea para el refresco, habrá que ver de qué tamaño fue el bunker que mandó a reparar el entonces encargado de las zonas militares de Colima y Puebla, ya que para tal tarea necesitó a nada menos que 40 elementos militares, quienes dejaron los operativos con armas de fuego por la espátula y el cemento.
En las primeras investigaciones de este caso, 11 integrantes del Ejército declararon como testigos ante la Procuraduría Militar, de los cuales tres aceptaron haber tiroleado la casita del ex comandante… sin embargo “algo” ocurrió y cuando estuvieron ante el juez castrense se retractaron y acusaron haber sido intimidados para declarar en contra de Barrón Ávila.
Aun bajo la acusación de abuso de autoridad y ejercicio abusivo de funciones, Barrón tiene en su historial otro caso que mancha su carrera militar: el uso de un auto que intentó pasar como vehículo oficial, esto tras “tunear” su camioneta para asemejarla a las que se utilizan en la Sedena.
Aunque el juez militar falló a favor del ex comandante, Barrón fue ampliamente quemado con la banda, ya que esta denuncia fue realizada por el propio dueño del taller mecánico en que se le realizó el trabajito… no por hallar un delito el usar colores oficiales, sino porque el militar no le pagó por hacerlo.
Pese a que tal acción es castigada con uno a seis años de prisión, el delito fue desestimado porque éste consiste en pretender hacerse pasar por miembro de las Fuerzas Armadas…y como el juzgado militar no encontró cómo explicar el que un General pretenda hacerse pasar como integrante de la Sedena si ya lo era, pues no hubo elementos para procesar a Barrón.
