Tal vez uno de los libros más conocidos y exitosos sobre la Segunda Guerra Mundial, sea El Diario de Ana Frank, que se ha convertido en un referente para hablar del holocausto,
En este diario, que es real no una novela de ficción, Ana narra el comienzo de la detención de los judíos por la SS, cómo su familia se escondió por meses, hasta que fueron encontrados y llevados a los campos de concentración. Ahí el libro se interrumpe y por obvias razones no sabíamos qué había sido de ella y su familia, tiempo después se descubrió que ella murió en el campo de Berger Belsen, separada totalmente de sus seres queridos.
Independientemente de esto, no se conocía más de la vida de la niña en ese campo. Por suerte, National Geographic publicó un documental sobre esto gracias a dos testimonios claves, Hannah Pick Goslar y Nanette Blitz Konig, que estuvieron con ella durante el encierro.
En Berger-Belsen se recontraron Hannah y Ana, que habían estudiado juntas en su infancia. Se vieron a través del alambrado y Hannah intentó pasarle comida, pues la más pequeña de los Frank estaba en los huesos.
No era la misma chica jovial que conocí en Ámsterdam, tenía miedo, fue horrible. Me preguntó si podía ayudarla con comida, y le dije que no teníamos más que ellos. Pero, por primera vez en todo el período, recibimos dos paquetes de la cruz roja. Muy pequeños, como un libro, y dejé algo. Le dije que regresara a los pocos días. Todos me dieron pasas secas y un poco de comida, azúcar. Regresé al cerco y, cuando escuché a Ana, estaba oscuro. Le dije que tuviera cuidado y lanzé el paquete. El cerco era alto, la noche oscura, otra mujer hambrienta tomó el paquete. Así que le prometí que intentaríamos regresar. Sólo nos reunimos tres veces. La siguiente, atrapó el paquete, pero fue la última vez que pudimos hablar.
En el campo de Westerbork es donde estuvo con Nanette Blitz Konig, en Holanda.
Nuestro primer encuentro fue inolvidable, ambas éramos esqueletos. Ella temblaba del frío, envuelta en una manta, porque no soportaba sus ropas repletas de piojos. Nunca perdimos las esperanzas de vivir. Ninguna. La vida es algo muy querido para cualquiera, y no queríamos perderla.
Ana Frank murió en marzo de 1945, poco antes de la liberación del campo. El único superviviente de su familia fue su padre, quien decidió publicar el diario de su hija.
Pueden buscarlo en la programación de NatGeo, pues se acaba de estrenar.