Tras el derrocamiento del presidente Mohamed Morsi, la situación en Egipto no ha mejorado. El clima de violencia se intensifica.
Un operativo encaminado a desalojar un campamento levantado por seguidores del derrocado ex presidente Morsi dejó un saldo de al menos 478 muertos y más de 1400 heridos, esto en las plazas de Rabea al Adauiya y del Nahda de El Cairo.
La decisión del desalojo fue aprobada por el Consejo de Ministros ya que obedecía a un asunto que ponía en peligro “la seguridad y el orden en los territorios del país”, según un comunicado leído en cadena nacional. De acuerdo con Adli Mansur, presidente interino de Egipto, se ordenó a las fuerzas armadas adoptar las “medidas necesarias” para el desmantelamiento de las acampadas.
Tras estos hechos Mohamed El-baradei, vicepresidente de Relaciones Exteriores, presento su renuncia: “Presento mi dimisión del puesto de vicepresidente y pido a Alá el altísimo que preserve nuestro querido Egipto de todo lo malo, y que cumpla las esperanzas y aspiraciones de pueblo. Lamentablemente de lo ocurrido hoy se beneficiarán aquellos que llaman a la violencia y el terror”.
El ganador del Premio Nobel de la Paz en 2005, quien llevaba en el cargo desde julio pasado, agregó: “Ha llegado a ser difícil para mí continuar al frente de la responsabilidad de tomar decisiones con las que no estoy de acuerdo y de las que temo sus consecuencias”.
A pesar de los lamentables hechos, El-baradei sostuvo que ha intentado defender los principios que llevaron al derrocamiento del régimen de Hosni Mubarak en febrero de 2011. Pero admitió que con el actual gobierno en Egipto “hemos llegado a un estado de polarización más dura y el tejido social está amenazado porque la violencia no trae más que violencia”.