En medio de investigaciones judiciales que tiene en su contra, el ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, enfrenta una dolorosa pérdida.
Esta mañana, Marisa Letícia, esposa del ex mandatario, fue reportada con muerte cerebral, esto tras varios días de permanecer hospitalizada en un nosocomio de Sao Paulo debido un accidente cerebrovascular. A través de su página oficial de Facebook, Lula informó que al ser enterado de la triste noticia autorizó la donación de órganos de su esposa.
“La familia Lula da Silva agradece todas las manifestaciones de cariño y solidaridad recibidas en los últimos 10 días, por la recuperación de la ex primera dama, la señora Letícia Lula da Silva. La familia autorizó los procedimientos preparativos para la donación de órganos”.
En boletín divulgado poco antes, voceros del hospital Sirio Libanés señalaron que, después de realizar los estudios correspondiente, fue identificado que Marisa Letícia presentaba “ausencia de flujo cerebral”. Ante este penoso resultado, con autorización de la familia Da Silva, comenzaron los procedimientos para donar los órganos de la ex primera dama.
Proveniente de una familia italiana que migró para Brasil, Marisa Leticía nació en 1950. A temprana edad se dedicó a la operación de maquinaria en una fábrica de chocolates. Conoció a Lula en 1973, luego de haber quedado viuda. Aunque al principio se mantuvo desligada de la política, pronto se involucró en el activismo. En 1980, lideró la llamada “Marcha de las Mujeres” en apoyo a los sindicalistas presos por el Departamento de Orden Política y Social (DOPS), el cual integraba el aparato opresor de la dictadura brasileña. Figura siempre presente en las campañas presidenciales, en 2003 se convirtió en primera dama de Brasil.
En los últimos meses, Marisa Leticía, junto con Lula, fue blanco de las investigaciones derivadas de acusaciones de lavado de dinero. De acuerdo con una denuncia realizada por el juez federal Sergio Moro, la pareja habría adquirido un inmueble vecino al departamento del ex presidente, con recursos de la empresa Odebrecht (bastante conocida también en México).
“La presión e la tensión hacen que las personas lleguen al punto al que llegó Marisa. Pero eso no va a hacer que yo me quede llorando en las esquinas. Va estar punzando en mi cabeza, como una razón más para continuar en la lucha”, comentó Lula el pasado 30 de enero.