La esperanza de vida de los mexicanos, es decir, los años promedio que  se puede llegar a vivir en nuestro país, incrementaba con el paso del tiempo hasta la llegada del siglo XXI. A partir del año 2000, el crecimiento regular en la esperanza de vida se desestabilizó y, de hecho, disminuyó 2.2 años, de acuerdo con Carlos Echarri, investigador del Colegio de México.

Durante su intervención en el 16 Congreso Nacional de Investigación en Salud Pública (Congisp), Echarri explicó que existen argumentos para sostener que esta disminución notable se debe principalmente al aumento de la violencia en el país. De 2000 a 2010 se registraron 138 mil 461 muertes por homicidio. A ello se suma el aumento de muertes por diabetes y otras enfermedades no transmisibles asociadas a malos hábitos alimenticios y otras conductas de riesgo. De esta manera, explicó, el avance en las luchas contra la mortalidad infantil se ven “opacadas” por el impacto de estos padecimientos y, sobre todo, por la violencia.

El investigador puntualizó que el peculiar estancamiento en la esperanza de vida coincide, y no casualmente, con la implementación de la estrategia conocida como “guerra contra el narcotráfico” de Felipe Calderón.

Por su parte, el investigador Juan Eugenio Hernández Ávila argumentó en el mismo sentido al señalar que en la revisión de las causas de muerte de 1990 a 2012 del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) se registró un aumento en la mortalidad por causas externas de las personas que no tienen acceso a la seguridad social. El principal crecimiento es el que se reporta por lesiones intencionales, o en otras palabras, homicidios.

Entre los no afiliados al seguro social, las lesiones ocuparon el sexto lugar en causas de mortalidad, mientras que entre los afiliados, se colocaron en el décimo lugar. Hernández señaló que el problema se ha intensificado desde 2007 en una tendencia clara al alza.

De acuerdo con estos investigadores, una diminución de esta naturaleza sólo se había registrado durante la Revolución Mexicana.

El futuro no parece alentador, concluyeron los especialistas, pues para volver a elevar la esperanza de vida se debe luchar contra la desigualdad social, que es una de las principales causas de la crisis de seguridad.

Vía: La Jornada

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