Eres un joven delincuente y se te hace fácil vivir en el mal camino. Una madrugada se te ocurre robar una tienda y llevarte cervezas, bebidas energéticas, cigarros y frituras. Llegas a tu casa creyendo que cometiste el crimen perfecto. Momentos después te cae la Policía. ¿Dónde estuvo el error?

Pues en que decidiste echarte una botana en el camino. Unos Cheetos, para ser más exactos.

Así le pasó a Austin Lee Westfall Presler, un ladrón medio atarantado del condado de Kershaw, Carolina del Sur, quien rompió el vidrio de dicho establecimiento e impunemente se surtió de cuanto producto se le antojó. A medio robo, abrió varias bolsas de Cheetos ‘pa pasar el tiempo’. Cuando se marchó seguía empacándole con singular alegría a las botanas.

Cuando fueron alertado, los policías llegaron y descubrieron que la escena del crimen estaba llena de Cheetos, y que el asaltante fue dejando un rastro de frituras por donde escapó.

(Al parecer eso de comer no se le da muy bien a Westfall Presler, o de plano no coordina)

Los policías sólo tuvieron que seguir el camino de Cheetos que los llevó hasta la puerta de la casa en dónde se alojaba. Al entrar lo encontraron con todo lo robado y fue arrestado. El costo de lo robado fue de 160 dólares, pero los daños causados al inmueble superan los 2,500 dólares.

Horas después fue liberado al pagar una fianza. No es la primera vez que este joven de 19 años tiene líos con la ley, anteriormente ya había sido detenido por posesión de sustancias controladas que intentaba distribuir.

Aquí su foto, por si un día se lo encuentran, escondan sus Cheetos y demás botanas:

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