El presidente de Ucrania y los líderes de la oposición firmaron un acuerdo este viernes dirigido a terminar el espiral de violencia letal con elecciones anticipadas y una reducción de los poderes del presidente, pero Rusia ha declinado adherirse al acuerdo y muchos miembros de las protestas dijeron que nada menos que la renuncia del presidente los hará retirarse de las calles.
“Hemos firmado”, dijo Radoslaw Sikorski, el ministro del exterior de Polonia y parte del equipo europeo que ha intentado conseguir tranquilizar el asunto. Agregó que un concilio que representaba a los inconformes en la Plaza de la Independencia, el punto focal de las marchas, se ha añadido al tan peleado acuerdo: hubo 34 votos a favor y sólo dos en contra.
Arseniy Yatsenyuk, uno de los miembros de la oposición en el Parlamento y que también firmó el acuerdo con el presidente Yanukovych, reconoció que esto tal vez no haga que los manifestantes se vayan pero podría comenzar a persuadirlos. “Necesitamos dar una explicación, pero no solo eso, también debemos actuar”, dijo después de maratónicas negociaciones en la administración presidencial mediadas por diplomáticos rusos y de la Unión Europea: “La gente nunca confiará en una firma. La gente confiará en la acción”.
Un problema mayor podría ser el rechazo del representante de Rusia de unirse a los europeos firmando el acuerdo, lo que sugiere que Moscú podría intentar romper el acuerdo a través de presiones económicas o de otro tipo. “Estoy enojado porque los rusos no han firmado. Estoy muy enojado”, dijo Yatsenyuk. Acuerdos y treguas pasadas han sido rotas por violentas escaladas de protestas en las calles de la capital, Kiev, y en otras partes del país, particularmente en el oeste, en donde el sentimiento anti-Gobierno siempre ha sido muy fuerte.
Pero estos acuerdos previos no fueron realizados con el involucramiento tan evidente de la Unión Europea y los mediadores rusos, como sí fue el caso del acuerdo firmado durante la madrugada del viernes y cuya discusión se prolongó hasta la tarde. Una declaración de la oficina de Yanukovych, antes de firmar el acuerdo, afirmó que las discusiones eran muy difíciles.
La presión por un acuerdo político ha sido intenso y ha venido no solo de los gobiernos extranjeros sino de un miedo esparcido entre la población de que esta ex-República soviética de 46 millones de habitantes pudiera dirigirse a una posible guerra civil, particularmente después de la violencia desatada desde el martes y a partir de la cual, afirma la resistencia, han muerto 70 manifestantes.
El jueves fue el día más letal en cuanto a conflictos políticos en Ucrania desde que se independizó de la Unión Soviética hace 22 años. La violencia era un reflejo del estado de la crisis que comenzó con las protestas en noviembre pasado después de una decisión del presidente Yanukovych de rechazar un acuerdo político y económico con la Unión Europea y tratar de reforzar los lazos con Rusia.
Cuando, este viernes, el rumor de un acuerdo comenzaba a correr por las calles de Kiev, los inconformes respondieron enojados a la propuesta, argumentando que no se puede llegar a un acuerdo sino hasta que el presidente abandone su oficina; muchos incluso pidieron que fuera sometido a juicio junto con los oficiales a quienes los manifestantes tachan de ser los francotiradores que abrieron fuego contra la multitud.
El acuerdo alcanzado este viernes deja a Yanukovych en el poder por lo menos hasta el final del año; establece que se llamará a elecciones presidenciales en diciembre; propone un regreso a la constitución de 2004 lo que limita los poderes del presidente y pide establecer un gobierno de unidad nacional en los próximos 10 días.
“No queremos esperar hasta diciembre“, dijo Roman Kvasuk, un manifestante anti-Gobierno, mientras reforzaba una nueva barricada en la calle Hrushevsky, una escena frecuente luego de los sangrientos enfrentamientos con la policía. El señor Kvasuk hablaba mientras él y un grupo de activistas que lo acompañaban planeaban caminar calle arriba hacia el Parlamento, un movimiento que puede atraer hacia ellos la línea de fuego de las nerviosas fuerzas encargadas de proteger el edificio.
Yuriy Korshenko, un abogado y exjuez, que se unió a los miles de manifestantes el jueves en la catedral Mikhailovsky, cerca de la Plaza de la Independencia, para mostrar su apoyo dijo que el presidente Yanukovych debe dejar su oficina inmediatamente “o terminará como Ceacucescu y Gaddafi“. Los dictadores de Rumania y Libia, Nicolae Ceaucescu y Muammar el-Gaddafi, fueron ambos asesinados en violentas revueltas contra sus mandatos. El señor Korshenko agregó, “si Yanukovych fuera un hombre de honor ya se hubiera disparado a sí mismo“.
Para la tarde del jueves, las decisiones del presidente Yanukovych habían llevado la situación a un dilema entre la masacre de los manifestantes o la negociación: exhaustos y en desventaja numérica, los policías ucranianos se habían retirado de sus posiciones en el edificio del gabinete y el Parlamento, dejando unos 500 metros de macabro pavimento vacío entre la última barricada de los manifestantes cercanos a estadio Dynamo y los asientos de poder.
Sin embargo, las ventanas del edificio del gabinete fueron reforzadas con sacos de arena para crear posiciones de disparo hacia la calle con la intención de defender el edificio mientras las pláticas se alargaban toda la noche, en la capital, entre la oposición y los enviados europeos y rusos. Los oficiales europeos recibieron con cautela las noticias del acuerdo, incluso algunos de ellos dijeron que era prematuro decir que un acuerdo se había verdaderamente alcanzado.
Laurent Fabius, el ministro del extranjero francés que ayudó como mediador en las discusiones, dijo que muchas de ellas permanecían sin resolverse: “siempre que las cosas no hayan sido resueltas del todo, debemos permanecer prudentes“, dijo, de acuerdo a publicaciones de AP. “Discutimos todos los temas durante esta negociaciones. Fueron hechas en medio de una atmósfera extremadamente difícil, porque en ese tiempo hubo decenas de muertos y el país se encuentra a punto de entrar en una guerra civil“.
Los disparos masivos del jueves fueron seguidos por el rápido rompimiento de la tregua, mientras que los manifestantes exhibían a una docena de policías capturados por ellos a través de la plaza de Kiev. El presidente Yanukovych ha perdido al menos una docena de aliados, incluido al alcalde de la capital, quien renunció a su adherencia al Partido de las Regiones en protesta por el derramamiento de sangre.
Imágenes de cuerpos impactados por balas y amontonados entre las cenizas (algunos de ellos con disparos en la cabeza) y médicos gritando mientras llevaban a los muertos y a los heridos a la salas de emergencia improvisadas (incluido el lobby de un hotel), impresionaron al país y a mucha gente al rededor del mundo. El uso extendido de armas en el centro de la ciudad fue un elemento ominoso para las protestas.
La tarde del jueves, el Departamento de Estado de EE.UU. publicó una nueva alerta de viaje a la luz de la violencia, instando en contra de todos “los viajes no esenciales a Ucrania debido a la inestabilidad política y los choques violentos entre la policía y los manifestantes“.
Antes, ya había habido rumores de que el presidente Yanukovych, mientras sus fuerzas policiacas se debilitaban, declararía un estado de emergencia, un movimiento que podría haber permitido el despliegue de militares para detener la crisis. Pero su autoridad para hacer dicho movimiento no quedaba clara. Líderes de la oposición propusieron una sesión en el Parlamento el jueves por la noche y, junto con detractores del partido en el gobierno, aprobaron una resolución obligando a las las tropas del Ministerio del Interior a regresar a sus cuarteles y, al mismo tiempo, a la policía a volver a sus puestos, prohibiendo el uso de armas en contra de los manifestantes. También se dejó claro que sólo el Parlamento y no el presidente podían declarar estado de emergencia.
Tal vez, más que estas afirmaciones, el voto fue significativo para mostrar que el presidente Yanukovych había perdido el control de la mayoría del Parlamento. Ambos, EE.UU. y la Unión Europea, quienes han pedido sanciones en contra de los presuntos policías responsables de la escalada de muerte, urgieron a Yanukovych a no declarar un estado de emergencia.