Hoy en día una de las festividades más populares en el mundo es el «Halloween» y no creemos que sea algo malo, las tradiciones cambian, las sociedades se reconfiguran, y siempre es divertido ir a una fiesta de disfraces. Pero eso no excluye que haya un movimiento «otro» que clame por la recuperación de nuestras antiguas tradiciones ¿es esto una locura?

Las Olimpiadas fueron una recuperación moderna de las antiguas contiendas griegas que se celebraban en Olimpia ¿por qué no podríamos hacer una recuperación así de una tradición como la de Día de muertos? (bueno, más que recuperación, una perpetuación). Antes de entrar en polémicas mejor hablemos de esta tradición.

Foto de Eneas

¿Día de muertos?¿desde cuándo?

Tradicionalmente se dice que esta fiesta proviene de antiguos ritos prehispánicos, predominantemente mesoamericanos, pero que, al paso del tiempo, se fue enriqueciendo en la época de la Colonia, a partir de la convivencia de los indígenas con las nuevas creencias, costumbres y productos tanto europeos, como africanos y asiáticos.

Es por eso que, al final del día, esta celebración recoge toda una tradición que envuelve cada una de las etapas de nuestra historia nacional. Pero no se crean, esta tradición también es festejada en algunos países de América central además de algunas comunidades de Estados Unidos (debido a la migración).

Para los antiguos mexicas, totonacas y mayas (entre otras culturas originarias), la muerte no tenía las connotaciones que le da la religión católica, puesto que no existía algo así como un infierno o un paraíso que premia o castiga; para ellos, el tipo de muerte era el que determinaba el destino del Tonalli (una de las energías que constituyen al ser humano, vulgarmente se traduce como alma).

Por ejemplo, cuando alguien moría por ahogamiento, por un rayo, enfermedades como la gota o la hidropesía, así como los niños sacrificados a Tláloc, su tonalli se dirigía al Tlalocán (lugar de Tláloc). Y así era con todas las demás muertes, si alguien moría por la Guerra se iba al Omeyocán y si alguien moría por muerte natural iba al Mictlán.

Señoras y señores, Aquí está el Tlalocán. [Dato curioso, es posible que la palabra nahua Tlaloc provenga de Tlalli y Octli la traducción sería más o menos: el lícor de la tierra, es decir, aquello con lo que la tierra se embriaga, la lluvia. Es bonito ¿no?]

Además, según la muerte de cada persona era lo que acontecía a ésta posteriormente. Por ejemplo, los guerreros y las mujeres que morían en labor de parto, después de cuatro años de habitar el Omeyocán y celebrar al sol, retornaban al mundo en forma de aves de plumas preciosas. Por otro lado, el camino al reino de Mictlantecuhtli (literalmente «Señor del lugar de los muertos o de la muerte) era muy difícil y peligroso, además de que debían ir acompañados de un xoloescuincle (o, como dice Juan Adrián Pérez, podía ser un perro de cualquier otra raza «tlalchichi»). Otro lugar de la muerte era el Chichihualcuauhco (el lugar del árbol con chichis), ahí había un árbol inmenso cuyas ramas goteaban leche para alimentar a los niños muertos.


En fin, la cosa es que la muerte era algo muy distinto, no era un fin único, era una parte de un ciclo más grande.

En lo que respecta a los ritos, los pueblos originarios tenían dos celebraciones, la Miccailhuitontli o la pequeña celebración de los muertos y el Huey micailhuitl o la gran celebración de los muertos. La primera iniciaba por el 16 de julio cuando se cortaba del bosque un árbol llamado xócotl, le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo. En la celebración participaban todos y se hacían ofrendas al árbol durante veinte días. La segunda celebración era por el 5 de agosto que era cuando caía el xócotl. Se realizaban ciertas procesiones que terminaban en rondas alrededor del árbol, se hacían sacrificios, y grandes banquetes. Se ponía una figurilla en forma de bledo en la cima del xócotl, se danzaba y, al final, los jóvenes subían al árbol para bajar la figura. Después se derribaba el xócotl y se terminaba la celebración. En esta fiesta era cuando la gente acostumbraba a colocar ofrendas a sus muertos.

Pero nuestra actual celebración no sólo tiene raíces en nuestros pueblos originarios, también tiene un origen europeo. Sólo que allá es conocido como el Día de Todos los Santos.

El origen europeo de nuestra fiesta

Según la doctora Elsa Malvido, de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, los rituales de Todos los Santos y los Fieles Difuntos tienen su origen en la Francia del siglo X y fueron instituidos por el Abad de Cluny, quien decidió rescatar la celebración en honor de los macabeos, considerados por el santoral católico como mártires (el 2 de noviembre) y dispuso que el día anterior se celebrara a los santos y mártires anónimos, aquellos sin nombre ni apellido y que no tienen celebración en el calendario ritual católico.

El día de Todos los Santos, se disponía en el templo un inmenso altar en el que se exhibía el ara (las reliquias de los santos de cada iglesia) que eran o bien huesos,o cráneos u otros restos, la tierra donde fueron enterrados los santos y alguna parte de la ropa que portaban.

Las reliquias y el relicario eran considerados intermediarios del hombre ante Dios. Es por eso que en la fiesta de Todos los Santos, los católicos recorrían la mayor cantidad posible de altares, iban iglesia por iglesia, para ganar indulgencias. Además, chéquense, anotaban cuántas reliquias visitaban para, al final, calcular la cantidad de años de perdón que obtenían. Al llegar a la Catedral Metropolitana, los feligreses compraban un pan, o un dulce de azúcar, con forma de reliquia, los cuales eran bendecidos por el cura. Este pan o dulce era colocado con varias frutas en casa, en una mesa, junto al santo familiar.
Este tipo de altares aún se acostumbran en Argentina, Chile, Perú, e incluso Sicilia (Italia) donde, además, se cree que los parientes visitan el hogar y traen juguetes para los niños, una tradición que proviene de los mismísimos romanos.
La doctora Malvido sostiene que la tradición es profundamente romana y que se puede hallar en todo el mundo europeo, en estas fechas se venden calaveras y panes en forma de hueso de Todos los Santos en diferentes comunidades europeas y americanas, por ejemplo:

«En Venezuela he visto el Altar de los Santos en la Universidad de Carabobo, una mesa gigante llena de santos pintados, en escultura, en papel, cartón, cerámica, incluso algunos no reconocidos por la Iglesia Católica, sino provenientes de devociones populares»

En opinión de la investigadora, quienes inventaron que la celebración era prehispánica, fueron los intelectuales mexicanos de los años 30, sin embargo, los pensadores del siglo XIX mexicano, tenían, según la investigadora, mucho más claro el fenómeno.

Otra tradición que sería de origen cristiano sería la de pasar la noche a lado de las tumbas de los difuntos.

¿Esto es europeo o mesoamericano?

La tradición que se practica en México, para empezar, es diversa, no es lo mismo las celebraciones que se hacen en Milpa Alta que el Xantolo de la huasteca, ni lo que hacen los defeños que lo que hacen los michoacanos o los guanajuatenses. Además, la tradición podría ser eminentemente romana pero adquiere un nuevo matiz cuando se contacta con otras culturas, por ejemplo, el papel picado se hace a partir de papel China (es un invento oriental) y no podemos pensar una ofrenda sin papel picado, o sin cempasúchiles, las cuales son americanas (se dan, sobre todo, en México).

Sobre los ritos, hay muchos y muy distintos, desde velar las tumbas o comer en los cementerios junto a los familiares fallecidos, hasta bailes, danzas, cantos, recitación de poesía y creación de «Calaveras», rimas que son regularmente epitafios humorísticos de personas aún vivas que tienen como personaje recurrente a una muerte muy «loquilla». Generalmente las víctimas de la muerte son personas públicas, sobre todo políticos:

«Estaba la calavera

sentadita en su butaca

llega la muerte y le dice

hermana ¿por qué tan flaca?»

También, actualmente, en día de muertos se hacen grabados que imitan los diseños del maestro José Guadalupe Posada, padre de la Catrina, personaje que surgió como un memento mori (un recuerdo de la muerte) para la burguesía («no importa lo rica que seas, vas a morir también»).

 

Otros elementos característicos son los panes, chocolates y dulces de calaverita y de muerto. Las calaveritas tienen escrito el nombre del difunto o (y esto creemos que sí es más característico) de personas vivas, sobre todo cuando se regalan, pues se considera (gracias por la fe de erratas, lector, tú sabes quién eres) una especie de broma modesta o de personificación del regalo.

Una de las creencias populares es que las flores de cempasúchil atraen a los muertos, es por eso que a veces se ven caminos enteros de pétalos de estas flores que guían a los difuntos a las entradas de las casas de las personas.
Otra creencia es que el día uno, son los niños los que regresan a visitar su hogares, y el dos es el día en que regresan los adultos.

¿Qué incluye un altar?
En una de las tradiciones actuales, es común que las ofrendas contengan los siguientes elementos:

  • Flores de cempasúchil (guían a los muertos).
  • Retrato de los difuntos.
  • Cirios (comúnmente se ponen en pares y morados: significan duelo). Los cuatro cirios en cruz representan los puntos cardinales y sirven como una especie de brújula para los difuntos.
  • Dulce de calabaza (es dulce de temporada, también se acostumbra hacer dulce de camote, de chilacayote o de tejocote).
  • Papel picado (en la antigüedad mesoamericana se utilizaba papel amate, ahora se usa el papel de China).
  • Vara de tejocote (con todo y espinas) para que el difunto se abra paso.
  • Arco de caña y flores (en algunos lugares del país se acostumbra).
  • Copal, entre otras razones existe la creencia de que el aroma guía a los difuntos.
  • Agua (calma la sed de los difuntos).
  • La comida preferida de nuestros muertos.
  • Los objetos favoritos de las personas a las que les ponemos la ofrenda (una cámara, juguetes, un cuaderno, agujas de tejer, entre otras muchas cosas).
  • Y a veces los vicios favoritos del difunto (hablamos de alcohol y cigarros, no piensen mal).
  • Elementos religiosos (cruz, rosarios, imágenes religiosas, etcétera).
  • Veladoras con nombres de difuntos y una anónima para alguna alma sin ofrenda.

foto de uteart

Niveles del altar

Los altares tienen uno, dos, tres y hasta siete niveles, cada uno tiene su propio significado, el de dos significa la división del cielo y la tierra, el de tres simboliza el cielo, la tierra y el inframundo y el de siete representa todos los niveles que tiene que atravesar el alma de los difuntos para poder llegar al descanso espiritual. En un sincretismo, los otomíes simbolizan con los siete niveles los siete pecados capitales.

foto de sfmission.com

Recuperar/perpetuar/reinventar Día de Muertos

Las tradiciones se realizan porque tienen ciertos significados, a veces, sus significados cambian y las tradiciones se refuncionalizan de otra manera ¿no podríamos hacer esto con Día de Muertos? Recuperarlo y reinventarlo, hacerlo todavía más nuestro. De todos modos no existe UNA tradición del día de muertos, existen varias y cada una se alimenta de muchísimos elementos heterogéneos, todos aquellos que les hacen sentido y le significan a las personas que los realizan.

Así que, sopicuates, retomen esta tradición (junto con Halloween, no importa), háganla suya…digo ellos lo hicieron:

Ambas fotos son de sfmission.com

@Filosofastrillo

***Imagen destacada tomada de Britt Selvitelle

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Fundé Sopitas como hobby y terminó siendo el trabajo de mis sueños. Emprendedor, amante de la música, los deportes, la comida y tecnología. También comparto rolas, noticias y chisma en programas...

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