Ahogarnos en alcohol por penas de amor. A todos nos ha pasado, nos pasa o pasará. Histórica y tradicionalmente así superamos los hombres al desamor. Sin embargo, no somos los únicos seres del reino animal que actuamos así… los ejemplares machos de la mosca de la fruta hace lo mismo.
Y es que la naturaleza no se equivoca. Una investigación realizada en California y publicada en la revista Science, reveló que los machos de la mosca de la fruta también ahoga sus penas en alcohol después de ser sexualmente rechazado por las hembras.
Para la prueba se colocó a los machos de la mosca de la fruta en una jaula de cristal en donde habían hembras vírgenes y ganosas listas para tener ‘la relación’. Después se colocaron otros machos, y como ellas ya habían copulado, estos fueron rechazados. A continuación se puso a todos los machos en otra caja con dos tipos de alimento. Uno sin alcohol y otro con 15% de contenido etílico. Ya sabrán hacía dónde fueron los rechazados… a perderse en las garras del maldito vicio.
¡Para que vean como sufrimos por ustedes!
Cómo dice la canción del Chente:
“qué de raro tiene
que me haya perdido por una mujer (o mosca),
qué de raro tiene
que me este muriendo por una mujer (o mosca)”
El experimento mostró que una sustancia en el cerebro de estos insectos es la que aumenta o disminuye según sus niveles de satisfacción.
Esto explica porque las moscas macho de esta especie que sí pueden copular consumen menos alimentos con alcohol y presentan mayores niveles de una pequeña molécula llamada neuropéptido F. En cambio, las que están privadas de toda actividad sexual, consumen alcohol en grandes cantidades, y sus niveles de neuropéptido F son más bajos.
La similitud en el comportamiento de estas moscas macho y los hombres puede explicarse gracias a que los seres humanos también tenemos un neurotransmisor similar, el neuropéptido Y.
Los científicos creen que al ajustar los niveles de los neuropéptidos en las personas, estás podrían eliminar la dependencia. Ya se realizan estudios clínicos para comprobar la viabilidad de esta teoría y aplicarlo en nuevos tratamientos contra la dependencia del alcohol y otras drogas.
La próxima vez que vean una mosca triste y despistada no la maten, y mejor invítenle unos chupes. Igual y anda despechada.