Si algo se sabemos que tenemos que cambiar es el tremendo machismo en nuestra sociedad que impregna todos los estratos y profesiones, incluida la medicina. Y es que, el maltrato en servicios de salud, tanto públicos como privados, es una constante que todas nuestras mujeres (madres, hermanas e hijas) están en riesgo constante de sufrir.

Según una investigación hecha por Roberto Castro Pérez, integrante del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México, el maltrato a las mujeres en los servicios públicos y privados de salud es una constante, en particular en el área de gineco-obstreticia. Así es, lo primero que la muchos de nuestros niños y niñas experimentan al llegar al mundo es una fuerte cucharada de machismo. Y es que el maltrato va desde regaños, humillaciones, alusiones a su vida sexual, colocación de dispositivos intrauterinos sin consentimiento y otras formas de abuso, en el que los médicos incurren.

No sabemos si los médicos se sienten además directores morales (no entendemos qué los haría pensar algo así). La cuestión es que sucede, está mal y no debería ocurrir.

La investigación de Castro Pérez fue galardonada con el séptimo premio iberoamericano en Ciencias Sociales, que otorga el Instituto de Investigaciones Sociales de la máxima casa de estudios. El científico social y su equipo identificaron que los médicos (tanto hombres como mujeres, pues el machismo no es exclusivo de los hombres) se dirigen a pacientes en labor de parto con frases o bromas como:

«Aguántate, así te gustó, antes abriste las piernas»

«Claro que lo haremos (la episiotomía), a todas, de castigo»

[Episiotomía es una incisión que se hace en el perineo femenino y que abarca la piel y el plano muscular que va del perineo a la vagina y que se hace para facilitar el parto].

La investigación se basó en el testimonio de más de 200 mujeres, observaciones en las salas de parto, entrevistas y grupos focales con médicos y el análisis de las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Entre el 2000 y el 2012 la Comisión Nacional de Arbitraje Médico arbitró 2 mil 877 quejas en el área de gineco-obstreticia, que es la especialidad con el mayor número de demandas.

Según el especialista, esto no es un problema exclusivo de los médicos, sino que tiene que ver con su formación, ya que se les enseña que tienen una jerarquía mayor que la de los pacientes. Esto es resultado de que en el área médica existan mecanismos de jerarquización parecidos a los del Ejército o la Iglesia.

Reportes de abusos

En uno de los casos, se relata cómo una mujer que está dando a luz pregunta si su bebé es niño o niña, a lo que la médico (así es LA medico) contestó:

«eso no se pregunta, se pregunta si está bien o no»

Entonces, la paciente de manera obediente pregunta si está bien su bebé a lo que la médico contestó:

 «En eso estamos»

Y con eso concluyó la conversación. Luego de un rato, la madre insistió y la médico al final contestó que sí, entonces la mujer se tranquiliza al fin y cierra los ojos.

Y aunque este caso no parezca tan grave, refleja la poca empatía que tienen los profesionales de la salud con la situación de los pacientes.

La investigación también muestra que, en medio del parto, alguno médicos creen bromear (delante de las madres que están dando a luz) diciendo si a uno u a otro se le han muerto más niños al momento de nacer.

Para Castro Pérez el problema es eminentemente ético:

 «Muchas ocasiones, estos especialistas incurren en abusos que no llegan a ser delitos o negligencia, pero sí son producto de un hábito médico autoritario. Estos modos de conducirse colocan a los facultativos a punto de incurrir en violaciones más graves de derechos humanos»

Sabemos que no es bueno generalizar, aunque la investigación no dice que todos los médicos son así, sí muestra que es una práctica recurrente, y si es así se debe a que el mismo sistema en que opera la medicina (los hábitos sociales que sostienen estas prácticas) lo permite. Así que no es descabellada la idea de denunciar y pedir mecanismos que ayuden a evitar que el personal médico incurra en este tipo de tratos contra los pacientes. ¿Acaso es una locura pedir algo así?

****Vía La Jornada

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