Desde el 2008, el gobierno japonés promulgó una ley que prohíbe la obesidad y obliga a sus ciudadanos a bajar unos kilos si se exceden de peso. Sin embargo, este problema ha resurgido en Fukushima, donde los niños están engordando a causa del temor que les infunde la radiación nuclear.
Debido a que la obesidad es uno de los problemas de salud más graves que actualmente aquejan a la población mundial, hace cuatro años Japón lanzó una norma que obliga a las empresas a medir la cintura de sus trabajadores mayores de 40 años. Lo permitido en hombres es 85 cm. y en mujeres 89.9 cm.
En caso de rebasar este límite, las empresas deben reportar ante las autoridades a quienes no cumplan con lo establecido. A partir de ese momento, los señalados tienen un plazo de tres meses para bajar de peso. De no hacerlo, el Estado tiene la facultad de ordenarles asistir a terapias y clínicas para adelgazar de forma obligatoria.
Con esta norma se buscaba que las nuevas generaciones japonesas adoptaran una dieta saludable, dejando de lado los alimentos occidentales y ricos en grasa. El programa funcionaba de forma adecuada, pero el sismo y posterior tsunami que azotó Japón en el 2011 provocó que esta tendencia cambiara.
Y es el Ministerio de Educación de aquel país midió y pesó este año a cerca de 700 mil niños de entre los 5 y 17 años, encontrando que en 47 prefecturas de Japón la obesidad infantil presentó un incremento y en algunas zonas ya alcanza al 20 % del total de la población en ese rango de edad.
La tasa más elevada del problema lo registró Fukushima.
“El ejercicio físico disminuyó en Fukushima, principalmente entre los alumnos de primaria, mientras que las actividades al aire libre en algunas zonas fueron limitadas tras el accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi”, comentaron representantes del ministerio.
Y es que ante el accidente nuclear ocurrido en esa ciudad tras los sismos del año pasado, el temor a los altos índices de radiación ha obligado a las autoridades de la zona a limitar las actividades al aire libre.
El temor es compartido en otras zonas de aquel país, en donde a pesar de la lejanía, el temor a la radiación también ha limitado mucho las actividades recreativas.
Habrá que ver de qué forma las autoridades niponas solucionan este problema, y por qué no, aprenderles, ya que aquí sin necesidad de la radiación ocupamos el primer lugar en obesidad infantil.