Pues sí sopicuates, las autoridades de la Ciudad de México otorgarán incentivos fiscales y asesoría especializada a los ciudadanos que recolecten, almacenen y utilicen el agua de lluvia.
No solo se premiarán a los citadinos que recolecten y reutilicen el agua de lluvia, a sí mismo las nuevas edificaciones de la ciudad estarán obligadas por ley a instalar equipos para recolectar el agua pluvial.
De las pocas cosas que podrían alegrarnos en la vida está la nueva Ley de Agua y Sustentabilidad Hídrica que enviará el Gobierno del Distrito Federal a la Asamblea Legislativa de la ciudad.
Si la aprueban, se podría abrir un Padrón de Cosechadores de Lluvia (individuales o colectivos) que tendrán acceso a estímulos, como la reducción del impuesto predial (¡Yeeeiii!).
Por otro lado, las nuevas construcciones en la ciudad deberán instalar equipos para recolectar el agua de la lluvia, destinada al reuso o almacenamiento con fines de potabilización. El sistema deberá aparecer en todos los proyectos arquitectónicos y será requisito para que las delegaciones liberen las Manifestaciones de Construcción.
En el caso de las construcciones que estén cerca de las barrancas, las áreas verdes y las zonas boscosas, el caudal de lluvia recolectado tendrá que ser conducido hacia el subsuelo, con el fin de recargar el acuífero subterráneo.
David Vargas, de Isla Urbana, una agrupación de especialistas que han colocado sistemas captadores, expresó a Reforma:
«Es una muy buena disposición para una ciudad en donde llueve muchísimo, en donde mucha gente padece por la escasez, depende de las pipas o la entrega tandeada, y en la que la extracción de los pozos cada vez más profundos, causa un grave problema de hundimientos»
Expresó que con una inversión de, en promedio, 8 mil pesos, se puede aprovechar la lluvia, que por lo general termina en el drenaje. La inversión podrá ser recuperada en un año al dejar de pagar servicios como el de las pipas.
¿Es esto suficiente?
La iniciativa del gobierno de la ciudad es loable, nos hace felices y debería aplicarse en todo el país, pero, aunque se aplicara en la nación entera, no deja de estar lejos de ser una solución tan buena como la de regular a las fábricas y el uso que hacen de agua en la fabricación de sus productos.
Las increíbles cantidades de agua que contaminan y desperdician las fábricas nos llevan de corbata a los consumidores promedio, pues no importa cuanta agua ahorremos, ellos siempre ensuciarán mucha más agua, afectándonos a todos los habitantes del país, aunque, especialmente, a los de las localidades donde se encuentran dichas fábricas.
Ya hemos oído de los problemas que tienen las mineras con las comunidades por el tema del agua (pues dejan a los pueblos sin agua para sus cultivos, por el excesivo uso y la contaminación del recurso). Otro ejemplo es la polémica práctica del fracking para sacar petróleo y gas. Esta práctica la quieren implementar en nuestro país, pero es muy problemática (hay protestas en países como Reino Unido en contra de ella). Pues, según los ambientalistas, puede contaminar las aguas subterráneas.
Y así, existe el uso del agua en distintos procesos industriales. ¿No sería bueno que, si, en verdad nos preocupa el agua, todos la ahorremos y la protejamos en los diferentes ámbitos de nuestras vidas, desde el niño que utiliza un vaso para lavarse los dientes y no deja el grifo abierto, hasta el empresario que busca crear procesos que impidan la contaminación del preciado recurso o su desperdicio?
*****Vía Reforma