Un niño de 12 años quiere festejar su cumpleaños jugando gotcha en la Ciudad de México. Es hijo de un futbolista profesional —nacido en el sur, en Chiapas— que ha jugado en la capital del país desde hace casi dos décadas. Es una pieza constante en la defensa central del Cruz Azul.

La fiesta cumpleañera de este chavito, por supuesto, es temática.

Foto: Twitter

Como se ve en las fotos, en los videos y en toda la polémica de esta noticia —que probablemente ya conocían— estamos hablando del cumpleaños del hijo del Cata Domínguez, que no estuvo inspirada en Call of Duty, ni en Warzone; tampoco en Fortnite. Esta fiesta infantil estuvo repleta de gorras y chalecos antibalas. Todos los invitados portan las siglas JGL.

Aunque estamos a 1,200 kilómetros de Culiacán, en una fiesta de cumpleaños de niños de primaria, vemos las referencias al grupo del crimen organizado que maneja el marketing digital más impresionante en todo México. La Chapiza.

Foto: JJHats en Facebook

Tres hijos del Chapo Guzmán —o cuatro, dependiendo a quién le preguntes— han creado una startup criminal tan extraña que, al mismo tiempo que puede paralizar del miedo a una ciudad en Sinaloa, es capaz de vender merch en Instagram, juntar millones de reproducciones en Spotify, traficar droga acompañada de stickers para que pegues en tu celular, inspirar fiestas infantiles o crear un lenguaje secreto, seguido por miles de personas, en TikTok.

La Chapiza en TikTok

El hashtag con el emoji de una pizza junta más de 475 millones de reproducciones en TikTok. La palabra alucines —seguidos de otros populares emojis en la iconografía del Cártel de Sinaloa— tiene cerca 3 billones de vistas. Lo mismo sucede con el emoji de un tomate, de un alacrán, de un pollito, collares de santería, amuletos nazar, un trébol de la suerte y por supuesto, de un Ratón.

Hasta el personaje de Chicken Little aparece en las imágenes —debido a que comparte apodo y cierto parecido con el ’09’, el líder de sicarios.

Un reciente video de un boxeador, Julio César Chávez Jr., mandando saludos a la cámara se ha hecho viral gracias a lo poco discreta que es la imagen en su gorra.

Foto: Captura de pantalla de TikTok

Así como la gorra de la Chapiza o Cha-pizza con las orejas de un Ratón —¿vieron lo que hicieron ahí?—, los videos en TikTok relacionados con Los Chapitos no se manejan en secreto e incluso, con música e iconografía específica, alcanzan a millones de personas.

Si en otras partes del algoritmo de esta red social se hacen virales canciones de Lady Gaga, pasitos de Jason Derulo o bailes de Merlina, en el TikTok de La Chapiza se replican videos completamente diferentes, millones de veces.

Se ven jóvenes con tenis de suela roja bañándose con whisky o tequila, memes sobre cómo cargar el radio en el coche o bromas sobre ‘tablear’ a desconocidos. Suenan corridos con nombres completamente identificables como ‘Ch y La Pizza’ o ‘El Rápido’. Este último, por cierto, incluye algunos detalles en su letra como “a las órdenes del señor Archivaldo” o “atentos al joven Alfredo”.

Otro corrido, que curiosamente se estrenó en YouTube después de la captura de Ovidio Guzmán, dice: “listos para lo que se venga con Alfredo y con Iván”.

Ovidio, sus hermanos y los fans

La Chapiza, Los Chapitos o Los Menores —como los presentó el Gobierno de México, recientemente— son una célula del Cártel de Sinaloa encabezada por tres hijos del Chapo Guzmán.

Los hermanos Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Ovidio tienen menos de 40 años.

Como todos los empresarios millennials, los tres hermanos Guzmán parece que están convencidos de que las redes sociales son esenciales para su negocio. Sin importar qué tan oscuro o complicado sea ese negocio, claro está. “La Chapiza ha entendido, como ningún otro grupo criminal, que el cliente se tiene que sentir parte de la empresa”, me explica el periodista Óscar Balderas (@oscarbalmen en Twitter).

El especialista en investigación, escritor de la columna Nación Criminal, ha reportado cómo los negocios de La Chapiza se mezclan con el marketing digital, el capitalismo y la cultura pop para impulsar este gigantesco fenómeno de la delincuencia organizada.

Quienes los conocen un poco más, como Balderas, dividen a La Chapiza en tres grupos; similares, cercanos, pero separados:

  • Los cercanos: Aquellos que trabajan en la organización, miembros del crimen organizado.
  • Los del contacto tangencial: Quienes viven cerca, quienes tienen un contacto, quienes les han comprado o quienes han trabajado esporádicamente con ellos.
  • Los fans: Jóvenes que, sin ser miembros de la delincuencia, entrelazan su identidad con el cariño que sienten por La Chapiza o la simpatía por sus líderes.

Este último grupo es el que impulsa el fenómeno en redes sociales, miles de jóvenes que los siguen “como si fueran fans de Taylor Swift, Beliebers, o las chavas que les gusta el K-pop”, explica Balderas.

El fenómeno pop de la Ch y la Pizza

A diferencia de otros capos conocidos en México como El Mayo, que tiene cerca de 75 años; o El Mencho, de quien existen reportes que su salud empeora con la edad; o del Marro en Santa Rosa de Lima que era conocido por no saber leer, ni escribir; los líderes de Los Chapitos presentan un atractivo distinto.

Son jóvenes.

Pensemos en Ovidio Guzmán, que nació en 1990, tiene un apodo identificable e incluso es… digamos, “visualmente agradable” para la cámara. Basta con leer los comentarios en cualquiera de sus videos en redes sociales.

“Son un grupo criminal con líderes millennials”, explica Óscar Balderas.

“El argumento del capo sinaloense que creció en la pobreza ya no aplica. Los Chapitos son morros que nacieron en cuna de oro. Son millonarios”, cuenta el periodista. Traen los mejores celulares, saben usar las redes sociales, estudiaron en las mejores escuelas. Son innovadores. “Entienden, como nadie, que tienen una capacidad de crear un fandom que los va a proteger en su bastión”.

¡¿Un fandom?! Pues sí.

Al interior de La Chapiza tienen canciones, tienen pósters, tienen TikTok, tienen gorras o marcas de ropa. Organizan giveaways en Instagram, venden merch por WhatsApp, graban podcasts e incluso, me cuenta el investigador, te regalan hasta pines para tu chamarra o tu mochila si visitas alguna de sus narcotiendas en Culiacán. “Todo lo que un adolescente quiere. ¿Qué más quieres si eres seguidor de algo?”, pregunta Balderas.

Gracias a internet o a las redes sociales, La Chapiza se ha convertido en una nueva subcultura mexicana; como hace unos años lo fueran los emos, los punks o los metaleros.

“Es que las redes sociales son un lubricante”, me explica en una llamada el psicólogo Jorge Valenzuela.

Valenzuela es un investigador en narcocultura juvenil en Culiacán, de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Desde su página en Facebook trabaja en la divulgación científica sobre alcohol, conducta impulsiva y cómo las redes sociales impactan en la vida diaria.

“Las redes sociales hacen que exista muy poco roce. Hace que sea muy fácil de apropiarse. Te evitan lo complicado. Es un lubricante cognitivo c@bronsísimO. No tienes que hacer nada. Solo tienes que tener el celular en la mano”, me cuenta el psicólogo sinaloense.

La teoría del especialista es sencilla. Considera que, para los jóvenes, es más sencillo acercase a La Chapiza por TikTok gracias a que los emojis, los corridos o la iconografía le brindan a los jóvenes la seguridad de pertenecer al grupo —el diferenciador— sin pasar por todos las pasos complicados para, de verdad, pertenecer al crimen organizado.

“Los jóvenes que construyen su identidad van buscando una certeza”, explica Valenzuela.

La Chapiza en internet les brinda la oportunidad de pertenecer a un grupo que, además, no pinta mala cara, al menos digitalmente. “En TikTok ellos jamás te hablan de que son unos vale-madres, de que levantan personas, matan gente o son un mal social”, cuenta. “Siempre hablan de salir adelante, de joyas o de marcas. Suena atractivo”.

“Suena como un proyecto de vida viable, ¿me entiendes?”, dice el psicólogo.

Foto: Captura de pantalla

TikTok ha ayudado a darle amplitud a los mensajes de narcocultura, consiguiendo personas afines a La Chapiza en cada esquina del país.

Antes de colgar nuestra llamada, el profesor nacido en Sinaloa se ríe —más sorprendido que porque de verdad sea chistoso— al recordar el número de playeras de Ovidio Guzmán que ha visto mientras trabaja con chavos de secundaria en Aguascalientes.

El marketing secreto de La Chapiza

Emojis, playeras, gorras, logos, ratones, pizzas, siglas o corridos que se hacen virales, ¿para qué le sirven tantas cosas a La Chapiza?

“Tenemos que recordar que son un grupo criminal, a pesar de que puedan parecer inofensivos o divertidos, es una estructura que activamente está cometiendo delitos, especialmente tráfico de drogas”, me recalca el periodista Óscar Balderas.

Culiacán el 6 de enero de 2023 // Foto: Cuartoscuro

Y es que, según el autor de Nación Criminal, esto es más que un fenómeno de las redes sociales.

Me cuenta que, claro, en TikTok son extremadamente populares, pero esto tiene efectos más allá de la pantalla. Los efectos de La Chapiza se sienten en la vida real.

“Tienen un entendimiento distinto de cómo generar comunidad”, explica.

“Son empresas criminales. Con un marketing muy claro. Te hacen leal, te hacen sentir que hay una marca que te respalda. Te apapachan. Intentan recibirte por tu nombre. Te dicen: ‘si esta [droga] no te sale buena, te la cambio por otra’. Servicio al cliente”

—Óscar Balderas, periodista de investigación.

El periodista me cuenta que en los puntos de droga de La Chapiza también venden playeras, gorras o bolsas. “Compras tu mota y el güey te dice: ‘ahí te va tu pilón’ y te echan una playerita”, dice.

Pero esto no es tu cafetería de moda.

Después de todo, aunque no parezca —y a veces uno se sienta en clase de marketing—, seguimos hablando de narcotráfico. Los emojis, los logos, las drogas brandeadas son, también, una estrategia de control territorial.

Si pasas por la zona controlada por La Chapiza en Culiacán y en algún momento alguien nota drogas con una estampa distinta, si ven cocaína del color equivocado, empiezan los problemas. Durante la pandemia, si traías una cerveza de contrabando que no tenía el logo del Ratón, “ahí sí te chingaban”, explica Balderas. “Y no solo te agarran a ti, también te obligan a decirles de dónde la sacaste. Hubo gente que murió por no traer una estampa”.

Cualquier detalle fuera del marketing secreto es signo de que alguien está compitiéndoles la plaza… y cuando hablamos de la vida real, La Chapiza no reacciona con caritas felices.

La plataforma Insight Crime —especializada en el estudio del crimen organizado en México— eligió a La Chapiza con su polémico premio a Campeones Criminales de 2022, pero no porque fueran, ni de cerca, el grupo armado más fuerte en nuestro país.

“Son narcoinfluencers”, escribieron. “Venden metanfetaminas, fentanilo y cocaína, pero también un estilo de vida”.

Con el celular en la mano, con la práctica casi automática de escribir cientos de mensajes cada día, nada suena más inofensivo que un emoji. Hablar de pizzas o ratones podría ser cotidiano, pero en el mundo de La Chapiza en TikTok, resultan señales extremadamente poderosas.

Mensajes de una startup del crimen organizado, de una nueva manera de ver el narcotráfico y de un fandom que llega más lejos, o cerca, de lo que pensabas.

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Soy Max Carranza y me he pasado la vida rodeado de memes, cultura digital y bastantes horas frente a las pantallas. En el camino me encontré la pasión por abordar los temas sociales más urgentes e intentar...

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