Por Lucía Petersen

Cada seis años, la vida pública del país gira alrededor de las elecciones presidenciales. Sin embargo, éste no es necesariamente el cargo que más impacto tiene en nuestra cotidianidad. La realidad es que casi nunca le damos importancia a elegir y dar seguimiento a quienes discuten y aprueban las leyes locales, a quienes aprueban el programa de desarrollo urbano o el presupuesto de la ciudad; o a quienes toman decisiones sobre los servicios públicos como el transporte, el alumbrado y el agua.

Cuando toca elegir a la persona que va a ocupar la presidencia de México, aumenta la participación de las personas en la votación. Nos queda muy clara la importancia de hacerlo. Mientras que después, a los tres años, cuando cambia únicamente la composición de los congresos locales y las presidencias municipales, nos parece más fácil dejar de ir a las casillas. En promedio, las elecciones en las que se disputa la presidencia del país cuentan con una tasa de participación de 65 por ciento, mientras que en las elecciones intermedias la participación promedio es de sólo 50 por ciento.

Es claro que el tema nos obsesiona. Los medios lo explotan al máximo en cada revista de variedad y cada noticiero. Las redes discuten cada detalle y acontecimiento, por menor que sea. Las campañas de los partidos giran alrededor de lo nacional, a veces sin nombrar siquiera a los candidatos locales. La elección se vuelve un espectáculo. Para muestra el nivel de expectativa e interacción con el debate presidencial del domingo pasado.

Dentro de 70 días estaremos frente a la jornada electoral más grande de México. Vamos a elegir más de 3000 cargos públicos, de los cuales 1596 corresponden a presidencias municipales y en 27 estados se renovarán los congresos locales. Y, sin embargo, sólo nos interesamos por un debate y una agenda: la presidencial.

Debate presidencial INE 2018
Foto: altonivel.com.mx

No es casualidad que los escándalos de corrupción, de abuso de poder, de impunidad que más nos han dolido en los últimos dos años, estén relacionados con las autoridades locales. Gobernadores, alcaldes y diputados locales y federales operan redes de corrupción hacia fuera y dentro del gobierno; policías municipales violando derechos humanos; fiscalías que dejan pasar casos de abusos y violaciones sexuales. Algo no está funcionando. Estamos dejando de organizarnos alrededor de los espacios que tenemos más cerca, en donde están nuestros representantes más directos y en dónde tenemos mayor facilidad de incidir.

La figura presidencial es sumamente importante en nuestro sistema, pero esto no tiene que seguir siendo así. Necesitamos más contrapesos en el legislativo, el judicial, organismos autónomos, así como una sociedad más participativa. Necesitamos poder confiar en nuestras instituciones. Necesitamos poder gestionar nuestros problemas más cercanos desde nuestra localidad.

Las elecciones no deberían ser el único momento en el que hablemos de política y mucho menos únicamente de los temas del ejecutivo federal. Tomemos esta época como la oportunidad de introducirnos en la participación ciudadana desde nuestras colonias, barrios y pueblos. Democracia no es poner una boleta en una urna cada trienio; es participar diariamente en las decisiones que nos afectan a nosotros y a nuestras comunidades. Eso no se puede hacer en Los Pinos, pero sí en las plazas y parques de nuestra comunidad.

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Lucía Petersen es parte de Wikipolítica CDMX, una organización política sin filiaciones partidistas.

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