Siempre es lo mismo y nos gusta que sea así, nosotros los aficionados damos legitimad al mediocre nivel del futbol mexicano. Señalar culpables lo puede hacer cualquiera, decir que el problema es el DT es aún más sencillo; y la verdad es que no hay cosa más inquietante que la unanimidad. Poco común que los aficionados mexicanos (de cualquier cosa) coincidan en algo de forma prácticamente unánime, es preocupante ¿Están seguros que el culpable se llama José Manuel de la Torre?

El problema del futbol mexicano va mucho más allá…

Como decía anteriormente, nosotros damos sello de garantía a todos los males que aquejan al futbol mexicano. Compramos las falsas expectativas de los medios de comunicación oficialistas y porristas del Tri; nos dejamos llevar por el discurso que asegura que México puede competir con los históricos de este deporte; avalamos un sistema de competencia que promueve la mediocridad y nos ofrece un mes de espectáculo y buen juego; aplaudimos que nuestros equipos locales hagan rimbombantes contrataciones de jugadores sudamericanos tapando así las oportunidades para los jóvenes talentos; permitimos que el nivel del futbol mexicano se desubique de su realidad por torneos –con gran valía- pero que son muy diferentes a las competencias de primer nivel donde compiten los verdaderos pesos pesados, es decir, creemos que los mundiales sub-17 (donde han sido campeones países que no figuran en el futbol de élite) nos acreditan como potencia emergente; nos aferramos a futbolistas totalmente sobrevalorados (Chicharito) y los llamamos ídolos ante la falta de talento; consumimos el increíble aparato mercadológico vende humo del futbol mexicano.

Es verdad, Chepo NO merece continuar al frente del seleccionado nacional y no porque sea un mal técnico pero su falta de autocrítica y nula reacción ante las eternas circunstancias de un partido no son dignas de un equipo que pretende colocarse entre los mejores ocho de un mundial.

Pero la verdad es que correrlo no solucionará algo real. Probablemente, puede llegar alguien a sacar “las papas del fuego” mejorar ligeramente el nivel de juego y quizá, colarse a los cuartos de final de Brasil 2014 ¿pero y después? Todo indicaría que la historia de siempre, las penurias de siempre, los chispazos ilusorios de siempre, la mediocridad de siempre y no un proyecto de futbol que vaya más allá de la generación millonaria de ingresos para los magnates del futbol mexicano, los dueños del balón.

Le pasó a Mejía Barón, a Bora, a Lapuente, a Aguirre, a La Volpe, a Hugo, a Aguirre de nuevo y ahora al Chepo, fueron injustas víctimas un gran problema. Siempre se señala a un solo culpable, analizándolo fríamente esto carece de sentido ¿cómo un asunto tan complejo puede reducirse a una sola persona? Nos  negamos a creer que existe una carencia de talento, encumbramos a los poquísimos destacados y en caso de que no haya tenemos que recurrir al naturalizado que es figura en nuestra mediocre liga local.

Es cierto, cambiar al entrenador puede servir a la coyuntura pero bajo esa lógica nunca lograremos llegar al nivel de élite que tanto anhelamos. Es sólo un parche para un enorme producto cultural que se viene pudriendo desde que los dueños del balón decidieron ensanchar sus bolsillos de billetes verdes al secuestrar este deporte.

Se ha privilegiado lo económico por encima de lo futbolístico. Partidos moleros, comerciales de figuras infladas, una liguilla que sólo prevalece por sus altos niveles de raiting, generar expectativas irreales con tal de vender y vender un futbol mediocre.

¿Las soluciones? No son correr al Chepo o cambiar a los jugadores “porque no juegan con amor”, ni siquiera tendríamos que cambiar a los ambiciosos dueños; bastaría con hacerles entender que no hay mejor forma de vender su producto mas que mejorándolo.

Elevar su nivel lo vendería hasta en el extranjero como lo hacen las ligas europeas y algunas sudamericanas, pero prefieren apostar al negocio mediocre al que ya nos han acostumbrado.

El futbol mexicano requiere de un sistema de competencia donde no baste con 18pts y una buena racha para ser campeón, necesita librarse de los partidos amistosos en Estados Unidos y jugar contra rivales de verdad, darle mayor seriedad a la Copa Libertadores donde se encuentra un nivel muy diferente al de la Concachampions o la Copa Mx, darle prioridad a la Copa América, es más, si de verdad se quisiera avanzar debería desafiliarse de la CONCACAF para irse a competir a Conmebol, donde no iría a todos los mundiales pero encontraría un futbol que le exija. Hace falta competencia para exigirse más y así elevar el nivel, y no conformarse con las miserias de siempre.

Se debe reducir la cuota de jugadores extranjeros (que muchas veces resultan petardos) y dar espacio a los jóvenes, pues la falta de talento es evidente; no puede ser que jugadores tan medianos como Huiqui, Aldrete, Layún, Velarde sean seleccionados nacionales.

El Chepo sólo es la tangente, el culpable con el que la multitud descarga su frustración, pero no es más que un pequeño engrane de una enorme maquinaria que a final de cuentas, antes que un negocio, es un producto cultural. Dentro de miles de años el futbol será considerado como una pieza clave y simbólica de la cultura mundial de nuestros días, una actividad que genera pasión, felicidad, tristeza y también mucha enajenación.

A los mexicanos nos encanta este deporte, tan del pueblo, accesible para cualquier chico con un balón medio inflado y un par de piedras; es importante cuidarlo porque es parte de la vida de muchos de nosotros, forma parte de nuestra concepción del mundo, aunque lamentablemente haya sido capturado por fines económicos, muchos logramos ver más en él, más que un aparato de enajenación, podemos encontrar una filosofía, un deporte que genera diversos fenómenos.

Por eso debemos rescatarlo de las garras del dinero y devolverle la esencia que los dueños del balón (que ni jugarlo saben) le robaron, exigir calidad, exigir soluciones de fondo y no conformarnos con el despido de un simple entrenador que hizo su mejor esfuerzo y no le alcanzó.

Aldo Bravo

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