La ida de la semifinal de la Copa Sudamericana entre Boca Juniors y River Plate dejó muchas cosas al aire. Los “Millonarios” buscaron en casa en el partido de vuelta convertirse en finalistas, situación que gracias a Leonardo Pisculichi y Marcelo Barovero se inclinó a su favor.
Todavía la gente no se acomodaba en los asientos del Monumental y el arquero local ya había atajado un penal a Emmanuel Gigliotti, un bálsamo que, minutos más tarde, terminaría en el gol decisivo que les daría el pase a la final que se jugará contra el Atlético Nacional de Medellín.
Como sucede en cada Superclásico, el estadio estaba lleno, todo se pintó de blanco y rojo para recibir de la manera más hostil posible a los xeneizes, quienes por más que insistieron nunca pudieron batir el marco rival y sucumbieron ante uno de los mejores equipos del futbol argentino.
La imagen de Barovero salvando a su equipo con la mano derecha tras el penal ya le dio la vuelta al mundo, es portada en muchos diarios sudamericanos y deja a un paso de convertirse en el monarca sudamericano a uno de los mejores equipos del continente.