¿Se acuerdan del caso de extorsión en el que diputados panistas, líderados por Villarreal, pedían «moches» a los alcaldes para «aflojarles» los presupuestos para sus respectivas localidades? Bueno, pues lo que mi abuela llamaría «un verdadero embarradero» ya llegó a ensuciar el buen y santo nombre de los diputados priistas.

Cuando lo leímos en el Reforma, no lo creímos ¿el PRI salpicado en el escándalo de los «moches»?

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Pero bueno, después de recuperarnos de esta increíble y nada obvia noticia, seguimos leyendo. Al parecer, la investigación fue hecha por el diario A.M. De León y en ella se revela que no sólo Villarreal y su séquito blanquiazul se dedica a pedir dinero a los alcaldes o contratos en sus localidades a cambio de darles presupuesto, sino que también podría estar involucrado el coordinador del PRI en la Cámara de Diputados: Manlio Fabio Beltrones. 

¿En que se basan para hacer estas declaraciones? Bueno, al parecer, testimonios de legisladores y alcaldes de Guanajuato apuntan a que el señor podría estar involucrado en el cobro de comisiones por la gestión de fondos federales (es decir, que piden su «moche» a cambio de entregar la parte del presupuesto federal que le toca al alcalde).

No sabemos si es un giro desesperado para hundir a los más posibles ahora que el buen nombre de los panistas ha sido manchado con este escándalo, o si sólo es el natural seguimiento de lo que debería traducirse en alguna acción por parte de los otros legisladores, o los demás poderes de la Unión (por lo menos algunas declaraciones por parte de funcionarios o el presidente).

peña nieto lo que sea

Si el presidente tiene el poder para exorcizar a la gente, esperemos que también lo tenga para exorcizar la Cámara de Diputados o por lo menos para preguntarles qué pasa.

En diciembre del 2012, el alcalde de Celaya, Ismael Pérez Ordaz, confió a integrantes del Ayuntamiento que el coordinador del PAN, Luis Alberto Villarreal, y el del PRI, Beltrones, le ofrecían 160 millones de pesos para pavimentación del municipio a cambio de una comisión y de asignar las obras a la empresa que le indicaran. 

Además, las personas que iban a cobrar los moches siempre se identificaban como «enviados de Villarreal y Manlio» así lo afirmaron los funcionario de la ciudad de la cajeta más rica: Celaya.

Según versiones de alcaldes priistas, Luis Fernando Heras Portillo, colaborador de Beltrones, era el principal promotor, coordinador y cobrador de moches de los municipios gobernados por el PRI (si fuera él, no pondría todo esto en mi próximo currículum).

Un año después de todo esto, las acusaciones llegaron a oídos del Gobernador Márquez y de Gerardo Trujillo, presidente estatal del PAN, éste último ordenó a los alcaldes que callaran.

Según un testigo el gobernador les dijo:

«Fue muy claro; nos dijo que no cayéramos en manos de los extorsionadores, los nombres de Manlio y Villarreal se escucharon varias veces»

Aquí tenemos al gobernador Márquez siendo bueno con los niños.

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El periódico hace un recuento de las localidades y las cantidades millonarias de recursos que se fueron logradas gracias a la «ayuda» de Beltrones, al mismo tiempo las obras que se realizaron a por lo menos 6 constructoras que se vinculan a Heriberto Velázquez Campa, uno de los hombres que iba a cobrar los «moches» a Celaya.

¿Por qué nos interesa el caso de los moches?

Fuera de todo el escándalo o a la gente que se puedan llevar entre las patas a la hora de que caigan o se enloden los participantes de los «moches», lo importante aquí es que muestran varias cosas. La principal es la manera en la que había estado funcionando el Estado mexicano, en la cual un determinado círculo de poder, ignorando sus ¿diferencias políticas? ejercen un poder político y económico en otro sector más débil (el de los alcaldes) para beneficiarse personalmente de la gestión de los presupuestos. Es increíble que, ni siquiera, entre la gente del mismo partido se cuide y se extorsionen entre ellos ¿no habla pésimo, no ya de su servicio público, sino de su calidad de personas el que los miembros de los círculos del poder más altos no protejan ni a los que están en su mismo equipo?

De dientes para afuera parece que se defiende una ideología política y en los intestinos de la política mexicana todo se reduce a círculos de poder que no entienden ya de diferencias políticas, sino sólo de malas prácticas. ¿Lo que debería ser urgente entonces no sería pedir que algo suceda para desarticular este tipo de acciones? Pedir, por lo menos, que el presidente se pronuncie al respecto, que haya una investigación por parte del poder Judicial o el mismo poder Legislativo. ¿No son estas las viejas prácticas que se supone, en la nueva administración, ya no iban a existir?

****Vía Reforma

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