Para que Estados Unidos deje de recibir “lo peor” de otros países, el presidente Donald Trump sorprendió ayer con la propuesta de una reforma migratoria que daría chance que extranjeros permanezcan e ingresen a su país. Pero no cualquier tipo de extranjeros.

Tras 39 días en el poder, Trump se presentó ayer por la noche ante las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos. Como ya es tradición, para conseguir el aplauso fácil, retomó sus ideas de “los estadounidenses primero”, “construiremos un gran muro”, “lo que se viene será tremendo”, “haremos a Estados Unidos grande otra vez” y “ódiame más” (bueno, la última no… pero ya poco le faltó).

Sin embargo, dentro de tanta palabrería a la que ya nos tiene acostumbrado, el exótico republicano sorprendió con un importante aviso: el proyecto de una “reforma migratoria”, la cual tendrá como objetivo desaparecer a los “inmigrantes menos calificados” y dar chance de que en el país estén aquellos que –a su criterio– lo merecen. Es decir, un sistema basado en el mérito.

Con lo anterior, la permanencia o ingreso de los extranjeros a los Estados Unidos no dependerá de vínculos familiares (como primordialmente ocurre desde 1965), sino en la demostración de solvencia en términos económicos y contar con altos méritos profesionales.

“Al cambiar del sistema actual de migración de habilidades bajas por un sistema basado en el mérito, tendremos muchos beneficios: ahorrará al país incontables dólares, aumentará el salario de los trabajadores y ayudará a las familias pobres, incluyendo a las de migrantes, a incorporarse a la clase media”, aseguró el republicano.

Previo a su primer acto frente al Congreso estadounidense, se especuló que Donald Trump anunciaría su disposición a regularizar el estatus laboral y de residencia de inmigrantes indocumentados que no tengan antecedentes penales: “el presidente ha sido muy claro en que se necesita arreglar las imperfecciones del sistema de inmigración, y para ello se requiere una reforma masiva, por lo que está abierto a tener conversaciones para sacarla adelante”, señaló la segunda portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huackabee, para The New York Times.

Sin embargo, el anuncio de la regularización de inmigrantes no llegó… al menos no para el grueso de ellos: los que trabajan en campos, restaurantes, fábricas, y que llegan a Estados Unidos por necesidad. Ellos, al parecer, continuarán siendo blanco de los operativos en los que “sólo” se arrasa con narcotraficantes, pandilleros y criminales que amenazan a la seguridad ciudadana. “Los malos se están yendo esta noche mientras les hablo, tal y como lo prometí”, comentó Trump ante un Congreso que se soltó en aplausos para su presidente.

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