El principio del cuento “Tema del traidor y del héroe” de Jorge Luis Borges reza de la siguiente manera:
“Bajo el notorio influjo de Chesterton (discurridor y exornador de elegantes misterios) y del consejero áulico Leibniz (que inventó la armonía preestablecida), he imaginado este argumento, que escribiré tal vez y que ya de algún modo me justifica, en las tardes inútiles. Faltan pormenores, rectificaciones, ajustes; hay zonas de la historia que no me fueron reveladas aún; hoy, 3 de enero de 1944, la vislumbro así”
Apenas un mes más tarde, el texto apareció en el número 112 de la revista Sur. Aquí comienza la historia secreta que Borges ideó hace más de medio siglo y de cuya trama hoy somos parte. En un ejemplar de la revista que apareció en la Biblioteca Nacional en Buenos Aires se descubrió recientemente un pequeño manuscrito autógrafo del escritor en el que agrega un párrafo al final de su texto. El hallazgo es tremendo, según aseguró Ezequiel Grimson, director de Cultura de la Biblioteca, cuyas declaraciones hoy han sido reproducidas cientos, tal vez miles, de veces.
En tales declaraciones Grimson no se contentó con ensalzar el descubrimiento, sino que aprovechó para lanzar una bofetada a distancia (o telebofetada) a los dueños de los manuscritos y los derechos de publicación de Borges. No podemos asegurar que el escritor haya previsto estas declaraciones tal y como aparecieron; aunque tampoco podríamos asegurar lo contrario, pues lógicamente él mismo eligió a sus herederos, al menos en cierta medida. Como sospechamos que somos parte de una trama del maestro argentino, reproduciremos las declaraciones una vez más. No porque sean especialmente significativas o informativas, sino porque, lo intuimos, la repetición es la clave de esta historia:
“Se trata del primer manuscrito importante de Borges que está en custodia del Estado argentino, ya que todos los otros se han vendido al exterior o se encuentran en manos privadas”
Hasta aquí no hay nada anómalo: un escritor escribe, unos investigadores investigan, un director declara y los medios reproducen. No obstante, detrás de esto hay una equivocación que ha desenrollado la trama cuidadosamente guardada por Borges en 1944. El segundo final que él propone para su texto y que apareció en un manuscrito dentro de un ejemplar del número 112 de Sur, que guardaba celosamente la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, es exactamente (con algunas tachaduras de más, pero sólo eso) el mismo final que apareció en su libro Ficciones, publicado ese mismo año.
La versión del cuento que todos conocemos es la de Ficciones, la del párrafo agregado. En cambio, la versión que la inmensa mayoría de nosotros ha olvidado es la de Sur. Entre otras cosas porque el final del cuento en Ficciones es infinitamente mejor al del texto original, sin lugar a dudas. No obstante, Borges guardó ese pequeño manuscrito y varias correcciones más dentro de Sur, precisamente para que fuera encontrado. Una de las imágenes favoritas de este escritor era el laberinto, otra era la biblioteca; y en su práctica literaria ambas simbolizaban prácticamente lo mismo: las posibilidades infinitas, la multiplicación incansable de caminos, de retruécanos, de salones inexplorados y de algunos otros que jamás podremos explorar.
El manuscrito trascendió las noticias diarias y fue reproducido en un par de días más de lo que lo había sido en más de cincuenta años. Pero la repetición, aún en su más fiel testimonio, siempre es otra cosa. Lo sabía Borges y lo sabía Pierre Menard, el autor del Quijote. La trama tejida desde una lejana tarde bonaerense de 1944 deriva en el olvido del párrafo de Ficciones. Diversos medios electrónicos (algunos de ellos muy importantes) han celebrado efusivamente el “nuevo” final del cuento. Voluntariamente decidieron olvidar el texto que ya conocíamos, o simplemente actuaron como herramientas borgianas para demostrar que la repetición siempre es otra cosa.
El “nuevo-viejo-nuevo” final reza de la siguiente manera:
“En la obra de Nolan, los pasajes imitados de Shakespeare son los menos dramáticos; Ryan sospechaba que el autor los intercaló para que una persona, en el porvenir, diera con la verdad. Comprende que él también forma parte de la trama de Nolan… Al cabo de tenaces cavilaciones, resuelve silenciar el descubrimiento. Publica un libro dedicado a la gloria del héroe; también eso, tal vez, estaba previsto”
Sospecho que el autor intercaló este párrafo en un insulso papel dentro del número 112 de Sur para que una persona, en el porvenir, diera con la verdad. Comprendo que también formo parte de la trama de Borges… Pero al cabo de efímeras cavilaciones resuelvo que yo no soy esa persona y el error es mío. Los que han dado con la verdad son esos medios que supieron ver que el final era inédito, que la repetición siempre es otra cosa. También eso, tal vez, estaba previsto.
por Fernando Barajas
a Liliana Weinberg y a Alma Martínez