En 1973, el cine de terror llegó a una de las cimas más importantes. El exorcista se convertía en una de las películas del género más taquillera de todos los tiempos. El cine de terror siempre ha tenido serias dificultades para ser reconocido por la crítica, la academia y la audiencia como un género completo, que propone y entretiene.
El exorcista inauguró la década de los setenta de la mejor manera y un año después, otra película, con menos presupuesto, con un argumento más crudo y un enfoque nuevo (que propondría las nuevas pautas del slasher film), se estragaba en Estados Unidos: The Texas Chainsaw Massacre.
La película dirigida por Tobe Hooper inauguró un argumento que veríamos repetido, modificado y homenajeado a lo largo de los años: un grupo de jóvenes, felices, atractivos, aventureros, van en un road trip a investigar el allanamiento de la tumba de su abuelo y deciden pasar por la vieja casa familiar. Sally Hardesty (Marilyn Burns), su hermano Franklin (Paul A. Partain) y sus amigos, Jerry (Allen Danziger), Kirk (William Vail) y Pam (Teri McMinn), viajan juntos en una camioneta que los llevará a una pesadilla alucinante.
Todos recordamos la escena en donde el grupo recoge a un tipo que pide aventón, quien les habla de su familia la cual se encarga del matadero del lugar. Nos acordamos claro del momento en que se corta la mano con una navaja por diversión. Claro, nos acordamos de la familia del matadero, de la escena de tortura y desde luego, de leatherface la estrella de la película, el asesino con máscara de piel (inspirado, aunque no basado, en Ed Gein, asesino serial norteamericano que fue también base para Psycho de Hitchcock). Sin embargo, no muchas veces nos ponemos a pensar lo realmente importante que esta película fue para el género.
Las escenas y dirección de Hooper marcaron la senda narrativa, formal e interpretativa para directores de la talla de Wes Craven o Carpenter. Está por ejemplo la persecución de Leatherface y Sally a través de los árboles. El asesino va tras la joven quien trata de huir entre las ramas y la vegetación mientras la cámara les sigue en distintos planos. Esta escena, la de la joven huyendo por un bosque se volvería cardinal para películas como The Evil Dead por ejemplo y décadas después sigue repitiéndose sin cansancio.
La escena de la tortura es otra que actualmente causa un terror enorme: tenemos elementos que ya Hitchcock había dibujado como la familia inadaptada, pero también la tortura como parte importante del ritual del desquiciado, por un lado la niña buena, inocente y por el otro, la familia corrompida, caníbal, que detesta, pero se consuela en su propia lejanía del mundo normal. Esta escena es básica para pensar la evolución de los slasher films y llegar hasta el gore del siglo XXI.
También, como decíamos antes, la obra de Hooper no fue la primera en basarse en los actos de un asesino serial para construir la historia, ya el cine había visto la adaptación de varios casos como el de Ed Gein, sin embargo, la película sí ayudó a introducir un cambio importante, aunque pequeño, la leyenda Basado en hechos reales antes de la reproducción de la película.
Este pequeño anuncio fue uno de los recursos más socorridos del cine de terror (lo es todavía) y agregaba un cierto sabor de boca diferente: el espectador ya no se enfrentaba solo a la narración, sino tal vez a la representación de hechos terribles, el pacto de ficción se modificaba.
Este recurso se utiliza cada vez más, pero llevarlo más lejos fue muy importante para el found footage o falso documental, cuyo máximo representante sigue siendo El proyecto de la bruja de Blair o las campañas de promoción como la de The Fourth Kind.
En La masacre de Texas está también uno de los pilares del cine de terror: el equilibrio perfecto entre lo sexual y la muerte, entre el eros y el tanathos.
Los adolescentes atractivos, casi vírgenes que coquetean todo el tiempo y cuya muerte resulta excitante para el asesino y la audiencia; las pulsiones más básicas (también esbozadas en la escena de la bañera de Psycho), son los cimientos del cine de la década de los 70, 80 y 90. Sólo hace falta recordar Halloween, A Nightmare on Elm Street (con otra soberbia escena de bañera) y claro, Friday the 13th, en donde, si recuerdan bien, Kevin Bacon es asesinado justo después de tener sexo.
El sexo y la muerte tendrían un maridaje perfecto en la tradición cinematográfica del slasher film, que encontraría su última cumbre en películas tardías como Scream.
Esta tensión está también insinuada genialmente en la obra de Hooper.
Hay, desde luego, muchos más rasgos de los que podemos hablar, pero no cabe duda de que La masacre de Texas es un clásico que no puede envejecer y que se convirtió en un parteaguas de la era dorada del terror norteamericano.