El New York Times publicó hoy un reportaje que revela los mecanismos norteamericanos para influir en los altos mandos mexicanos; entre los involucrados está el general Moisés García Ochoa, quien, según declaraciones de funcionarios estadounidenses, participaba en actos tan corruptos que la Casa Blanca se vio obligada a evitar que Peña Nieto lo nombrara Secretario de la Defensa Nacional.

La administración de Obama, según el reporte, se preocupaba por las sospechas que la DEA tenía acerca de posibles lazos del general García Ochoa con el narcotráfico; de la misma forma, la Casa Blanca temía que el general hubiera hecho mal uso de los recursos militares, al grado de haber obtenido dinero de los contratos multimillonarios de defensa.

De acuerdo con el reportaje, Earl Anthony Wayne, vicepresidente de Estados Unidos en México, se reunió con los principales colaboradores de Peña Nieto, días antes de su toma de protesta para expresar su preocupación acerca de la promoción del general Ochoa.

Ochoa tiene un currículo envidiable, tiene tres maestrías, se ha encargado de dos misiones diplomáticas, tiene numerosos cursos y diplomados impartidos por la DEA misma, ha publicado tres libros y presentado conferencias en la UNAM, en el Colegio Militar y en el Senado de la República, además, fundó El Centro de Inteligencia Antinarcóticos.

El diario NYT reporta que los conocidos del general afirman que es un hombre franco y han quedado sorprendidos con la forma tan directa en la que García Ochoa se expresaba sobre la estrategia de seguridad de Calderón y la corrupción gubernamental.

García Ochoa estaba genuinamente preocupado de que la corrupción le daba al ejercito un mal nombre, y que si no se hacía nada al respecto, podría dañar las relaciones con Estados Unidos”, afirmó una persona que acudió a reuniones que mantuvieron en secreto García Ochoa y algunos funcionarios norteamericanos en San Antonio. Según el reporte, el general no confiaba  en sus pares mexicanos.

Moises García Ochoa (izquierda).
Moises García Ochoa (izquierda).

A pesar de todo, el gobierno estadounidense se encargó de generar un “alarmante portafolio” con sendas acusaciones a García Ochoa, por ejemplo, se sospecha que, durante su papel como director de administración y adquisiciones militares, el general pudo haber sustraído enormes cantidades para su beneficio como el contrato por 355 millones de dólares para la compra sofisticada de aparatos de vigilancia; ni el dinero, ni el uso de estos aparatos fueron reportados a las autoridades –la prensa mexicana también cubrió el evento.

Al parecer, los actos de corrupción del general eran tan evidentes para los funcionarios estadounidenses que llegaron a apodarle “Sr. Diez Porciento”, por la forma en que manejaba los contratos. Otros alegan que, al encabezar una redada contra el cártel de Juárez, el general permitió a Amado Carrillo Fuentes, escapar antes de que comenzara el asalto. Sin embargo, las fuentes estadounidenses del reporte aseguraron que nunca se pudo encontrar algo “incontrovertible”, de tal manera que no había material suficiente para armar un caso.

Los más cercanos a Peña Nieto se reunieron para discutir si “compartían” la preocupación del gobierno estadounidense  por los actos del general. Finalmente el puesto fue para el General Salvador Cienfuegos Zepeda y García Ochoa fue enviado  a la base militar del estado de Coahuila, en la frontera con Estados Unidos, un semillero de fugas carcelarias, corrupción policiaca y asesinatos políticos.

Garcia Ochoa DEA

EL reportaje de The New Yor Times, también contiene declaraciones de antiguos altos mandos de la DEA, que afirmaron que “En cuanto a México, tienes que aceptar que vas a bailar con el diablo […] No puedes darte por vencido e irte a casa porque no encuentras en quién confiar por completo. Tienes que jugar las cartas que te tocaron.” Del lado mexicano, funcionarios entrevistados (que también pidieron anonimato) dejaron de manifiesto la desigual relación de México con EUA en materia política: “México es abierto con sus secretos. Estados Unidos no lo es. Así que hay mucho resentimiento. Y siempre hay un incentivo para tratar de dejarle la responsabilidad a los estadounidenses.”

Los redactores del artículo (reporteros mexicanos y estadounidenses) pusieron de manifiesto que la dirección en la que va el plan de seguridad de Peña Nieto no está clara y, si bien la administración de Calderón se distinguió por una cooperación con las fuerzas estadounidenses como no se había visto, Peña Nieto no parece ir por el mismo camino; el artículo recuerda que el PRI “gobernó México durante más de 70 años con una combinación de corrupción y coacción, hasta que perdió el poder en el año 2000. Durante su tiempo en el poder, el partido era conocido más por mantener a Estados Unidos al margen mientras intentaba hacer tratos con narcotraficantes, que en combatirlos frontalmente”.

Peña Nieto milicia

Si bien es cierto que las autoridades mexicanas deben responder por estas sospechas toda vez que se habla de corrupción en altos cargos militares y mal uso de los recursos destinados a la seguridad, no se puede hacer a un lado una incómoda verdad: incluso si hacemos a un lado la culpabilidad del general García Ochoa en torno a estas acusaciones, es evidente que el gobierno norteamericano puede tener una enorme influencia sobre las decisiones que afectan tremendamente al país.

Si creemos en este reportaje, dos ideas se ven reforzadas, primero, lo difícil que es exigir a las fuerzas policiales honestidad si los mismos mandos militares están inundados en malos manejos y, segundo, al parecer, Estados Unidos sigue teniendo la fuerza para decidir a quién se debe (o se puede) nombrar en un cargo tan importante como Secretario de la Defensa.

***vía The New York Times

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