Hace unos días el Gobierno del Distrito Federal lanzó una campaña para promover la lactancia y prontamente hubo varias criticas que surgieron en contra de ella. Ahora el Gobierno del Distrito Federal anunció que relanzarían la campaña, pero ¿por qué fue tanto alboroto?
Así es sopicuates, el secretario de salud Armando Ahued asumió que se «equivocó» en el contenido visual de la campaña en pro de amamantar «No le des la espalda. Dale pecho», así que después de ver que no estaba tan chido lo que le decían a las madres (si es que alguna vez esa campaña fue dirigida a mujeres) acordó con organizaciones civiles y feministas trabajar en cuatro ejes para relanzar la campaña en dos semanas.
Las imágenes presentan a Maribel Guardia, Camila Sodi, Cecilia Galiano y Mariana La Barbie Juárez con el torso desnudo y los senos cubiertos con una manta y un lema publicitario (en una de las imágenes hay una falta de ortografía).
La misma Camila Sodi, al ver la Campaña completa, pidió que se le deslindara de esta pues la consideró de «muy mal gusto».
Ahora el Gobierno capitalino busca darle una nueva dirección y cambiar las imágenes. Además se acordó dar una capacitación al gabinete del gobierno federal en perspectiva de género.
Los grupos feministas reconocieron la voluntad del Gobierno del Distrito Federal para trabajar en conjunto y destacaron la importancia de la movilización de la sociedad civil para corregir al gobierno.
¿Por qué queremos ver chichis?
La campaña estaba muy mal lograda pues parecía responsabilizar a las madres mexicanas por no darle el pecho a sus hijos, ignorando que hay otro tipo de razones por las cuales no lo hacen, por ejemplo, amamantar en público es un acto estigmatizado en nuestra sociedad. La gente se incomoda cuando una mujer se saca una teta y alimenta a su bebé.
Pero la campaña justo oculta lo que queremos naturalizar. En vez de mostrar el acto de nutrir a un niño, oculta los pechos (firmes) de las mujeres que posan mientras nos muestran sus duros abdómenes.
Es así que nos muestra un tipo de cuerpo, pero nos oculta lo que queremos mostrar a toda la gente: alimentar a tu hijo no debería ser escandaloso.
Deberíamos ver cuerpos normales de señoras que dan el pecho a sus hijos en parques, restaurantes o la casa de alguien más. Pero no es así, lo único que se muestra es un cuerpo que casi nadie tiene (¡bien! las madres no solo se sienten incómodas por dar el pecho a sus hijos, ahora se sienten mal con su propio cuerpo).
Y así como mostrar un pecho para alimentar a un «humanito» está mal visto, así hay otras razones por las que las mujeres no amamantan, por ejemplo cuestiones socio económicas. El Gobierno debería de tener una política pública de verdad que permita a las mujeres no sentirse apenadas de sacarse un pecho y debería crear las circunstancias propicias (económicas y sociales) para hacerlo.
Lejos de ser un control de los pechos por parte del Gobierno, o la expropiación de las mamas para convertirlas en objeto de una discusión pública, lo que pasaba con esta campaña es que se estaba gastando dinero público en algo que no está bien aplicado. La campaña no parece que vaya a llegar a los efectos que buscaba, parecía más una simulación de «miren, estamos comprometidos con la población ya que tenemos esta campaña, aunque los comportamientos de las madres o la sociedad entera no vayan a cambiar». Un verdadero compromiso viene de acciones más contundentes, como la concienciación de las autoridades de la gravedad del problema y la necesidad de crear espacios reales para que las madres puedan amamantar.
Claro que había argumentos estúpidos entre la gente que se indignó con la campaña, como quien decía que promovía el incesto (especialmente por la imagen de Maribel Guardia y su hijo, como si ver a una mujer con el pecho desnudo a lado de su hijo pudiera hacer cualquier tipo de conexión sexual ¿no es más bien, un poco, la perversión del que lo interpreta así?). Pero fuera de estas balas perdidas, las criticas contra la campaña eran algo muy atinado.
Aquí tenemos otros ejemplos de campañas. Como se ve, lo que se critica es que las mujeres deban esconderse en un baño para que su hijo coma. Tenemos a dos mujeres con cuerpos distintos que están dándole el pecho a sus hijos y muestran senos mas hinchados y menos firmes (como los de las mujeres que lactan). Además la campaña está dirigida a toda la población para crear conciencia sobre la situación marginal de las madres que amamantan.
Esta otra es un poco más complicada: es un cartel polémico claro, ya desde el momento en que escoge a un hombre como su protagonista. No hay que olvidar que uno de los problemas a los que se enfrentan las madres que amamantan a sus hijos es el tabú social hacia el torso desnudo de la mujer, cosa que no ocurre con los hombres, por ejemplo. Además, sí, esta campaña habla de tiempo y olvida que, desafortunadamente, el problema muchas veces no es que las madres no usen su tiempo para amamantar sino que, de hecho, no lo tienen por tener que trabajar para sus hijos. Alguien que vaya un poco más allá podría decir que este cartel trivializa esta cuestión.
Al final del día, si no mostramos que no hay nada de malo con amamantar a nuestros hijos públicamente, no podremos quitar el estigma a las mujeres que lo hacen y sí, naturalizar el acto de amamantar es mostrarlo.
****Vïa Proceso, Milenio