Ayer domingo, durante el tradicional discurso dominical del Papa Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro, se vivió un momento de mucha paz y alegría para los fieles que estaban presentes en el lugar… por desgracia, todo se vio ensombrecido por una gaviota atea.
Y no, no es que la Primera Dama se haya dado una escapada al Vaticano (además, ella es muy creyente), sino que a una Gaviota le aburrió el discurso que dio el Papa y decidió mostrar su disgusto de una forma muy peculiar.
Como ya es toda una tradición en aquellas tierras, el último domingo de enero unos 2,000 jóvenes marcharon hasta la Plaza de San Pedro en la llamada “Caravana de la Paz” (Javier Sicilia, ya sabemos de dónde sacaste el nombre), para recordar a las víctimas del holocausto nazi. Ahí, el Papa dirige unas palabras y la oración del Ángelus. Al final libera unas palomas desde uno de los balcones como símbolo de paz.
Lo malo es que, en este caso, a la paz le fue muy mal.
Una de las dos palomas se quedó atorada entre los antiguos pórticos y pilares del edificio. Entonces, una Gaviota que sospechamos, fue enviada por el mismísimo Patas de Cabra, atacó a la pobre palomita y le dio la perseguida de su vida ante la mirada atónita de los miles de fieles que se habían congregado en la plaza.
La segunda paloma pensó mejor las cosas, y cuando fue liberada no quiso irse, no vaya a ser que otra Gaviota infernal viniera por ella y corriera la misma suerte que su antecesora.
La sueltan…
Y mejor se regresa… el Papa hasta se espantó e hizo como Chewbacca…
Aquí el video, donde no se ve el ataque de la Gaviota (para mí que nos están ocultando información y no quieren que la verdad se sepa, malditos medios).
Por cierto, ¿qué hacía Lorena Ochoa en el Balcón Papal?
Al parecer al Santo Padre no se le da la relación con las palomas. El año pasado sus palomas de la paz, al momento de ser liberadas, dieron media vuelta y se metieron de vuelta al balcón. En esa ocasión Benedicto XVI comentó: “Ellas quieren quedarse en la casa del Papa”.
No cabe duda, el chamuco anda suelto.
