En el 2003, Grupo Salinas, a través de Móvil@ccess, pagó a Vodafone 7.4 millones de dólares por la compra de Iusacell. Hoy Televisa pretende comprar la mitad de esa empresa creando una sociedad monopolica entre ambas televisoras.
Pasó un año hasta que Salinas Pliego lograra convencer a su socio, Grupo Saba, de unificar su nueva adquisición con su anterior servicio de telefonía móvil, Unefón. Ambas empresas usan hoy la misma red y Unefón trabaja como filial de Iusacell.
Actualmente Telcel continúa triunfando en números sobre Iusacell y Telefónica, quienes perdieron 54 mil y 46 mil clientes durante el 2011. De ahí que no nos extrañe la oferta de inversión del Grupo Televisa en la empresa: mil 565 millones de dólares por adquirir el 50 por ciento de Iusacell.
Fue el 8 de abril del 2011, cuando Grupo Televisa anunció esa unión, y la justificación de dicho vínculo se unió a otro problema que las televisoras tenían ya entre cejas: la competencia con Telmex y Telcel, y la enemistad que estos titanes monopolizadores mostraron desde inicios del 2011, cuando Telcel retiró su publicidad de la televisión, luego de que ambas televisoras decidieran aumentar un 20 por ciento sus tarifas.
La sociedad entre Iusacell y Televisa, dijeron, era la única forma de crear una competencia contra el monopolio en la telefonía fija y móvil de Carlos Slim.
Ya desde aquél entonces, el presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), Mony de Swaan, señaló que esta alianza representaba una alta concentración de mercado; y por su parte, Eduardo Perez Motta, Presidente de la Comisión Federal de Competencia dijo que se analizaría el caso y que dicha sociedad necesitaría ser aprobada.
El martes 24 de enero esta sentencia se cumplió, la CFC votó a puerta bien cerrada si permitía o no la vinculación de estos grupos.
La confusión no se ha hecho esperar luego de esa decisión, pues, pese a que se tiene previsto que el veredicto de esta reunión institucional sea publicado hasta el 7 de febrero, varios medios han publicado en sus encabezados versiones contrarias de la decisión.
El 25 de enero, El Universal publicó en su primera plana que la unión había sido rechazada por la CFC, mientras Proceso publicaba lo contrario.
Anterior a esto, Iusacell presentó una demanda en contra de Eduardo Perez Motta por haber hecho públicos datos acerca de su posible decisión al respecto; estos datos, según Luis Niño de Rivera, vocero de Iusacell fueron publicados en un documento llamado “Daily Edge” de la casa de bolsa Scotia Capital. Perez Motta, por su parte acusó a ambos grupos en un comunicado de ejercer presión sobre él para determinar su decisión. En las redes sociales también se habla de una campaña de desprestigio a Mony de Swaan que responde a las mismas presiones.
Aún cuando todo ha sido calificado de especulaciones por los medios restantes, El Universal hoy ha insistido en que la descalificación de la sociedad por parte de la CFC, ha provocado un desplome en las cotizaciones de los títulos de ambas empresas.
Lo cierto es que aún no sabemos a ciencia cierta cuál es la decisión de la CFC, pero habría que plantear ambos panoramas para formarnos una opinión objetiva al respecto.
Es claro que México es un país de desigualdades, hace unos meses un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico publicó que en México la clase más alta tenía ingresos 26 veces mayores que la clase más baja. Esto no es nada nuevo, tenemos numerosos monopolios que se encargan de recordarnos diariamente que las oportunidades de crecimiento para las pequeñas empresas se limitan a la escala de sus inversiones en comparación con los recursos ilimitados de las empresas ya establecidas.
Si bien es cierto, como decía Samuel García, en una entrevista para Animal Político, la generación de un competidor fuerte para Telcel, “desde la perspectiva del ciudadano y el consumidor es una buena noticia, que en un mercado de este tamaño y tan concentrado, surja competencia”.
Pensando hipotéticamente, Iusacell podría ofrecer, en conjunto con las televisoras –porque como bien saben, Televisa, tiene control sobre Sky, Cablevisión, Cablemás, etc.–, el famoso Cuádruple Play, es decir, internet, televisión por cable, telefonía fija y telefonía móvil en un mismo servicio. Si la venta en paquete de estos cuatro servicios, pudiese ofertar un precio lo suficientemente diferenciable, sumado a la publicidad que ambas televisoras darían a su proyecto en sus canales, sería muy posible que Iusacell se convirtiera en un competidor a la altura de Telcel que actualmente domina el 70 por ciento del mercado de la telefonía móvil.
Las especulaciones indican que esto generaría una nueva dinámica de competencia entre ambas empresas que las orillaría a bajar sus precios o a mejorar sus servicios para justificar la preferencia de sus clientes.
Ese es el principio bondadoso de la competencia al que Televisa y Grupo Salinas apelan para justificar su servicio, sin embargo, es ese mismo concepto el que puede servir para descalificar su propuesta.
En nuestro país, el 95 por ciento de los televidentes están atrapados en las garras de estos dos gigantes, antes enemigos acérrimos, ahora cuasi aliados.
Si ese 95 por ciento, antes estuvo dividido en dos partes, esta sociedad implicaría, de alguna forma –pensando lógicamente—una unificación de criterios que les permitiría llevar la fiesta en paz y generar una relación más productiva. Hablar de una sociedad entre dos empresas que manejan en duopolio las telecomunicaciones en nuestro país, es simple y llanamente hablar de un monopolio con muchas palabras de adorno.
Un vínculo de 3 mil 200 millones de dólares como mínimo, es razón suficiente para unificar políticas y dejar la competencia a un lado para criar, como padres amorosos, un nuevo imperio.
En una entrevista con Carmen Aristegui en MVS, la experta en telecomunicaciones, quien fue una posible candidata para la gobernatura del Estado de México el año pasado, Purificación Carpinteyro, habló de los peligros democráticos que esta unión podría generar.
Las hipótesis acerca del poder absurdo –todavía más absurdo—que generaría la unión de ambas televisoras, roza los tintes ficticios del Mind Control que lleva acechando a los conspiracionistas desde hace años. Si llevamos estas posibilidades a un panorama real, no es posible dejar de hablar del caso Peña Nieto y el obvio apoyo de Grupo Televisa a su campaña presidencial.
¿Qué pasaría si TV Azteca y Televisa se unen? Por lógica las discretas campañas de promoción para Peña Nieto se verían reflejadas tanto en una televisora como en otra, dejando sólo un 5 por ciento de la televisión abierta libre del esa postura política. Esto es sólo un ejemplo de las dificultades democráticas que esta sociedad generaría, muchas más de las que genera cualquier monopolio.
La caja idiota, le han llamado; el cáncer de la humanidad en el último siglo, la ciencia del control mental y el entretenimiento. Sabemos bien que el poder de control que tienen las telecomunicaciones, los medios masivos, superan por mucho los riesgos de un monopolio en otros términos, no es lo mismo hablar de cemento, de la harina, del servicio telefónico, estamos hablando de un aparato que moldea las ideologías.
Los medios masivos, lo hemos sabido siempre, son el poder real en nuestra nación, el cuarto poder: generadores de conciencia, verdugos y promotores de las iniciativas a placer.
En un momento como este, cuando el mundo se encuentra al borde de un colapso, cuando el internet está en riesgo de ser censurado, apagado, amoldado; México no puede darse el lujo de permitir esta unión, sería, como darle dos ojos al cíclope, como convertir dos flancos enemigos en partidarios de la misma causa, una no causa, una causa económica.