Gregory Kloehn es un artista plástico que por años ha estado trabajando con la basura. Un día decidió que dejaría de hacer esculturas para adornar las casas de los ricos, y comenzaría a hacer algo por los vagabundos. Esto fue lo que hizo:
Kloehn empezó a trabajar con la idea de crear microespacios que parecieran diminutos departamentos. Estos espacios incluían una suerte de cocina, un sistema de refrigeración y una pequeña unidad para desperdicio humano y tenían rueditas que los hacían móviles; era un proyecto que formaba parte de su carrera como escultor.
Un día un vagabundo llegó a su puerta a pedirle algo para comer, y hasta ese momento se dio cuenta de algo que ahora parece obvio. Ese vagabundo podía usar sus construcciones como un hogar, podía vivir ahí.
A partir de entonces comenzó una loca carrera para darles casa a todos los vagabundos de Oakland, el lugar donde reside. Para muchos de ellos, las casas que les construye Kloehn son el mejor lugar en el que han vivido en años.
Su proyecto ha alcanzado notoriedad entre muchas personas, y ya ha publicado un libro que se llama Arquitectura para vagabundos, además de que ha empezado a dar cursos para que las personas interesadas también contribuyan a construir estos hogares rodantes.