El Bosco: El castigo y el pecado.
Hieronymus Bosch, mejor conocido como El Bosco, nació en lo que hoy conocemos como Los Países Bajos, cerca del año de 1450. No se sabe mucho de su juventud, de dónde estudió o qué viajes realizó. El enigmático pintor, sin embargo, dejó una de las obras más peculiares de la pintura sacra.
Desde luego que la obra del Bosco fue recibida con muchas sospechas, a pesar de que siempre trató de poner en el lienzo las enseñanzas morales alrededor de la tentación y el pecado, el pintor lo hizo con símbolos muy sugerentes. Su obra, bastante difícil de entender, llena de símbolos y alegorías muy complicados, hizo que muchos de sus pares y críticos posteriores creyeran que pertenecía a ciertas sectas ocultas y que trataba de enviar mensajes que no precisamente correspondían a la enseñanza judeo-cristiana.
Bosch estuvo sepultado por mucho tiempo por la crítica de arte y su redescubrimiento es relativamente reciente. Ahora sabemos que la pintura del Bosco es una de las más hermosas y enigmáticas que occidente nos ha dado.
Hagámonos bolas: muchos se han aventurado a decir que es el primer artista en poner en lienzo conceptos abstractos (la Enciclopedia Británica dixit pero la aseveración, piénsenlo, no tiene mucho sentido); otros dicen que ahí hay una particular forma de surrealismo pues muchas de las escenas, por pesadillezcas, hacen referencia por lo tanto a lo onírico (tema muy explorado por el surrealismo), además de que la estética (no así tal vez el mensaje o la intención) es muy parecida a la estética de la vanguardia de Magritte y Dalí. Desde luego que los puntos de vista más pedantes dicen que relacionar al Bosco con el surrealismo sólo denota una ignorancia de las alegorías pictóricas de la estética religiosa de la época además de ser escandalosamente anacrónico. Ustedes dirán.
Al principio tímido con los trazos (pero más en consonancia con el arte de su época), terriblemente críptico al final, Bosch sigue siendo un misterio para la crítica de arte y ha levantado sendas discusiones alrededor de sus oscuras creaciones.
En Bosch se comprueba aquello que la teoría de las religiones afirma sobre los contrarios: para que el mundo (éste y por consecuencia el otro, el espacio sagrado) permanezca, los contrarios deben repelerse pero complementarse; así, el horror y la belleza, el terror y la gloria, el dolor y la alegría sostienen esos mundos que son los cuadros del Bosco.
Pero en fin, dejemos que las obras hablen.
El primer cuadro se titula Cristo en el Limbo. El Limbo es uno de los conceptos religiosos más difíciles de abordar pero todos tenemos la vaga idea de que no es ni cielo ni infierno. La verdad es que los mismos teólogos se han peleado por el asunto por cientos de años, algunos pensaban en el limbo como el lugar al que iban las almas de todos aquellos que nacieron antes de Cristo, pues, dado que no existía el bautismo, no podían entrar al cielo. Jesucristo sin embargo, al vivir y morir como hombre pudo redimir a aquellas almas que estaban en la gracia de Dios pero que no habían sido lavados de pecado original. No nos metamos en el problema del Limbo de los padres (los santos del antiguo testamento por ejemplo) ni en el de los niños. Veamos que para el Bosco el Limbo no era un lugar agradable (para algunos el Limbo era parte del infierno).
Juguemos a encuentra a Wally: hay por ahí un hombre con brazos de ramas, otro más parece vomitar hipercubos, algunas criaturas despellejan a otros y, mi favorito, el hombre que está sentado una sierra. En esta escena Jesucristo entra triunfante a redimir a las almas ahí atrapadas.
Pintado entre 1490 y 1510, El jardín de las delicias es tal vez el tríptico más hermoso del Bosco, del lado izquierdo se representa el momento antes de la caída: Dios toma de la mano a Eva para presentársela a Adán mientras el pecado asecha, el pecado femenino representado por los reptiles (pues el vientre es sagrado y éstos arrastran el vientre por el suelo, la serpiente pues engaña a Eva y en muchas representaciones de la Vírgen María, ésta aparece aplastando un reptil), y el pecado masculino representado por las aves (éstas se mueven por el aire que es contrario a la tierra y por lo tanto un símbolo masculino).
En el centro está el pecado, los cuerpos se retuercen en la lujuria, literalmente se aplastan los unos a los otros, es decir, son aplastados por la lujuria, mientras arriba flota un mundo evanescente lo que habla de la fragilidad de las cosas. Y finalmente, la parte final del cuadro, muestra las torturas del infierno de las cuales les mostramos algunos detalles más abajo.
Se presume que el hombre que parece ser una cáscara de huevo tiene la cara de Bosch mismo.
El ave es una constante en la obra de Bosch, significa muchas cosas, dependiendo del contexto, puede significar pecado o cortejo por ejemplo.
Finalmente, la tabla de los siete pecados y las útimas cosas (La Muerte, el Juicio, el Infierno y la Gloria). ¿Pueden identificar cuál es cuál?
Siempre pueden proponer artistas en sus comentarios.
Por @Perturbator