El artista del día: Greg ‘Craola’ Simkins

Greg ‘Craola’ Simkins : El bello terror de volver a los cuentos de hadas.

Dicen que Greg ‘Craola’ Simkins comenzó a dibujar cuando apenas tenía tres años y vivía en Los Angeles. El pequeño artista tenía mucho contacto con animales (especialmente conejos) así que trataba de dibujarlos a ellos y a sus caricaturas favoritas. Los trazos se convirtieron luego en cuadros y los animales en espeluznantes muestras del más bello ingenio.

Esta es la obra de Craola, el terror y la niñez, el surrealismo y las caricaturas.

Las caricaturas son generalmente menos inocentes de lo que nos gusta recordar. Por alguna extraña razón, cuando nos volvemos adultos dejamos de reparar en ciertos rasgos de las narrativas infantiles y las metemos siempre en el mismo saco en donde guardamos lo rosa y lo gracioso, sin embargo, seguramente, cuando vuelven a ver esas caricaturas se dan cuenta de que, bueno, no son tan simples.

Abundan los ejemplos de las caricaturas cuyas narraciones o trazos nos cuesta trabajo creer al volver a ellas. Me viene a la mente aquel episodio del Pato Donald Nazi, A Bugs Bunny haciendo de Sherezada para que Sam Bigotes no le arranque la piel, recuerdo el mal viaje de volver a ver Alicia en el país de las Maravillas de Disney, o la escena en donde el bosque ataca a la bruja de Blancanieves y bueno, sin ir más lejos, intenten ver las caricaturas noventeras otra vez y dense un malviaje.

Como sea, las historias para niños siempre necesitan tan solo un empujoncito para volverse macabros relatos.

La fantasía no está muy lejos del horror, en realidad, los expertos llaman “Literatura Fantástica” a la literatura que comprende relatos de terror (se puede decir que la clasificación actual del género se la debemos al crítico literario Todorov).

Esta frontera entre la fantasía infantil y lo macabro se muestra perfectamente en la pintura de Greg ‘Craola’ Simkins, un pintor cuyos mundos están poblados de animales fantásticos, de atmósferas surreales y poderosas historias.

Los trazos de Craola le lanzan un guiño al mundo caricaturesco y de los cuentos de hadas: ahí, entre los colmillos y la niebla, entre las lanzas y la oscuridad, entre las monstruosas formas, asoman los pantalones de Mickey, las flores y las aves, los valientes zorros y amables abejas.

Una extraña mezcla entre melancolía y miedo recubren las pinturas de Craola, sus mundos tienden al surrealismo. Ahora, no queremos decir que Craola sea surrealista (si quieren conocer a un artista que nos metió en una discusión parecida, den click aquí), más bien, algunos de sus trazos describen figuras realistas (las aves sobre todo) pero impactadas por lo improbable (lo fantástico), ya sea en sus formas o en su entorno.

Ya el surrealismo había coqueteado con el mundo de hadas y las caricaturas (Dalí ilustró Alice in wonderland y metió su pincel en Dumbo de Disney), así que el antecedente existe.

Lo realmente interesante de las pinturas de Craola es que tienen una cualidad que llamo “La historia a punto de contarse”: esto ocurre cuando una pintura parece estar en pausa, como si hubiéramos llegado a la mitad de una historia y solo quisiéramos saber qué está pasando en ese mundo. Nos llegan preguntas que tal vez no deberían asaltarnos, preguntas algo infantiles si quieren pero que son incontrolables: esa corona es de príncipe, ¿por qué la lleva él, contra quién pelea, qué defiende? ¿Por qué esas criaturas le rinden tributo a ella? ¿De quién es el castillo allí detrás? ¿Qué hará el borrego para escapar?

“La historia a punto de contarse” es una cualidad que logran los pintores que narran mundos apenas regalándonos un instante congelado. Remedios Varos lo hacía magníficamente por ejemplo.

Al final, los trazos de Craola son poderosos como los cuentos de hadas, esos mundos ante cuya belleza nos rendimos, muchas veces sin reparar en los colmillos que ya se asoman entre la niebla.