Helnwein: la Herida y el Recuerdo.
Lo que queda luego de la catástrofe, luego del dolor, es la herida. La herida con su manto de cicatriz y su punzante recordar. La herida para Spinoza era la certeza de haber asumido el dolor. Abrazar el dolor para mantenerlo muy cerca como se mantiene cerca de los enemigos. Luego de que hemos sido heridos una lección queda tatuada en la piel como para que no olvidemos lo que nos ocurrió, ahí en donde aprendemos se pierde la inocencia, la herida entonces es una treta evolutiva.
Gottfried Helnwein es un artista austriaco (1948) que ha logrado poner en lienzo el problema del dolor y su recuerdo, el problema de la herida y la pérdida de la inocencia. El hiperrealismo de Helnwein se ha mantenido fiel a esta propuesta temática dirigida además a un tema tortuoso: el Holocausto y el Nazismo.
La Segunda Guerra Mundial definitivamente nos ha provocado una de las más grandes heridas, aún nos duele lo perdido como duelen los miembros fantasma y después de Hitler todavía podemos reconocer en la faz de la tierra sus cicatrices geopolíticas. Para Helnwein la herida y el nuevo orden instaurado después de la guerra del fascismo son la misma cosa.
Cualquiera diría que el secreto del hiperrealismo está en sus detalladas formas, en la obsesión de radicalizar el trazo ya no para emular sino para reproducir el mundo y que esa reproducción sea tan veraz que se confunda con el mismo mundo, que todo lo que quede fuera del cuadro sea más bien su plagio y no al revés, sin embargo, el secreto está en la luz, tan sólo ahí. Parece que en Helnwein la realidad no es un capricho de la forma sino de la luz.
Pero dejemos que las obras hablen. Atención, todas las obras que les presento aquí, aunque no lo crean, son óleos… sí, han sido pintadas con pincel.
Uno de los grandes problemas a los que hubo que enfrentarse al terminar la Segunda Guerra Mundial fue el de re-educar a las juventudes fascistas. Si bien el aleccionamiento político y social fue más intenso y sistemático en Alemania que en los otros países del eje, había que considerar a toda una generación que creció al margen de la desintegración familiar, el sacrificio nacional y los estragos de la guerra. ¿Cómo explicar a los niños del fascismo el inmediato fin de un imponente régimen representado luego por sus ruinas?
Está también presente el tema de la adoración de los ídolos. Ya desde el régimen nazi, se había trabajado arduamente para crear en Hitler una figura mesiánica. Helnwein entabla aquí la misma relación pero de una manera terriblemente sugerente. Esta serie de imágenes juega con la epifanías bíblicas, las más memorables presentaciones de Jesucristo (a los Reyes Magos, a San Juan, a los discípulos, algunos agregan la presentación a los sabios en el templo).
Miren el hermoso detalle de la indumentaria que hace alusión directa a los uniformes de la época.
Aquí queda además un autorretrato del pintor que por alguna razón siempre se presenta con tenedores en los ojos.
La exposición aboga además no por una promoción vacua del artista, ni siquiera por aquel lema de llevar el arte a todos, sino que se enfoca en un nuestra sociedad específicamente , el propio Museo de San Carlos quiere exhibir estas obras a la “sociedad lacerada que lo rodea” para abrir paso a la sensibilización.
La esposición Fe, esperanza y caridad de Gottfried Helnwein se presenta hasta el 3 de Marzo en el Museo de San Carlos.
Entrada $31 pesos. Domingo entrada libre.
Maestros y estudiantes con credencial, adultos mayores con credencial del INAPAM, personas con discapacidades físicas, niños menores de 13 años, entrada gratuita. Abierto de martes a domingo de 10:00 a 18:00 hrs.
Puente de Alvarado No. 50, Col. Tabacalera
Del. Cuauhtémoc, 06030 México, D.F.
