El 64% de la población votó sí al referéndum y la nueva constitución egipcia ya fue aprobada. Los opositores impugnarán el resultado y es evidente que la nueva carta, lejos de traer estabilidad al país, lo hundirá en un largo periodo de peleas políticas intestinas.

Las votaciones se realizaron el 15 y el 22 de diciembre, y la aprobación de los ciudadanos para la nueva constitución es una victoria para el presidente Morsi y para los Hermanos Musulmanes que por meses han cosechado pequeños triunfos y han forzado otros a través de las autoritarias tácticas de los decretos hasta llegar a este punto.

 Hamdeen Sabahi un candidato a la presidencia y uno de los principales líderes de izquierda dijo que esta “constitución, carece del prerrequisito más importante: consenso”; y sus declaraciones definitivamente dejan de manifiesto el ambiente que desde hace dos años se ha ido recrudeciendo en el país africano: las peleas políticas no terminarán con la carta magna, al contrario, queda aún el largo proceso para que el presidente demuestre que Egipto no se está convirtiendo en una teocracia y que no se está manipulando la fe de las personas para eternizarse en el poder.

Sin embargo, Morsi ha cumplido con la promesa que hizo al hacer público el polémico decreto que le daba poderes por sobre cualquier fuerza jurídica del país pues cuando la constitución entre en curso todos los decretos realizados serán nulos (ambos, los de Morsi y los de la junta militar que se formó luego de la caída del dictador).

Cerca del 64% de los votantes aprobaron la nueva carta pero es cierto también que los resultados fueron muy dispares en todo Egipto: por ejemplo una enorme mayoría voto “no” al referendo en el Cairo pero en zonas rurales el “sí” arrasó definitivamente: Egipto sigue siendo un país muy dividido. Están los jóvenes que desconfían de cualquier iniciativa institucional, los Hermanos musulmanes y los fulul, débil y último bastión de la dictadura, cuyo líder está exiliado en los emiratos árabes, acusado por corrupción. Los fulul se inclinaron por el “no” a la nueva carta pero apenas cuatro días antes de que los ciudadanos salieran a votar, por lo que no pudieron influir en el electorado.

La nueva constitución tiene desde luego una serie de cuestiones que preocupan a la oposición, existe primero el problema de quién interpretará las leyes (una constitución son sus leyes y la interpretación que de ellas se hace), existe (como en todos los países árabes) una clara tendencia a la centralización y además se sigue permitiendo a la milicia estar fuera de la observación jurídica y parlamentaria, ya habían anunciado los Hermanos Musulmanes que ofrecerían estas ventajas a los militares para facilitar la transición.

La oposición (en la que se mezclan liberales, comunistas, nacionalistas y socialdemócratas) dejaron bien claro que impugnarán la decisión popular pero no tienen un proyecto en común, lo único que los une es su rechazo a la mezcla entre política y religión y su miedo a una nueva teocracia en Egipto.

Mientras tanto, el país se encuentra al borde de la banca rota, lo que ha llevado a Morsi a proponer un serio ajuste presupuestario, lo anunció antes de las elecciones y tuvo que retirarlo por miedo a que fuese una medida impopular que llevara a algunos a votar por el “no”, pero esta medida es necesaria para poder recibir un préstamo del Fondo Monetario Internacional.

Pasarán años antes de poder decir si esto fue el paso para una teocracia más o el experimento exitoso de la primer democracia islamista.

***vía Al-Jazeera  y The New York Times

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