El artista Ashkan Honarvar sustituyó sangre y tejidos en las cicatrices de los veteranos de guerra por caramelos y helado.

Ashkan nos provoca náusea o antojo con su arte, pero también crea confusión y reflexión en los espectadores acerca de los rastros y marcas que deja la guerra en el cuerpo de los soldados.

Aunque las cicatrices a veces son marcas inolvidables y traumáticas, otras veces dejaron una enseñanza.

Pero dejemos lo terrible de esto a un lado, Ashkan Honarvar (residente en Utrecht, en los Países Bajos) se encargó de jugar con estas heridas y las hizo un dulce manjar en unos montajes fotográficos.

¿Son heridas reales?

Por increíble que parezca, los montajes fueron hechos tomando como base fotografías de soldados reales, quienes de verdad tienen esas marcas que la guerra les dejó.

Honarvar crea este contraste entre el horror y la dulzura que hace un llamado a la reflexión contra la violencia.

¡Qué rico! ¿no?

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