Por Democracia Deliberada

¿Recuerdas de qué está hecha la zapatilla de Cenicienta? ¡Sí, de cristal! El mismo material con el que está hecho un techo que sólo las mujeres conocemos.

El techo de cristal es una limitación cultural que impide el ascenso laboral de las mujeres al interior de las organizaciones y empresas, tanto privadas como públicas. Se trata de un techo que limita sus carreras profesionales, difícil de traspasar y que les impide seguir avanzando. Es invisible (como el cristal) porque no existen leyes que impongan una limitación explícita en la carrera laboral a las mujeres.

Imagen: Shutterstock

Entonces, ¿por qué es raro ver a una mujer en altos puestos directivos?

Bueno, esto tiene que ver con los prejuicios que hay acerca de las mujeres en el aspecto laboral: se cree que la mujer es más sensible y que por eso no puede tomar decisiones importantes, por su falta de “carácter”. O bien se asume que roles impuestos por la sociedad hacia las mujeres le impedirán tener buen desempeño laboral, pues tendrá otras prioridades como la familia y el cuidado del hogar (¡Como si estas responsabilidades no hubieran sido repartidas de manera sexista desde su infancia!).

Tan baja es la representación de las mujeres en puestos directivos en las empresas que operan en México que sólo una de cada 5 empresas tienen una mujer en puestos de alta dirección y más de la mitad no tienen mujeres en puestos directivos.

Si bien hay algunos ámbitos de la vida pública donde cada vez es más común ver a algunas mujeres participar. es necesario recordarnos que las famosas cuotas de género son una medida de carácter temporal y que funcionarán hasta que éstas no sean necesarias. Las cuotas de género no son una necedad, sino una necesidad.

Así, estas medidas que han sido impulsadas desde el Gobierno muestran escenarios diferentes para las mujeres en el ámbito laboral, basadas en el comprendimiento de la desigualdad de género en la toma de decisiones y promoviendo acciones concretas. No han sido, sin embargo, suficientes, ya que hasta el momento no existen políticas gubernamentales que combatan la brecha salarial y la doble jornada laboral.

De esta forma, las cargas de trabajo fuera de la oficina y las jornadas de trabajo parciales no sólo impiden el desarrollo profesional de las mujeres, también son parte de la explicación de por qué hay una importante brecha salarial entre hombres y mujeres.

En particular, las responsabilidades de la mujer en el hogar son el mayor obstáculo para una equidad de género laboral. El suelo pegajoso son todas las tareas del cuidado del hogar y vida familiar que históricamente se le han relegado a las mujeres. Esta repartición sexista empieza por la familia, la pareja y la sociedad. El resultado de esto es una doble jornada laboral (¡Sí las labores del cuidado también son un trabajo! ) que dificulta la promoción profesional, tal y como está configurado el mundo masculino.

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Es necesario que las labores del cuidado se distribuyan de manera diferente y equilibrada entre los hogares, el sector privado y el Estado, además de que se distribuya de manera equitativa entre hombres y mujeres. Igualmente, es urgente que se valore el trabajo de las mujeres de la manera correcta: con el mismo salario que recibe un hombre por el mismo trabajo que ambos realizan.

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