El pasado 17 de noviembre el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, presumió a través de su cuenta de Twitter haber logrado que la empresa automotriz Ford mantuviera una planta de producción en Kentucky, en lugar de trasladarla a México. La empresa salió más tarde a contradecir esa versión afirmando que nunca estuvo entre los planes mudar la fábrica de Lincoln a nuestro país.
Durante su campaña rumbo a la Casa Blanca, el empresario neoyorkino advirtió que las empresas estadounidenses que decidieran trasladar sus operaciones al extranjero buscando costos menores, enfrentarían consecuencias. Este 2 de diciembre volvió a recalcar sus amenazas a la vez que hacía una visita a la fábrica de calefacción y aires acondicionados Carrier en Indiana.
(Ojo: esta empresa fue convencida p0r el sucesor de Barack Obama para no mudarse a México en busca de abaratar la mano de obra, manteniéndose así cerca de mil empleos).
El magnate volvió a posicionarse en contra del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, al cual calificó —nuevamente— como “completo desastre”, además de afirmar que las empresas no van a dejar Estados Unidos sin que haya consecuencias. Trump invitó a las demás empresas a no mover sus plantas de producción al extranjero: a cambio recibirían incentivos fiscales, además que las “regulaciones innecesarias” desaparecerían.
El titular del organismo federal que se encargada de fortalecer la presencia de México en la economía internacional (qué chorote tan largo) dijo que incluso los proyectos supuestamente cancelados de Ford y Carrier no son totalmente ciertos, ya que la automotriz no frenará su crecimiento en el país, mientras que la fábrica de calefacción duplicó su proyecto de inversión, de acuerdo con El Universal.
De acuerdo con El Financiero, la determinación de Carrier de mantener una planta de producción en Estados Unidos será un golpe negativo para su economía y afectará directamente a los consumidores. Según los expertos, la decisión de la empresa era para seguir siendo competitiva y abaratar costos: se perderían empleos, pero los consumidores hubieran conseguido hornos más baratos y mayores ganancias, en el caso de los inversores.
Según el profesor de economía en Ball State University, Michael Hicks, la empresa Carrier continuará fabricando un “producto viejo y caro”. Hicks indica que los trabajadores estadounidenses de la corporación ganan alrededor de 30 dólares por hora —con salario y beneficios— mientras que los trabajadores mexicanos cobrarían el 10% de ese sueldo, es decir, 3 dólares por hora.