Wolfgang Bernhard, en el 2003 cuando era presidente de Chrysler, comenzó a crear una motocicleta que los amantes de estos vehículos seguramente quisieran tener. Velocidad y diseño eran la apuesta que tenía el hombre para saltar a la fama.
600 kilómetros por hora, un diseño parecido a un misil, 500 caballos de potencia y 8,3 litros de capacidad del tipo V10 SRT10 perteneciente al mismísimo Dodge Viper, eran los principales atractivos de aquel modelo creado hace diez años, aunque fue bastante criticado por los puristas, ya que tenía dos ruedas adelante y atrás que le daban un toque diferente.
El sueño se cristalizo y salieron nueve motos echas a mano, que costaron cerca de 500 mil dólares, pero de inmediato comenzaron a surgir las dudas: ¿en realidad correría tanto? ¿cómo en vehículo así podía soportar esa velocidad? ¿sería para todo tipo de terreno sin sufrir algún daño?
La realidad es que la Tomahawk nunca ha sido puesta a prueba de esa manera, lo máximo que ha alcanzado son los 160 km/h y según algunos expertos en el tema, debido a su envergadura, a la resistencia del área frontal, del coeficiente de arrastre y del coeficiente de rozamiento ¿ehh?, eso es casi imposible.
Este bonito producto de la ingeniería, posiblemente pueda alcanzar, ya exagerado, los 400 km pero para esto nos surge otra pregunta ¿quién se aventaría a manejar a esa velocidad?
