No sabemos si calificar esta nota como una curiosidad, vergüenza o de plano una de esas cosas que sólo pasan en México o en los Simpson. Sucede que un legislador priista porta orgullosamente en su auto placas “exclusivas” de la Cámara de Diputados.
Pero vamos por partes…
Para no confundirnos, y por si alguien no sabe muy bien a que nos referimos con el término “charola”, les explicamos que en el argot político, la “charola” era una plata metálica que portaban los hombres influyentes durante los regímenes priistas, y que con sólo ser mostradas por sus propietarios, les abría el paso en casi cualquier sitio y era sinónimo de impunidad.
Actualmente las charolas se niegan a morir y de vez en cuando nos enteramos de casos en los que evolucionan, como el del legislador priista José Rangel Espinosa (electo por el distrito tres de Atlacomulco, Estado de México), quien a su auto, en lugar de placas se le ocurrió ponerle una bonita charola.
De esto nos enteramos cuando Juan Pablo Adame, diputado panista, subió a su cuenta de Twitter la fotografía de un vehículo ubicado en el estacionamiento del Palacio Legislativo:
Después se supo que ese humilde Mercedez Benz E500 convertible, modelo 2011 (valuado aproximadamente en un millón 234 mil pesos) pertenece a José Rangel Espinosa, diputado priista.
En el auto se podían apreciar unas placas de color dorado, con el escudo nacional y una banda tricolor atravesándolas. En la parte superior tiene la leyenda “Cámara de Diputados” y al centro “Poder Legislativo Federal”. El auto también tiene una placa metálica en el parabrisas que dice “Diptado” y se acompaña con la frase “Poder Legislativo Federal, 62 Legislatura, periodo 2012-2015”.
Por si lo anterior fuera poco, el vehículo también porta un permiso, ya vencido, para circular sin placas ni tarjeta de circulación, que fue expedido por el Ayuntamiento de Iguala, Guerrero, y que solamente era válido por un periodo de 30 días que comprendía del 25 de abril al 24 de mayo del 2011.
En dicho documento, como propietario del vehículo se menciona a José Juan Rangel Ríos. Por cierto, el cochecito no tenía ninguna calcomanía de verificación ni del Distrito Federal ni del Estado de México.
Si piensan que lo anterior ya es demasiado torcido para ser verdad, esperen a enterarse las respuestas que José Rangel le dio al periódico Reforma, y en las que dijo que el auto sí era suyo… o bueno, más o menos…
“Efectivamente, sí es mío. Más bien es de mi hijo, José Juan Rangel Ríos, tiene 26 años, y el auto es de él y, eventualmente, me lo presta. Cambiamos, dejo mi camioneta y me presta su auto, pero es de mi hijo”.
Entonces se le preguntó por qué si el auto trae placas de la Cámara de Diputados, no está emplacado. Su explicación es una joya.
“Es un auto de colección, no circula normalmente. Mi hijo es discapacitado y, entonces, más bien tiene el auto como un gusto, porque no lo usa y es un auto de colección, pero es de mi hijo y no es mío (…) Es de mi hijo, él es discapacitado, no puede conducirlo. Es la explicación, ojalá no me lo tomen a mal”.
WTF?!?!?!
¿Quién compra un auto de esos para guardarlo?
Para revolvernos aun más, afirmó que el auto cuenta con un permiso de circulación para uso de discapacitados, pero que está a nombre de su hijo.
¿Y si el auto no es suyo, por qué trae la charola reluciente?
Muchas preguntas y enredos con este servidor público. Quizá lo más preocupante sea la facilidad con la que puede traer un auto con tantas irregularidades como si fuera lo más natural del mundo.