El sistema de salud mexicano se ha ampliado para atender a pacientes con coronavirus. En este esfuerzo, en la primera línea de batalla está el personal médico del hospital. Pero también los cientos de hombres y mujeres que laboran en el área de intendencia y cuyo trabajo es igual de importante que el de un doctor o una doctora.
“Imagínate que hubiera un hospital sin intendencia, imagínate cómo estaría. ¿Qué es lo que siempre nos recomiendan en la tele? Que nos lavemos las manos, que nos mantengamos limpios, si no mantenemos eso en un hospital, imagínate cómo estaría”, nos dijo al teléfono Uriel Espinoza Benítez, quien lleva poco tiempo trabajando en el equipo de intendencia del ISEM Texcoco, pero ya está viviendo uno de los momentos más críticos.
A pesar del panorama, las ganas de trabajar no se detienen. A la voz de Uriel, se sumó la de su compañero, César López Hernández:
“No hay que bajar la guardia, hay que seguir adelante“.
César y Uriel —con 10 y casi un año de experiencia en el Hospital General de Texcoco ‘Guadalupe Victoria Bicentenario’, respectivamente— llevaron de la mano a Sopitas.com para conocer la situación que viven desde su trinchera y mostrarle a México por qué el personal de intendencia también cuenta en esta batalla contra el coronavirus.
El trabajo en el área COVID-19
Vía telefónica, César López nos contó que lleva casi dos meses trabajando en el área COVID-19. Junto con Uriel, él fue seleccionado para cubrir uno de los tres turnos en el área de limpieza del hospital de Texcoco.
“Nosotros tuvimos que entrar con la mente muy abierta, porque la ignorancia está al pie del cañón”, agregó su compañero, quien pasó del área de Urgencias a trabajar en el área COVID-19.
Antes de la reconversión, los jóvenes recibieron una capacitación —al igual que el personal médico y administrativo— para manejar los equipos y atender a los pacientes. Sin embargo, aún con la preparación, nadie en el hospital imaginó que esta contingencia sería así de grave.
Para Uriel, los cambios en el hospital han sido notorios desde que inició la reconversión, tanto en cuestiones de insumos como en el número de pacientes que se reciben. Cada vez son más.
En este contexto, el joven de 30 años de edad ha visto diferentes casos: algunos exitosos y otros que terminan como lamentablemente nos cuentan en las noticias.
Uriel ha visto llegar a pacientes conscientes de la gravedad del coronavirus. Y sin embargo, ellos no se dan por vencidos y afrontan la realidad, “echándole ganas”, dicen. Otros pacientes han pedido sus altas voluntarias, algunos pocos han llegado hasta la violencia física contra los enfermeros.
Otros más luchan por su vida, inconscientes e intubados.
El personal de intendencia desde su trinchera
Del personal médico e intendencia, pocos son los que ingresan al área de COVID-19 y quienes lo hacen tienen que hacerse a la idea de que será por un buen tiempo o “hasta que Dios quiera”, como nos contaba César.
César, de 29 años de edad, explicó que para entrar al área COVID-19 todo el personal debe desinfectarse las manos con alcohol.
Después viene el cambio de ropa: al igual que el personal médico, el personal de intendencia debe portar botas especiales, la pijama quirúrgica, un traje blanco, gafas, caretas, gorros quirúrgicos y guantes. También deben de portar la ahora famosa mascarilla de protección N95.
Tanto para César como Uriel, usar esta vestimenta es un poco complicado, ya que no pueden quitársela hasta terminar su turno.
“No podemos tomar agua, tomar alimentos, ir al baño”, recalcaba César. “Es cansado llevar el traje, la bata y la careta”
Una vez con el equipo necesario, los muchachos deben limpiar el área de manera exhaustiva —“sin olvidar cada rincón”, enfatizan. Así fue como César nos describió su trabajo: “primero sacamos la basura, vaciamos todos los botes, trapeamos el piso con jabón y cloro. Desinfectamos las camas; limpiamos de arriba abajo“.
Luego, la basura la colocan en un área especial para que el Municipio de Texcoco se la lleve. “Son bolsas rojas, para el manejo de residuos peligrosos biológico-infecciosos“, precisan.
“Trato de descansar y digo: ‘Gracias a Dios ya salimos. Mañana será otro día”.
Al terminar su turno de 8 horas, los jóvenes deben cambiarse de ropa y bañarse en las instalaciones del hospital de Texcoco. Una vez que terminan este rito, van a sus casas para intentar descansar.
Pero en su camino se llevan miles de pensamientos.
César tuvo que dejar de vivir con su familia —en lo que pasa la contingencia— y durante su tiempo libre intenta darse ánimos, despejar su mente para que el cansancio y el estrés no lo colapse. “Digo: ‘Gracias a Dios ya salimos. Mañana será otro día'”.
¿Qué hay de Uriel? Él no cuenta con los recursos para encontrar otro alojamiento y aún continúa viviendo con sus papás, aplicando los protocolos básicos de higiene en su convivencia.
Una de las cosas que más le ha llamado la atención es el comportamiento de la gente, al menos en el municipio de Texcoco.
“Les recomiendo que se cuiden mucho, porque ha habido muchas defunciones, no está por demás insistir en que se queden en casa”: Uriel Espinoza.
Uriel entiende que hay muchas personas que no pueden quedarse en casa porque deben salir a ganarse la vida. Sin embargo, es importante que la gente siga las recomendaciones de la Secretaría de Salud.
No es el único que piensa de esta manera.
“A mí me gustaría que la gente se cuidara mucho, que tenga muchas precauciones, si sale a la calle salga con cubrebocas”, agrega César. “Que hagan Susana Distancia”.
Las palabras de estos dos jóvenes no son superficiales. Ambos han sido testigos de la carencia de los insumos en el hospital de Texcoco.
Al inicio de la epidemia, el hospital disponía con pocos insumos e incluso el personal médico tuvo que aportar para el material.
Poco a poco este escenario fue cambiando, el ISEM Texcoco —del que prácticamente la mitad ya se ha convertido en una zona aislada— cuenta con los insumos necesarios y ha recibido donaciones de material médico e incluso alimentos.
En plena Fase 3 la situación sigue siendo incierta.
Uriel comentó que el hospital de Texcoco no tarda en saturarse: “Desafortunadamente, están mandando gente que ya no es de aquí, seguramente hay otros hospitales que están llenos”.
Ante la saturación, ambos coincidieron que una de las aportaciones más valiosas de la sociedad es quedarse en casa.
“No me gustaría que estuvieran en un hospital, porque se siente muy feo (…) Es mejor cuidar a su familia en casa, que ver a un ser querido entrar a un hospital”, concluyó César.
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