Martha lleva un año trabajando el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Unas semanas antes de que iniciara la emergencia sanitaria por el coronavirus, fue asignada a un reconocido hospital de Tlalnepantla donde ha trabajado arduamente en la primera línea de la atención a los pacientes. Sin embargo, a pesar de todos los riesgos que corre, esta historia empieza con un reclamo: “nadie piensa en la nutrióloga”.

“Siempre se habla de médicos y enfermeras, pero nunca del departamento de nutrición”, recuerda.

Foto: GOV.UK

Este desconocimiento sobre su trabajo, sus responsabilidades al interior del hospital y los riesgos que ha corrido durante la pandemia también se hicieron presentes en su lugar de trabajo. Martha —no es su nombre verdadero, ya que prefiere mantener el anonimato— estaba en su casa cuando platicamos, pero ella estaba batallando con los síntomas de esta enfermedad respiratoria. La nutrióloga dio positivo a COVID-19 después de atender pacientes del IMSS en Tlalnepanlta.

Ahora se encuentra cumpliendo una cuarentena obligatoria y nos cuenta su historia vía telefónica.

El trabajo de una nutrióloga en un hospital

“Es entendible que, a simple vista, las personas crean que mi trabajo sea únicamente ayudarlos bajar de peso”, señala Marta. Segundos después, entre risas contenidas, enumera otros estereotipos relacionados a su profesión como las dietas, el ejercicio o la vida fitness que vemos todos los días en Instagram.

Sin embargo, el trabajo de una nutrióloga al interior de un hospital público en México —con todas las carencias que esto implica— es completamente diferente.

Foto: Especial

En un día normal, Martha visita todos los pisos del IMSS de Tlalnepantla. Revisa qué dietas pusieron los médicos y comienza a platicar con los pacientes: necesitaba saber quiénes son intolerantes o alérgicos a ciertos alimentos, quiénes tienen que seguir con el ayuno o quiénes necesitan dietas especiales por sus tratamientos.

“Veo las charolas de todos. Todos los tipos de dietas y qué es lo que le vamos a dar de comer a cada uno”, comenta con orgullo.

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Durante la emergencia sanitaria por el coronavirus, el trabajo de la nutrióloga implica atender a los pacientes que tienen COVID-19. Esto incluye revisar todas sus necesidades alimentarias y claro, visitar constantemente los espacios de aislamiento exclusivos de esta enfermedad respiratoria.

La dieta de un paciente con coronavirus

¿Qué come un paciente con coronavirus? Si el paciente no tiene síntomas severos, su dieta solamente tiene unas cuantas regulaciones. “Como son problemas respiratorios, nosotros les damos una dieta baja en carbohidratos, que utilizan mucho oxigeno mientras se metabolizan”, explica la nutrióloga. “No queremos que sus pulmones trabajen extra”. 

Esta historia cambia si el paciente se encuentra intubado, como muchos en el hospital del IMSS en Tlalnepantla donde trabaja Martha.

Foto: Business Insider

“La mayoría se encuentra en ayuno”, nos cuenta. “La alimentación no se puede dar en muchos casos porque todavía no tienen la sonda necesaria”.

Cuando los pacientes mejorar un poco y les instalan una sonda, la nutrióloga decide qué manera de alimentación puede ser más efectiva. “Les podemos hacer una dieta artesanal, donde todo va licuado o un proceso que se llama gastroclísis, donde tienen todos los nutrientes como si fuera leche en polvo”, explica Martha en unos cuantos segundos, evitando meterse en asuntos muy técnicos.

La historia de carencias y contagios

En un hospital público en México es necesario acomodar las prioridades y asignar los pocos recursos que llegan de la manera que parezca más eficiente. No siempre brinda los mejores resultados. En el Hospital del IMSS de Tlalnepantla —específicamente— se confirmaron decenas de contagios entre el personal médico por la falta de material de protección. 

La historia de Martha es similar a la que hemos escuchado antes.

“Yo me tuve que comprar todo”, menciona. Recuerda que de su bolsillo salieron mascarillas, guantes, cubrebocas y gel antibacterial. Sin embargo, el gasto fue en vano: a ella no le permitieron usarlos en su turno de trabajo. “Me decían que yo nada más iba de paso”. 

Foto: El Sol de México

Como nutrióloga, Martha visita todos los pisos del hospital. De esta manera, le exigieron no usar el equipo de protección para evitar contagios en otras áreas. Según su testimonio, su jefa le pidió que se quitara todo para no tener que pasar por los complicados procesos de sanitización cada que entrara y saliera del área de aislamiento.

“Paso cama por cama para checar la dieta de los pacientes pero como solo iba un rato me decían que era exageración pedir equipo de protección”.

Días después, comenzó la dificultad para respirar.

Trabajando hasta que duela el pecho

Guardias en días de asueto. Importantes fechas para los jóvenes doctores mexicanos: días en los que no asisten los jefes, el poco personal se hace todavía más escaso y ellos tienen la responsabilidad de mantener su área a flote. Sí… también durante una pandemia

Martha cuenta su experiencia durante los últimos día de la Semana Santa.

Foto: GOV.UK

“Esos días faltaron dos manejadores porque se sentían mal. Tenían temperatura y dolor de cuerpo“, recuerda Martha. La nutrióloga era la única en su área, así que debía seguir trabajando a pesar de que compartía los síntomas con todos sus compañeros que habían faltado. 

“Empecé con dolor de cabeza que no se me quitaba con nada y pensaba que era estrés. Después, esperaba que fuera un resfriado”, comenta. “Escribí en un grupo de WhatsApp y una de mis compañeras me dijo que tenía los mismos síntomas. Para colmo: habíamos trabajado juntas en los mismos turnos el día anterior”. 

Al día siguiente, la nutrióloga viajó a su clínica familiar más cercana para hacerse la prueba del COVID-19. “Te van a decir que no es nada: son los nervios, mi niña”, Martha imita, entre risas, las palabras de su jefa.

Fue positivo. 

Foto: Cuartoscuro

“Ahí me di cuenta que tuve que seguir trabajando hasta que me dolía el pecho y perdí el olfato”.

Ese mismo día dejó de asistir al trabajo y comenzó la cuarentena con el proceso oficial de incapacidad. Cuando platicamos por teléfono, los síntomas habían bajado, su recuperación estaba en proceso y faltaban unas cuantas horas para que regresara a trabajar al hospital. 

“Ya me dijeron que no tengo que (cuando regrese) no tengo que salir a piso y me van a dar material”, cuenta. “¿Ahora sí se preocupan?”

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Soy Max Carranza y me he pasado la vida rodeado de memes, cultura digital y bastantes horas frente a las pantallas. En el camino me encontré la pasión por abordar los temas sociales más urgentes e intentar...

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