Fin de semana. Es primavera y la Ciudad de México ha perdido su ritmo cotidiano. Aunque no del todo: Giam se ha encontrado a muchísimas personas en sus bicicletas, caminando, niños corriendo y decenas de personas que se juegan la vida vendiendo de manera ambulante. Tacos, dulces, alimentos. Lo que sea para sobrevivir ante esta nueva enfermedad. Mientras eso sucede, él piensa en detenerse y preguntarle a la gente por qué está en la calle, o al menos decir algo.
“Pero la verdad, para no confrontarla, no lo hice”, nos cuenta el médico adscrito del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez.
Sin embargo, precisamente por esta razón, Giam Manuel Jiménez Rodríguez accedió a platicar con nosotros vía telefónica. Hay un mensaje importantísimo para México. Se ha repetido tantas veces, pero sigue sin ser suficiente.
Ocho horas de turno en un hospital híbrido
Con siete años de experiencia como cardiólogo, Giam se preparó junto con su equipo para un nuevo reto. El Instituto Nacional de Cardiología se sumó a la reconversión el pasado 11 de abril 2020, con la atención de pacientes con COVID-19.
Es decir, el Instituto se convirtió en un hospital híbrido hasta que, con el paso del tiempo, sumaron más casos y finalmente se incorporaron los compañeros y las compañeras de distintas áreas —infectología, ematología y reumatología— para luchar contra esta enfermedad.
Giam fue uno de ellos.
“Estoy exactamente en el área de Terapia Intensiva. Es bastante grande y originalmente se dedica a la atención de pacientes postoperados o pacientes con severidad de enfermedad cardiaca”, nos explicó el egresado de la UNAM.
“Para la reconversión tuvimos que cambiar todos los turnos de los compañeros, estamos por turnos de ocho horas para que no sea tan pesado. Y están ayudando todos, todos los que están con menos riesgo”. De esta manera, el médico de 33 años nos compartió que todo el personal se ha sumado en las labores.
Ya sea desde la trinchera del área de atención COVID-19 hasta quienes por contar con un perfil vulnerable —médicos de más de 60 años de edad, hipertensos o diabéticos y médicas embarazadas— trabajan desde casa, haciendo labores de telemedicina.
Los jóvenes no se quedan atrás: “Los de recién ingreso que están contratados, están apoyando. Se modificaron todos los turnos para que vayan a Terapia Intensiva“.
El objetivo de estos cambios en el Instituto Nacional de Cardiología es contar con la seguridad de que siempre haya alguien velando por la vida de un paciente durante la Fase 3, la jornada más crítica de la epidemia.
La preparación
Para que nos demos una idea —y de paso tengamos la certeza de que el personal médico no es improvisado— Jiménez Gutiérrez nos regaló una breve imagen del proceso de preparación para atender a pacientes con esta enfermedad.
Giam explica que el personal llega con una pijama del hospital. Luego, se cambia con las pijamas quirúrgicas. “Como sale en una serie te televisión, pantalón y playera y arriba de eso, dependiendo del protocolo del hospital se pone las botas”, señala.
Las botas deben cubrir una buena parte del pantalón.
Después, se debe portar una bata quirúrgica desechable para no contaminar la pijama, los gogles, una gorra o un gorro quirúrgico, dos pares de guantes y… listo. El personal médico está preparado para desempeñar las ocho horas de labores con pacientes de coronavirus.
Eso sí, lo difícil viene al momento de quitarse el equipo tras atender a los pacientes. “Siempre hay un compañero que te supervisa”, comenta. ¿Por qué? Lo que se busca es que el personal médico evite el contacto físico con las pijamas o material que usó para atender a un paciente con esta enfermedad.
Los pacientes
Con la reconversión, el Instituto de Cardiología abrió sus puertas y cedió sus camas a pacientes que necesitaban intubación. Aporte de oxígeno. Con el paso del tiempo, las cosas cambiaron y se requirió más espacio y más camas.
“Originalmente los pacientes estaban nada más con puntas de oxígeno, que son como el aporte de oxígeno más básico que hay, pero ya la mayoría de los pacientes se ha tenido que intubar. Algunos de los pacientes están en un área, por así decirlo, en un área menos compleja, que está en otro piso del hospital y son los pacientes en vía de mejora o que ingresan con menos severidad”, nos contó Giam, quien hizo una pausa para añadir una buena noticia.
“Ya a algunos los hemos dado de alta”.
Otra de las cosas positivas con las que se ha encontrado el egresado de la UNAM, es que el Instituto cuenta —hasta el momento— con los insumos necesarios para atender a pacientes con COVID-19. “No hay carencias, todo es nuevo y de muy buena calidad”, nos dijo.
Además, se abrió una línea de donación para que la gente aporte lo que considere necesario. El apoyo se siente hasta afuera de las paredes del hospital.
“La enfermedad avanza muy rápido”
“El avance es muy severo (…) en menos de seis horas el paciente puede pasar de una dificultad respiratoria hasta necesitar que se aumenten los parámetros del ventilador, porque no es suficiente”.
El médico adscrito del Instituto de Cardiología nos reveló que hay pacientes a quienes han tenido que poner boca abajo para que el ventilador pueda darle el oxígeno necesario a otras áreas del pulmón.De acuerdo con Giam, las etapas del coronavirus pueden llevar al paciente de una insuficiencia respiratoria hasta la necesidad de ser intubado y auxiliado por un ventilador.
Esto no es garantía de que una vida se salve.
Existe un riesgo y es algo que una parte de la población no ve, pero el personal médico sí.
“Somos seres humanos”
Hay dos cosas que causan ruido en el joven médico: una de ellas es que hay sectores de la población que agrede al personal médico —todo a partir de la ignorancia y el miedo. ¿La otra? Que pese a que estamos en Fase 3, los mexicanos no alcanzamos a dimensionar el impacto del coronavirus.
“Hay quienes hasta creen que es un asunto político”, señala el doctor Jiménez Rodríguez como una introducción para dar el mensaje más fuerte de esta conversación.
“La gente en la calle debe saber que cuando salimos con ropa de hospital, no es que portemos la ropa con la que atendemos a los pacientes. Después de salir de las áreas contaminadas, te lavas la cara dos o tres veces y te cambias de ropa“, insistió.
“Tristemente, la indicación de las autoridades sanitarias es que no lleves la ropa. No está bien“.
Para el médico del Instituto, este es un mensaje erróneo porque es como decirle a las mujeres que no se vistan como quieran para no ser agredidas.
Se trata de una profesión. Una profesión que salva vidas.
¿Después? Viene una extraña sensación sobre lo que se percibe en las calles: “Me desconcierta que haya gente que piensa que no existe (el coronavirus), pero hay personas que están muriendo por esto: personas mayores y jóvenes”.
Ante este panorama, la incertidumbre se mezcla.
En el turno nocturno, Giam lo ha reflexionado varias veces, “somos seres humanos, tenemos miedo de que nos pueda pasar cualquier cosa”. Pese a estos momentos inciertos —y en el intento por mantener la salud mental del personal médico con las rotaciones de turnos—, él concluyó nuestra conversación con una imagen positiva y un tanto retadora:
“A pesar de que ya estamos en la Fase 3, podemos detener aún la enfermedad, no salir de verdad es no salir. Es quedarte en casa, aprovechar el tiempo en casa, hablar con nuestros hijos, con nuestros padres, hablar con nuestros amigos, pensar que hay miles de personas que no pueden quedarse en casa y nosotros sí”.
Se trata de que todos trabajemos desde nuestra trinchera para salvar vidas. Y aunque sea repetitivo, nunca va a ser suficiente: “Hay que quedarnos en casa, si tenemos oportunidad de hacerlo”. La vida de México está en juego.
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