Lo que necesitas saber:
¿Sabes cuál ha sido el día más frío en CDMX? Fue hace más de 50 años... en 1972.
Cada año, conforme empieza a terminarse el otoño y se asoma el invierno, la Ciudad de México se empieza a soltar con un frío que domina todas las conversaciones. Como no estamos tan acostumbrados a congelarnos, se nos hielan los huesos y sacamos del armario las colchas de tigre y las chamarras noventeras de la NFL.
Nomás que parece que nos gusta quejarnos, pues la cosa se pone más helada si revisamos el pasado de la capital.
Aunque en este siglo XXI igual se nos antoja el apapacho, en realidad, no estamos ni cerca de los récords más bajos de temperatura. Resulta que el día más frío en la historia de la Ciudad de México fue hace prácticamente 50 años.
El día más frío en la Ciudad de México
Curiosamente, el día más frío en la historia de la Ciudad de México no fue el asombroso día de la última nevada en la capital.
Aquella mañana de nieve —un 11 de enero de 1967—, amaneció la Ciudad a 4 grados bajo cero, pero cubierta de una capa blanca que maravilló a los capitalinos e hizo de la zona un verdadero desgarriate. Además de sonrisas, se desbordó el Río de los Remedios, se cayeron algunos techos y varios se quedaron atorados en sus autos.
Sin embargo, para llegar al récord de temperaturas más heladas todavía faltaban… tanto años como grados centígrados.
Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el día más frío en la Ciudad de México fue un 16 de diciembre de 1972. Era sábado y las medidas en Cuajimalpa alcanzaron los 10 grados bajo cero. O sea, un mentado friazo.
El clima tan manchado venía de Veracruz.
Por cierto, curiosamente, mientras nos poníamos de chismosos en esta historia encontramos un periódico de aquella mañana. Es el periódico El Informador —publicado en Guadalajara— pero en su primera plana hacía referencia a la mugre congeladera que se estaba llevando México.
“Un Pavoroso Norte Azota con Furia”, decían en su nota, que les ponemos una captura de pantalla aquí arribita.
Entonces, ya lo saben, la siguiente vez que se anden congelando, pídanse un atole y recuerden que la Ciudad de México ya no es tan fría como en los años setenta. Aunque estaría padre ver una mañana nevada, nomas digo.