Este 21 de junio se celebra el ‘Día del Padre’, por lo que seguramente, en los últimos días, muchos de ustedes se la pasaron pensando cómo festejarían a sus papás a pesar de la pandemia de coronavirus en la que se encuentra el mundo actualmente. Aunque es probable que varios se las arreglaron con ayuda de regalos en línea, pasteles a domicilio o hasta videollamadas por WhatsApp.
Sin embargo, para muchos esta fecha no es de celebraciones o alegría. Al contrario, el tercer domingo del mes de junio significa un día lleno de ausencia, nostalgia, tristeza y también, de un recordatorio sobre estar en una lucha que pareciera no tener fin, en la cual existe espacio para la pequeña esperanza de poder ver a alguien una vez más.
Así es, hablamos de las familias en México que han sufrido la desaparición forzada a un padre de familia. Familias cuya vida dio un giro de 180 grados y quienes han visto con sus propios ojos las irregularidades de un de un sistema de justicia mexicano que pareciera no saber qué hacer ante situaciones así, a pesar de que sucede día a día en nuestro país.
Y es que, de acuerdo con los datos más recientes registrados por la Secretaría de Gobernación, del 1 de diciembre de 2018 al 31 de diciembre de 2019 se registraron nueve mil 164 personas desaparecidas en México, la mayoría de ellos del sexo masculino (6 mil 067) y de las cuales sólo 3 mil 980 fueron localizadas (2 mil 164 fueron hombres).
El relato de una hija que tiene un padre desaparecido.
El pasado 16 de junio y a través de un hilo en su cuenta de Twitter, Daniela dio a conocer cómo ha sido su experiencia personal y familiar al tener un padre desaparecido, de quien no sabe nada desde hace cuatro años. Su nombre es Hugo Arochi Roa, auditor del Sistema de Administración Tributaria (SAT), quien salió a trabajar un día y ya no regresó a casa.
“La última vez que vi a mi papá fue el 16 de junio por la mañana, cuando subió como todos los días a mi recámara a despedirse de mi y darme un beso”, cuenta Daniela en su hilo donde no sólo detalla el proceso complicado que ha tenido que atravesar con esta situación, sino que también relata lo duro y frustrante que ha sido ver el desempeño de las autoridades en resolver el caso.
Bueno, pues nunca he hecho un hilo (quizá no acabe hoy) pero desde hace tiempo he querido hablar un poco sobre cómo ha sido desde aquí, en experiencia familiar, pero más aún personal, tener un familiar desaparecido.
Además hoy 16 de junio, cumplimos 4 años buscando a mi papá ⬇️ pic.twitter.com/D9EfJXUlnV— tenhebra (@tenhebra) June 17, 2020
“La PGR tiene datos, coordenadas, teléfonos, NOMBRES y cartel de procedencia de los culpables. Tienen adn que me extrajeron y a dos de mis tíos, tienen objetos personales de mi papá que obtuvieron de nuestra casa, tienen UN DETENIDO, pero no tienen NADA sobre mi papá y su compañero”.
En una entrevista que tuvimos vía telefónica, Daniela nos cuenta cómo el confinamiento y la violencia que aún existe en el país la motivaron a contar una historia tan personal, la cual le ha dejado marcas en diferentes ámbitos de su vida; marcas con las que ha aprendido a vivir desde hace cuatro años cuando su vida cambió radicalmente.
“Había venido pensando que quizá podría servir de algo el que pudieran ver un poquito más allá acerca de como es para una familia o para una persona vivir con eso en su historia, pues al final de cuentas es algo que llega y es parte de ella”, relata Daniela. “No se va nunca, sea cual sea el resultado o si no tienes un resultado como nosotros, es algo que está permanentemente ahí, tanto como los cambios que genera”.
“Siento que es algo que no se ve mucho: o sea vemos a las familias marchando, las vemos exigiendo, las vemos en redes publicando cédulas, pero a veces creo que no se logra entender en realidad la dimensión del problema y del daño que crea en las familias”, agrega Daniela, quien considera que el constante ambiente de violencia en el que vivimos crea una barrera que quita esa empatía a las personas.
“Nunca te imaginas que algo así te va a pasar… y estás solo cuando ocurre”
Daniela, como miles de personas en el país en la misma situación, tuvo que aprender en el camino cómo y qué debía hacer ante la desaparición de su padre. Esto ante la capacidad de las autoridades de brindar una guía a las familias que atraviesan por esta lamentable situación por la que no debería de pasar nadie.
“No tienes contactos, no conoces suficientes lugares de apoyo, no sabes qué pasos seguir porque es algo que no estás esperando. Entonces cuando sucede, por lo general las primeras aciones que llevan a cabo las familias pueden parecer poco atinadas porque por lo general estamos solos”, menciona.
“En un país ideal no necesitaríamos de pasar estas pasando por estas situaciones, pero en la realidad que estamos viviendo lo que se debería de hacer es que en cuanto sabes que estás en una situación así, instituciones tendrían que brindarte un acompañante integral que te ayude y vaya guiando sobre pasos seguir, cómo hacerlo o con quien puedes acercarte(…) Pero regularmente eso siempre lo hacen las familias, y lo hacen hasta que ellas van conociendo o hasta que alguien les comparte un contacto”.
Daniela afirma que cuando ella, su madre y su hermana vieron las irregularidades del sistema de justicia decidieron buscar ayuda y asesoría externa con personas que se dedican a la defensa de derechos humanos, quienes les explicaron cómo y qué derechos tenían al haber sufrido la desaparición forzada de su padre, mismos que ellas desconocían hasta ese entonces.
“La autoridades te dan o te atiende conforme a lo que tú les dices o les pides. Ellos no te dicen a ti todo a lo que tienes derecho y acceso. Ya te lo van diciendo conforme vas pidiendo, pero no hay nadie que te asesore. Lo tienes que hacer siempre por tu cuenta”, enfatiza Daniela, agregando que así fue como encontraron a colectivos y activistas que luchan por encontrar a sus seres queridos.
Las demás irregularidades en el proceso y los errores por parte de las autoridades
Como en la mayoría de los crímenes que ocurren en México, la desaparición del señor Hugo Arochi Roa estuvo lleno de irregularidades y errores garrafales por parte de las autoridades. Primero, porque los datos personales de Daniela y su familia no fueron confidenciales (a pesar de que ellas lo pidieron así) y además porque éstos fueron puestos a disposición de la persona implicada en el crimen contra su padre, todo a través de la carpeta de investigación.
“No se tuvo ese cuidado (…) se extraviaron algunos días nuestros expedientes, no sabíamos quien los tenía y esos papeles tenían nuestros datos personales: nombre, teléfono, dirección. Sí es muy peligroso y lo consideramos peligroso porque no sabes quién accedió a ellos, al final sólo sabes que estuvieron accesibles pero no tienes idea de para quién”, indica la joven.
Aunque las autoridades capturaron a una persona ligada a la desaparición de su padre, al final las pruebas no fueron suficientes para que el hombre fuera declarado culpable por el delito a Hugo Arochi Roa: “La persona está vinculada al hecho, pero al final de cuentas como no tenían pruebas que los jueces consideraran suficientes. Está (en la cárcel) por otros delitos, porque ha cometido varios, pero no fue arraigado como tal por este hecho. No tiene sentencia”.
“A veces teníamos que elegir entre sobrevivir con nuestras necesidades básicas o cortar cosas para poder ir a terapia”
Daniela cuenta que su padre, Hugo, era una persona muy dedicada a su familia, con quien estaba en contacto en todo momento, tal y como lo relata en su hilo de Twitter. “Para él, todo lo que hacía, todo su trabajo y todo su esfuerzo estaba enfocadísimo a su familia y a que estuviéramos bien”, dice la joven que califica la pérdida de su padre como algo muy grande en su núcleo familiar pequeño y estrecho.
“Rompió por completo toda nuestra dinámica familiar, no es tanto que la cambiara, el cambio vino posteriormente(…) desde el hecho de que era el único sustento para nuestra familia, hasta obviamente todo lo emocional que implicaba. Sí cambió por completo todo, al grado de que llegó un momento en el que consideramos irnos de nuestra casa porque el peso emocional del espacio era demasiado grande. Todo el peso simbólico que representaba estar en nuestra casa, tratar de llevar actividades que solíamos hacer juntos es un vacío demasiado grande”.
La joven de 26 años indica que emocionalmente aún hay cosas que las tres deben trabajar, y aunque tomaron algunas terapias que les ofrecieron las autoridades, las dejaron al poco tiempo porque, además de que no se sentían en confianza, los psicólogos intentaban que ella y su familia dejaran en paz la memoria del señor Hugo, algo que las afectaba más emocionalmente:
“Casi nos quería armar un funeral simbólico. Él (el psicólogo) decía ‘puedes usar un objeto o una foto’ y me sacaba de onda, ¿por qué querría yo hacer eso?, si yo no estoy diciendo que mi familiar haya fallecido. Nadie lo ha dicho y nadie lo ha comprobado. Entonces, ¿por qué querría tendría yo que hacer ese proceso?”, explica Daniela, manifestando que ella, su hermana y su madre decidieron tomar terapia con otras personas, aunque a veces era imposible hacerlo debido al gasto económico que implicaba.
“Nosotras no hemos dejamos de buscar”
Daniela refiere que a cuatro años de la desaparición de su padre no ha dejado de buscarlo, sin embargo, la labor de exigir justicia cada vez se hace más pesada por factores como el cansancio físico, emocional, la falta de recursos económicos, la lejanía de los centros de justicia y el hecho de que tanto ella como su familia deben trabajar para poder sobrevivir, pues básicamente antes subsistían gracias al esfuerzo de su papá.
“Al principio nos fue muy difícil. No era posible que pudiéramos conseguir un trabajo porque antes (las autoridades) nos mandaban a traer y nos llamaban muy seguido. Tiene muy poco tiempo que hemos estado más en casa y hemos tratado de recuperar ese tipo de cosas, pero eso implica que nos queda menos tiempo y energía para otras”, refiere Daniela.
A pesar de todo, Daniela y su familia saben lo importante que es seguir presentes ante los ojos de las autoridades, pues además de que ellas mismas se han percatado de las irregularidades que han surgido en la búsqueda del señor Hugo Arochi, también saben cómo para las autoridades es fácil dar carpetazos y olvidarse de las personas desaparecidas.
“Seguimos al pendiente, preguntando, seguimos tratando de hacernos presente en todo lo que podemos para que vean que seguimos ahí y seguimos esperando. Desgraciadamente si tú no estás ahí, si no estás presionando y si no te están viendo todo el tiempo, se nota inmediatamente que se olvidan las cosas, casi dejas de existir ahí en cuanto no te ven o no te escuchan”.
Poco más de mil 400 días han pasado desde la desaparición forzada de Hugo Arochi Roa, quien se desde entonces fue obligado a no estar presente en eventos importantes que un padre disfruta presenciar, tales como la graduación de su hija Daniela, las navidades en casa y también, las celebraciones del ‘Día del Padre’ que hoy se han vuelto agridulces.
El caso de Daniela es uno de los miles que ocurren en el país a diario. Uno que no sólo nos deja ver lo mal que está el sistema de justicia en México, sino que además nos permite conocer el dolor y los sacrificios que enfrentan las personas con tal de mantener viva la esperanza de volver a ver una vez más a sus seres queridos, quienes para empezar nunca debieron desaparecer.