Tuvo que pasar más de una década para que el gobierno de los Estados Unidos reconociera que hizo algunas cosas un poquito “pasadas de lanza”, para sacarle confesión a personas que -según ellos- podrían proporcionar información sobre los atentados a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001.
En la presentación de un informe elaborado por el Comité de Inteligencia del Senado sobre las “técnicas de interrogación mejoradas” aplicadas por la CIA durante la administración de George Bush, algo debe de haber impactado de manera considerable al presidente Barack Obama, ya que admitió: “hicimos algunas cosas que estaban mal; hicimos muchísimas cosas bien, pero torturamos a algunos tipos. Hicimos cosas que eran contrarias a nuestros valores”.
Pese a lo anterior, Obama pidió a la gente que no los juzguen por hacer las cosas de esa manera, ya que la situación era difícil y se necesitaba algo de fuerza para buscar la protección de la ciudadanía: “La gente no sabía si eran inminentes más ataques. Había presión enorme sobre nuestros equipos de seguridad pública y de seguridad nacional”. Aunque intentó suavizar lo realizado por las fuerzas, admitió que éstas cruzaron una “línea”, lo cual “necesita ser entendido y aceptado”.
A pesar de que la tortura es un delito en la ley de los Estados Unidos –e incluso internacionalmente es condenada- el presidente estadounidense no señaló si serán procesadas las personas que consten en el informe del Senado… aunque parece que no será así, ya que una de las políticas de la administración de Obama es la de no dedicar “nuestro tiempo y energía culpando a gente por lo pasado”, lo importante es “ver hacia delante, no hacia atrás”.
Sin embargo, el extenso informe que será dado a conocer la próxima semana –en su versión pública- ya representa una victoria para los defensores de Derechos Humanos, ya que con él se estará desmintiendo a la CIA, que en repetidas ocasiones negaba la aplicación de tortura, así como de un programa clandestino de “antiterrorismo”.