Por Diego Castañeda

Esta semana El Colegio de México (el que quizá es el centro de estudios que más énfasis ha puesto al estudio de la desigualdad en México) lanzó un trabajo extraordinario, el primer reporte sobre desigualdades en México, un estudio conciso en el que se abordan no sólo los temas más comunes de la desigualdad (como la desigualdad de ingreso), sino en el que también se habla de desigualdades en temas como movilidad social, trabajo, género, educación, los impactos de la desigualdad del cambio climático y de la migración y sus flujos pecuniarios.

El reporte es un trabajo genial porque permite al mismo tiempo la divulgación de uno de los problemas más importantes de nuestros días, con análisis y datos que parten de la frontera del conocimiento sobre el tema y, además, lo hace de forma muy clara, breve y poniendo temas que se tocan muy poco, tal como los efectos del impacto del cambio climático en la pobreza y desigualdad, así como un análisis muy curioso sobre el énfasis que los partidos le ponen al tema de la desigualdad en el contexto de las campañas electorales de estos momentos.

El estudio se centra en las distribuciones inequitativas de resultados y de oportunidades, lo que los autores definen como desigualdad. El espíritu del reporte es mostrarnos que estas desigualdades pueden ser mitigadas o resueltas con políticas públicas y servir como un bien público en una discusión multidisciplinaria que busca atender las crecientes desigualdades del país.

¿Movilidad social en México?

Una de las partes más relevantes del estudio se encuentra en la sección de movilidad social. México es uno de los países con menor movilidad social en el mundo: nacer rico es casi garantía de morir rico y nacer pobre es prácticamente morir pobre algunos años después. Esta falta de movilidad social se ve reflejada en lo persistentes de varios problemas del país, por ejemplo, su mala calidad educativa y desigualdad en el acceso a dichos servicios.

 

¿Y la desigualdad de género?

Otra sección muy interesante es la relativa a las desigualdades de género. El que quizá se el dato más relevante, para mí, de todo el estudio es demoledor: el 20 por ciento de las mujeres egresadas de la universidad no participan en el mercado laboral o lo hacen en actividades diferentes a sus áreas de estudios. El impacto de esta fuerza laboral desperdiciada es enorme, si ese 20 por ciento de mujeres egresadas participara en mayor número en la vida económica del país la economía crecería más rápido, el ingreso por persona y por hogar sería mayor, existiría mayor capacidad de consumo que permitirá fortalecer las dinámicas de la economía nacional.

Foto: Shutterstock

Otra parte de sumo interés es en la que el estudio muestra una contradicción muy enorme entre lo que se dice y lo que se hace. De acuerdo al estudio, las plataformas de las coaliciones y lo que dicen los partidos es que la desigualdad es un problema crítico del país y en realidad sí lo es, pero sus plataformas son muy vagas sobre cómo atenderlas, pareciendo más un tópico de conversación obligado pero que no ofrece muchas perspectivas de mejora en el país durante un periodo largo de tiempo.

Al final, el estudio de El Colegio de México lo que hace es exhibir lo serio del problema de la desigualdad en sus distintas variantes y cómo se toman pocas acciones para atenderlo. En palabras del mismo estudio, “descubre las prioridades de gasto”, muestra de forma clara y contundente cómo la desigualdad regional crece en términos de infraestructura, de servicios educativos y de ingreso. En el mismo país, por trabajo idéntico, una persona puede ganar hasta el doble en promedio que una persona en Chiapas.

¿Y qué se puede hacer?

Para construir un México más próspero, justo, inclusivo y por ende menos desigual, es necesario que atendamos el problema que se señala y es necesario que discutamos con mucho más apertura sobre el estado del privilegio y la miseria del país, de los que tienen todo y los que tienen nada. El reporte publicado por la red de estudios sobre desigualdad del Colmex es la primera edición de lo que esperamos se vuelva una tradición.

Rumbo al tercer debate presidencial que justo tocará temas de economía y desarrollo social este estudio es una ráfaga de viento refrescante que debería discutirse abiertamente en las campañas y volverse material para la exigencia y el reclamo de servicios públicos a los gobiernos locales y al gobierno federal.   

La desigualdades de las que habla el estudio no van a desaparecer pronto, están con nosotros para quedarse por un tiempo, es tiempo de discutirlas desde todas las ópticas posibles, no sólo la economía; igualmente, es tiempo de hacerlo de la forma más masiva posible. En eso radica la valiosa aportación de este reporte; ahora, es deber de los lectores impulsar esta discusión.

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Diego Castañeda es economista por la University of London.

Twitter: @diegocastaneda

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