En 1961, la Unión Soviética detonó la bomba del Zar. De acuerdo con algunos reportes, se trata de una de las explosiones más grandes en la historia de la humanidad con la liberación de 50 megatones, lo que equivaldría a la explosión simultánea de 3 mil 800 bombas nucleares como la de Hiroshima.

La detonación de esta bomba llegó con la ruptura de un acuerdo de 1958 en el que la URSS anunciaba la suspensión de las pruebas de armas nucleares, a la cual se le sumó Estados Unidos y Reino Unido por el periodo de un año. Las tensiones, desde luego, aumentaron, sumándose al impacto de la Guerra Fría frente a un inminente conflicto por Berlín y Cuba.

Para “relajar” las cosas, en 1963 ambas naciones firmaron el acuerdo conocido como Limited Nuclear Test Ban Tereaty que prohibía la detonación de bombas en el espacio, agua y aire, limitando las pruebas bajo tierra y con una afectación que sólo cubriera las fronteras del país en cuestión.

La primera prueba termonuclear en 1952 / Foto: Getty Images

El acuerdo reveló la negación de las potencias de evitar el desarrollo de armas nucleares. Para que se den una idea de qué tan obstinados estaban en ganar la carrera armamentista, según la ONU, la Unión Soviética detonó unas 715 bombas entre 1949 y 1990; número superado por Estados Unidos con 1,031 entre el 45 y 92 (y ojo, que este es el único país que ha utilizado las bombas directamente sobre población civil en Hiroshima y Nagasaki).

Sin embargo, la amenaza nuclear está más viva que nunca con los constantes episodios en donde un discurso ideológico llegaría a su fin con los avances de una nueva bomba más potente; es decir, más catastrófica.

Nube de humo en forma de hongo en Hiroshima. / Foto: Getty Images

Con esto en mente, habríamos de peguntarnos más seguido: ¿cuántas armas nucleares hay en el mundo? Y no sólo por la amenaza de destrucción y fatalidad; sino por la cantidad de armamento en existencia, las naciones que lo poseen (ya sin mencionar lo desproporcionado entre unos y otros) y los líderes que tienen el control.

La lucha y el activismo por el desarme nuclear se mantiene en el último lugar de prioridades entre un montón de preocupaciones. No es reclamo. Pero hablamos de cambio climático, crisis humanitarias, guerras inminentes, terrorismo e invasiones, hambre y falta de agua potable, pobreza, racismo y violencia. Pero nunca mencionamos la parte que no daría pie a ninguna otra: la amenaza nuclear.

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ZERO NUKES – Amnesia Atómica

¿En qué va la lucha? Para abordar el tema, tuvimos la oportunidad de platicar con Pedro Reyes, artista mexicano que en mayo de 2022, presentó ZERO NUKES, una escultura de gran escala que formó parte de la exposición/proyecto titulado Amnesia Atómica.

En medio del caos de Times Square en Nueva York, una enorme escultura blanca con la forma de la nube de hongo hizo un llamado para eliminar las armas nucleares. O mejor dicho, para que la sociedad tomara consciencia de la gravedad en el tema y se sumaran a una lucha que nos involucra a todos.

Nos encontramos con Pedro a un lado de la pieza durante un viaje a Nueva Yoork y en el que nos platicó de la lucha histórica, el estado actual de las cosas, las ironías y los cinismos alrededor de este tema.

Escultura ZERO NUKES de Amnesia Atómica / Pedro Reyes / Foto: Cortesía Times Square Arts

La lucha histórica contra el desarme nuclear

El 12 de junio de 1982, un millón de personas se reunieron en Central Park para exigir a las autoridades el desarme nuclear y el fin de la carrera armamentista durante la Guerra Fría. Fue impresionante, y se convirtió en la manifestición sobre el tema más grande en la historia moderna.

¿Y qué lograron? Una reducción de casi 85 por ciento al pasar de 90 mil armas nucleares a 13 mil. Si bien el tema de la cantidad fue un factor importante para iniciar la conversación sobre el desarme, reconocemos los otros puntos determinantes en la lucha.

Manifestación en Nueva York el 12 de junio de 1982 / Foto: Getty Images

El primero es que de los 195 países en todo el mundo, sólo nueve tienen armas nucleares. De acuerdo con la Arms Control Association, actualmente hay unas 13 mil ojivas (cálculos indican que son 12 mil 705) repartidas entre Estados Unidos, Rusia, Corea del Norte, Pakistán, China, India, Israel, Francia y Reino Unido. ACÁ más información.

Y en segundo lugar, es que de esos nueve países, de acuerdo con datos actualizados a inicios de 2022, 10 mil armas están en manos de sólo dos potencias: Rusia y Estados Unidos.

Hace 2 años expiró el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares. No se pudieron volver a reunir las Naciones Unidas por la pandemia, y fue así que los gobiernos empezaron a invertir trillones de dólares en nuevas armas atómicas.

Después, con la crisis en Ucrania, se aceleró ese proceso. Entonces, por ejemplo, Estados Unidos está invirtiendo 1.7 trillones de dólares en armas atómicas; el Reino Unido va a incrementar 40 por ciento de sus arsenales; y así está pasando con todos los países que tienen armas nucleares.

Pedro Reyes respecto la conversación actual sobre el armamento nuclear
ZERO NUKES de Amnesia Atómica / Pedro Reyes / Foto: Cortesía Times Square Arts

¿En dónde está México en el tema?

Alfonso García Robles fue uno de los diplomáticos mexicanos más destacados del siglo XX. En 1982 recibió el premio Nobel de la Paz junto a Alva Reimer Myrdal por su trabajo en las negociaciones de desarme (nuclear y general) de las Naciones Unidas.

Paradójicamente, México ha sido un líder en el movimiento del desarme nuclear. Mucha gente no recuerda que tenemos un premio Nobel de la Paz que fue Alfonso García Robles, quien promovió el Tratado de Tlatelolco en 1967.

Convenció a todos los países de América Latina y el Caribe de crear la primera zona libre de armas nucleares, que luego ha servido de ejemplo para otros tratados de prohibición, como el Tratado de Rarotonga que prohibió las pruebas atómicas.

Pedro Reyes sobre la posición de México en el tema del desarme nuclear.

Como presidente de la Delegación de México ante el Comité de Desarme en Suiza, el jurista presentó el primer caso de “proscripción incondicional de las armas nucleares en tierras densamente pobladas”. García Robles tenía muy clara su meta: “detener la carrera armamentista y proceder al desarme, o encarar la aniquilación”.

Alfonso García Robles, Secretario de Relaciones Exteriores, es el cuarto en la imagen de izquierda a derecha / Foto: Pedro Valtierra / Cuartoscuro

Curioso es notar, pues, que la región de América Latina y el Caribe, conformada en su mayoría por países en vías de desarrollo, mostró la iniciativa ideal ante una postura pacifista y a favor de la humanidad. Y es justo lo que nos comenta Pedro Reyes respecto de la ironía, quizá, de la negación de los países denominados de primer mundo para sumarse a un acuerdo que evite conflictos catastróficos.

Nosotros no podemos esperar que el cambio venga de los países que tienen las armas nucleares. Ellos van a ser  los últimos en querer firmar el tratado. Ahorita está ICAN que es el International Campaign to Abolish Nuclear Weapons, promoviendo el nuevo tratado por la prohibición de armas nucleares que ya ha sido firmado por 86 países.

Antier firmó Congo, ayer estaba reuniéndose con los de Burundi. Y así ves que el sur está mejor organizado y más consciente porque finalmente aquí (EUA) hay un sesgo muy grande, también en Rusia. Entre Estados Unidos y Rusia está 90 por ciento de las armas. Son prácticamente lo mismo.

Un misil nuclear ruso en la Plaza Roja en 2020 para celebrar el aniversario de la derrota nazi / Foto: Getty Images

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La Guerra Fría y el inicio de todo

La invasión de Rusia a Ucrania ha puesto sobre la mesa, de nueva cuenta, el temor de la amenaza nuclear. Las tensiones entre Rusia y Occidente, marcadas por los 45 años de la Guerra Fría, siempre han dado pie a una conversación aterradora sobre un conflicto de proporciones que conlleven la aniquilación. ¿La razón? Las armas nucleares.

Cuando hablamos de la Guerra Fría, solemos pensar en la construcción de los bloques capitalistas y comunistas marcados, incluso, por colores. De aquí las continuas intervenciones en distintos conflictos internacionales como Corea, Vietnam y Cuba.

También hablamos de la carrera espacial que, en realidad, buscaba demostrar el poderío tecnológico de ambas potencias. Pero todo nos lleva a un punto crítico y clave en la Guerra Fría: la construcción de arsenales nucleares, armas cada vez más poderosas, y por ende, más destructivas.

La retórica de la Guerra Fría en donde Estados Unidos le tiene miedo a los rusos, y en Rusia tienen miedo a los norteamericanos, es como un ejemplo de ese sesgo donde ellos ven las armas como un modo de protección dentro de la tesis del Mutual Assured Destruction (MAD por sus siglas en inglés).

Esto quiere decir la “destrucción asegurada mutua”. Supuestamente, las armas nucleares te dan seguridad, pero es una cosa que los militares crearon para lavar el cerebro a estas sociedades y convencerlas de que debían tener armas nucleares.

Joseph Stalin y Harry S. Truman en la Conferencia de Potsdam / Foto: Getty Images

Los líderes que acceden al botón

Al inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania, a mediados de marzo de 2022, Donald Trump dijo en entrevista con Fox que si él fuera presidente, amenazaría a Vladimir Putin con un ataque nuclear. Y continuamente habla del poderío nuclear de Estados Unidos frente a Rusia. El discurso de Trump y varios, es que no utilizar un arma nuclear es sinónimo de debilidad.

Ahora bien. Varios medios en el país tomaron esas declaraciones con seriedad al reconocer que el empresario buscará la presidencia de Estados Unidos en 2024. “Hay varias razones por las que la reelección de Donald Trump para 2024 podría convertirse en algo terrible para la humanidad“, dice Bess Levin para Vanity Fair.

Pero no sólo es Trump ni Putin. Son la mayoría de los líderes que reconocen la existencia de las armas nucleares como una forma de amenazar y amedrentar a distintos países que no coincidan con sus ideologías o políticas. Y eso lo hace cada vez más aterrador.

El riesgo de un accidente por una decisión o una persona que además tenga inestabilidad mental, cómo podría ser Biden o Trump si es reelecto en el 2024, o Putin. Cualquiera de los presidentes. Todos están un poco chiflados. El punto es de que no puede ser que dependa de una sola persona la decisión de destruir el planeta.

Una sola persona puede destruir el planeta y eso es algo que solamente se va poder cambiar si hay un rechazo cultural colectivo y global en contra de las armas. Ya lo hemos hecho en el pasado. Por ejemplo, se prohibieron las armas químicas, ya no se puede usar napalm, las minas, se prohibieron los “cluster bombs” y las armas bacteriológicas.

Pero las armas más peligrosas y dañinas, que son las armas nucleares, todavía no se han prohibido. Es muy importante que haya una renovación de este movimiento antinuclear. Ahorita, un arma nuclear convencial es 500 veces más potente que la que se usó en Hiroshima, y es diez mil veces más grave que Chernobyl o Fukushima.

Con una sola bomba atómica que sea usada en Ucrania o en cualquier otro lugar, podríamos quedarnos sin abejas y vivir el resto de los tiempos con una crisis alimenticia y ambiental.

Una prohibición multilateral de las armas nucleares

Es increíble reconocer que entre los argumentos que promueven la creación de armas nucleares, impere una narrativa de racismo y discriminación. Lo que nos lleva a algunas reflexiones de Chomsky en relación al terror que un gobierno como el de Estados Unidos aplica en sus mismos ciudadanos.

Hablan de ser una potencia. Eso da pie a que al mismo tiempo, hablen de la constante amenaza que existe sobre ellos: alguien más vendrá a quitarte lo que tienes. Esto ha creado una especie de histeria colectiva que promueve la existencia y alcance de las armas (ni hablar del aumento de violencia por la compra y venta de armas), y en la que el arsenal nuclear toma relevancia por lo que representa.

Eso lo ejemplifica una cosa que dijo Bush (expresidente). Estaba dando un discurso contra Putin y dijo, “¿Cómo es posible que cualquier persona pueda decidir invadir Irak?”. Ese tipo de double standard de retórica en donde, por ejemplo, mencionan a Corea del Norte que tiene 20 armas nucleares mientras EUA tiene cinco mil.

Es una combinación de macartismo, racismo, imperialismo y militarismo que genera ese tipo de discurso. Digamos que precisamente por eso, decidimos llamar la campaña “Cero armas nucleares” o “Zero nukes” porque la idea es que no puedes decir que unos sí lo pueden tener y otros no.

Tiene que haber una prohibición multilateral y universal de las armas nucleares por el riesgo que conllevan. Y también por los trillones de dólares que podrían ser invertidos en energías limpias, salud, ayuda social, etcétera.

Víctimas de quemaduras en Hiroshima / Foto: Getty Images

¿Y la crisis climática?

Como mencionamos al inicio, hay muchas luchas que las sociedades deben librar. Una de las más importantes es la de la crisis climática para convencer (desafortunadamente) a los gobiernos a que tomen acciones globales.

Pero la cosa se complica cuando reconoces las implicaciones y la relación entre las armas nucleares y el cambio climático. Tanto en la detonación entre distintas pruebas, como en la producción de las mismas. Sobre esto, Pedro Reyes nos comenta:

Es una visión que se ha tratado de ocultar: la producción. Si no las usas, de todas formas son increíblemente dañinas solamente para su producción. Por ejemplo, la contaminación de uranio y de plutonio al excavar estos minerales que, además, se hacen en las reservas de los navajos.

O por ejemplo, lo sucedido en las Marshall Islands dónde se hicieron cientos de pruebas nucleares que equivalen a 7 mil 200 Hiroshimas que fueron detonados en medio del Pacífico. Están los contenedores de desecho radiactivo, y ahora que están subiendo los niveles del mar, es posible que se rompa el contenedor de concreto en donde se guardan y todo ese contenido radioactivo se vaya al agua.

Este es el crimen más grave que jamás nadie ha cometido. La radiación es el daño más permanente, irreparable y más pernicioso que jamás pueda concebirse y eso es lo que me intriga mucho, ¿por qué no hay suficiente indignación? Es algo que tal vez no hemos querido mirar en esa dirección, o que es un tema que vivimos con la falsa seguridad de que nunca va a ocurrir.

Concluye Pedro Reye sen relación a las implicaciones de la producción de armas nucleares en el medio ambiente

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