El uso de tecnología nuclear de Irán es uno de los temas más controvertidos de los últimos años. Hasta el día de hoy, Estados Unidos y las naciones occidentales mantuvieron una política de cero tolerancia al desarrollo de industria impulsada por energía atómica en aquel país. El pretexto es uno y la razón es otra: Irán es una nación con un claro proyecto islámico no alineado al modelo comercial ni político occidental lo que, argumentan, representa un problema de seguridad internacional. Lo cierto es, como suele ocurrir, que una nación islámica fuerte en medio oriente podría representar un estorbo comercial para los aliados de Occidente, encabezados por Arabia Saudita, cuya primacía en el mercado regional es protegida por Estados Unidos.

El cambio en la administración de Irán, ocurrido en 2013 con el triunfo del proyecto de “prudencia y esperanza” de Hasán Rouhaní abrió la posibilidad de un acuerdo entre Occidente e Irán que por fin logró aterrizar el día de hoy.

Irán se vio forzado a firmar un acuerdo en el que limita su uso de energía nuclear a cambio de que se levante el bloqueo comercial que mantenía al país al borde de la quiebra. Aunque el acuerdo aún no alcanza su forma final, que verá la luz en junio, deja asentados los fundamentos para un nuevo esquema de cooperación comercial que, véase como se vea, consiste en un triunfo de Occidente sobre el país musulmán.

Irán firmó el acuerdo con seis naciones (EE UU, Francia, Reino Unido, Rusia, China y Alemania) en la ciudad suiza de Lausana. Actualmente, Irán posee una capacidad nuclear que, en términos de tiempo, le permitiría construir una bomba atómica en entre dos y tres meses. En un lapso que no supere el 2025, la tecnología de Irán deberá verse reducida a tal grado que construir una bomba le tome al menos un año.

Para cumplir con el acuerdo de Lausana, Irán deberá reducir en más de dos tercios sus centrifugadoras de uranio, con las que se produce la materia básica cargada para producir bombas nucleares y desmantelará un reactor con el que podría procesar plutonio para los mismos fines.

Por su parte, Obama celebró el pacto, con el que “el mundo estará más seguro” y aseguró que se trata de “la solución más integral y que se extenderá por más tiempo”.

Naciones como Arabia Saudita e Israel, enemigos declarados del plan, han manifestado su incomodidad con el pacto, la primera por motivos comerciales, la segunda por su obsesiva cruzada de seguridad. Recientemente, el reelecto ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que establecer un pacto nuclear con Irán equivalía a dar armas al propio Estado Islámico.

En un gesto de conciliación más diplomático que efectivo, Obama ha prometido entrar en contacto con los jefes de Estado opositores al pacto y con los líderes republicanos que continúan escépticos.

Por otro lado, México y otros países ya ha subrayado y celebrado el  nuevo acuerdo.

Irán entró en un régimen musulmán tras la revolución que derrotara al Shah Mohamed Reza Pahlevi en 1979, cuyo régimen laico pero antidemocrático, tolerado por Occidente, agrandó las diferencias sociales hasta un punto insostenible.

Los puntos más importantes acordados hasta ahora son:

  • Irán acepta reducir sus reservas de uranio enriquecido de 10.000 kilos a 300 kilos durante 15 años y las centrifugadoras de 19.000 a 6.000. También se compromete a no construir ninguna instalación nuclear en ese plazo.
  • El uranio enriquecido se almacenará solo en la planta de Natanz. El resto será transportado al extranjero o diluido.
  • La instalación subterránea de Fordo será convertida en un centro científico de carácter civil y tecnológico. La investigación y desarrollo por parte de Irán será realizada de acuerdo con los plazos previamente acordados.
  • Estados Unidos y la Unión Europea levantarán las sanciones económicas y financieras a Irán cuando el Organismo Internacional de Energía Atómica verifique el cumplimiento de las condiciones y los plazos del acuerdo por parte de Irán. Si la República Islámica incumple cualquiera de sus compromisos, las sanciones volverán a entrar en vigor automáticamente.
  • Todas las centrifugadoras e infraestructura de enriquecimiento de uranio sobrantes quedarán situadas en localizaciones vigiladas por la AIEA. Ésta podrá emplear tecnología moderna y tendrá acceso prioritario incluso para clarificar problemas surgidos en el pasado.
  • Se promoverá y pactará la colaboración de Irán en esferas internacionales en materia de energía nuclear civil, investigación y seguridad nuclear.

@plumasatomicas

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