Uno podría pensar que en los tiempos en que cualquiera puede tener acceso a cualquier tipo de pornografía esta industria estaría viviendo su etapa dorada, pero no es así.
Y todo tiene que ver con que la gente está bajando su consumo de películas, y la renta de videos pornográficos, lo cual es natural ya que todo esto lo pueden encontrar gratis en la Internet. Internet nació como aquella red donde la gente comparte cosas y como ésta ha sido su filosofía desde su nacimiento hasta ahora, es muy difícil que los internautas se pongan a considerar pagar una película porno entera. Es por eso que han nacido propuestas como la nefasta ley SOPA.
En Internet, si de algo tenemos oferta es de sitios porno (aunque la oferta no es tan grande como nosotros creemos y algunas cifras escandalosas quieren aparentar) la mayoría de los sitios porno son tubes, páginas que nos pueden mostrar ciertas escenas en streaming (porque descargarlas también es algo que está cayendo en desuso) completamente gratis. Esto ha llevado a la bancarrota a algunas productoras porno y a otras las ha llevado a mermar drásticamente sus ganancias.
Parece que para poder acoplarse a los nuevos tiempos, la industria del porno debe verse creativa y debe ofrecer algo más que la imagen. Algunas ofrecen accesos a web cams exclusivas para espiar todo lo que hace una actriz porno o contactos con mujeres de otros países que cumplen los deseos de los espectadores. También se ha invertido en la animación 3D y en plataformas interactivas en las que uno escoge a los personajes y lo que realizarán.
Un producto como el de las películas porno en el cual en lo que menos se pone atención es en la trama es perfectamente reducible a sus escenas. En la actualidad, son contados los sitios que te ofrecen películas completamente acabadas en las cuales la historia es un plus dentro de la película, en vez de eso, son las situaciones las que nos cuentan algo de la historia o de la relación que estamos contemplando, por ejemplo, ya no buscas una película con un título, buscas películas de repartidores, de enfermeras, amateur, las de engaños, las vouyeristas, etc… Además de que los sitios de porno han hiperespecializado la larga oferta en categorías como: chichonas, gordas, negras, latinas, enanas, MILFs, pelirrojas, rubias, Gilfs, y un sinfín de categorías que podrían ponernos a pensar en una categorización un tanto racista.
Esto tiene una doble explicación, por un lado, el porno es una extralimitación de los discursos dominantes, es la representación en película de los límites de la racionalidad machista, racista, clasista, etc. Un sueño del hombre estereotípico en el cual todas las mujeres están deseosas de ser penetradas y gritan de alegría con sólo ver un pene (y casi cantan y brincan cuando las penetra uno). Cosas que están completamente alejadas de la realidad (y no digo que a las mujeres no les gusten los penes, lo que digo es que una relación sexual como las del porno no están basadas en algo real –y no deberían ¿por qué?–). Para verlo más claro, en la pornografía gay pasa lo mismo. Así como en la heterosexual todas son mujeres quieren ser penetradas (y ya que pasa, extrañamente, están satisfechas) en la gay todos los hombres quieren experimentar con otro hombre (profesores, jefes, empleados, amigos, amigos del hermano, hombres casados, jardineros, mayordomos, masajistas, deportistas, TODOS).
Además de lo anterior, el porno es algo dirigido principalmente a la vista, si sólo vamos a tener contacto con la pornografía a partir de la vista, ¿no es lo más normal que la mayor parte de las categorías tengan que ver con cosas visibles como la piel, el cabello, la forma del cuerpo?
Esto también es más visible en la pornografía gay en la cual hay categorías basadas en la cantidad de cabello, la musculatura (si son fofos, osos, musculosos, flacos, etc.) o la edad del cuerpo en cuestión (aunque a veces no corresponde con la edad real del actor).
Pero con la Internet, las clases menos privilegiadas ya tienen acceso a la pornografía (cosa que hace cientos de años, incluso menos, era un artículo de lujo reservado para los ricos y poderosos). De esta manera es que todos nos topamos con esas irrealidades pornográficas, las cuales no están mal, la mayor parte de las construcciones culturales parten de las extralimitaciones del discurso dominante (muchas veces para hacer una crítica), el problema viene cuando uno confunde lo que ve con la realidad.
Mujeres y hombres con el sexo exagerado (no son solamente mujeres sexuadas como todas las demás, sino que tienen los senos abultados, usan un cierto tipo de ropa que grita «mira soy una mujer que coge», el trasero, los penes monumentales, etcétera) son una construcción cultural que distan muchas veces de lo que realmente existe (no hay que negar una especie de pornificación de la cultura en la cual esas exageraciones del sexo las vemos de igual manera en las actrices de las telenovelas, en los programas familiares, en los periódicos, en los concursos de belleza, en las modas, las lobukis y reguetoneras, así como los mirreyes y reguetoneros también se visten el sexo y a veces lo transgreden).
Esto es más transparente en el Hentai, en el cual la historia siempre es algo fuera de lo concebible y es la excusa para el número de escenas en las cuales aparecen mujeres que prácticamente son senos.
Además de la exageración del sexo en el cuerpo, en el porno debemos ver que los comportamientos y relaciones que existen entre hombres y mujeres con ellos mismos y el cuerpo de los otros es muy distinto de lo que uno se va a esperar en la vida real.
Después de todo esto, no podemos sorprendernos de que a una minoría de mujeres les guste la pornografía tradicional, casi todas está dirigida a los hombres, como decía una feminista pornógrafa: el porno mainstream es la historia que un pene le cuenta a otro pene para que se excite.
No es de extrañar que muchas veces las chicas recurran al porno gay (que es la historia de un pene a otro pene pero en la que por lo menos se preocupan por que los hombres sean guapos, a diferencia del porno tradicional en el que ponen a una mujer buenísima y a un hombre que llega a ser increíblemente gordo y viejo –si es que le sale la cara–), o que recurran al YAOI (que tiene varias divisiones pero que en su versión más tradicional es un hentai en el que los protagonistas son hombres. Lo interesante aquí es que ambas figuras de autoridad en el discurso machista se ven puestas en jaque al tratar de tener una relación entre sí. Además de que los dibujos manga son extremadamente estilizados, el género ha evolucionado a variantes más psicológicas y es extremadamente popular entre las mujeres, sobre todo en Japón, país con valores machistas muy tradicionales).
Esos han sido dos escapes, pero también hay gente que ha decidido hacer sus propias películas porno (algunas muy parecidas al softporn) y otras mujeres (y hombres) que han generado cosas tales como el post-porno o el porno-terrorismo.
Las últimas dos obedecen a una cierta lógica que ha tenido el porno tradicional también, pareciera que el porno no es sólo cosa de excitar sino también de mostrar una imagen que va más allá de lo tolerable o lo permisible.
Están ahí las historias de Sade, y están también las películas que son una extralimitación casi hacia el sin sentido, como en pornos extrañísimos como el de la película de E.T. . Pero también hay extralimitaciones que transgreden las conductas sexuales del discurso dominante, como las películas y performances post-porno que ya no excitan sino aturden, causan otro tipo de reacciones al espectador al mostrarle perforaciones, tocamientos entre mujeres que exploran la sexualidad femenina de una forma muy distinta a los clásicos videos de lesbianas hechos por y para hombres (que distan de la realidad sexual lésbica).
El porno es sólo hacer explícito y exagerar lo que el discurso de nuestra cultura tiene implícito, es por eso que representando siempre lo mismo, nosotros nos seguimos excitando (son cosas, al final, aprendidas), lugares comunes (tópica en términos retóricos) que sirven para eso, para sentir empatía, para entender y sentir lo que se nos está mostrando. Sólo hay que echar un vistazo a algunos de los géneros (todos tienen que ver con relaciones de poder) está el doctor y el paciente o la doctora y el paciente, el jardinero y la señora de la casa, el amigo y la mamá del amigo, la maestra y el alumno (o al revés), el jefe y la secretaria, el amigo o el cuñado, y la esposa del mejor amigo-o hermano, etcétera, estos mismos tópicos han existido por generaciones.
Así, la experiencia del porno en Internet ha ido cambiando y seguirá cambiando (por ejemplo con algunos utensilios que se han inventado para conectar a la computadora y experimentar sensaciones que acerquen más a uno con lo que está observando) el desarrollo de la experiencia pornográfica con la Internet.
Además hay otras formas de tener contacto con tus actores o directores (incluidas directoras) porno favoritos, puedes hasta seguirlos en Twitter, lo que sea para tener una experiencia distinta (y no dejarlos sin chamba por supuesto).
Pero, si bien, la industria pornográfica debe cambiar a causa de la Internet (si quiere sobrevivir), esto no deja a un lado que los videos pornográficos que existen sean vistos por millones de personas, lo cual seguro ha cambiado las relaciones de las personas y el mundo (para empezar, desde los perfiles de ligue en los cuales parece que todos fueron en el pasado actores porno o algo por el estilo) y así con otras cosas (seguro más de uno quiere probar lo que ha visto en Internet con su pareja), la cosa es que no hay que olvidar que la pornografía es la extralimitación del discurso y que no tiene que ver con la realidad, es el sueño guajiro del macho ideal, así que no sería sorpresa que mucha gente se viera frustrada al no conseguir los gritos (o mínimo el placer) que consigue el protagonista de su escena (ya no película) favorita.