Por Diego Castañeda

Probablemente la mayoría de las personas no lo sepa, pero durante la última semana la Ciudad de México se ha vuelto la capital mundial de la economía. Es el lugar donde, por estos días, se concentra la que quizá es la mayor cantidad de mentes con conocimientos avanzados sobre la economía. La razón es que la ciudad y el CIDE fueron elegidos para hospedar el congreso mundial de la Sociedad Internacional de Economía (IEA), también conocida como las “olimpiadas de la economía”, ya que ocurre cada tres años desde 1950.

El congreso tiene el propósito de juntar a algunas de las mentes más brillantes de la economía –premios Nobel, ganadores de la medalla John Clark Bates, investigadores reconocidos jóvenes y no tan jóvenes – con el propósito de discutir el trabajo más reciente que realizan, identificar la frontera del conocimiento económico en las distintas áreas de la economía. Por ejemplo: economía laboral, desigualdad, crecimiento económico, pobreza, comercio internacional, economía del comportamiento, por mencionar algunas.

Poder asistir a semejante reunión no es fácil, aunque es un evento sumamente cotizado para los economistas más devotos.  Asistir a estos congresos tiene un costo entre 250 y 420 dólares el boleto (más los costos de hospedaje y transporte); a cambio de esto todo, se tiene acceso a 5 días de paneles, conferencias y cursos, comidas incluidas y una que otra gala en algún hotel de lujo de la ciudad. Hasta este punto muchos pensarán que no tiene la menor relevancia salvo para los nerds de la economía; sin embargo, no es así.

Teniendo oportunidad de participar en este congreso y algunos de sus eventos relacionados, como la reunión anual de la iniciativa de jóvenes académicos (Young Scholars Initiative) del INET (Institute for New Economic Thinking), la conferencia de Rodrik en la Cámara de Diputados y algunas de las sesiones plenarias del mismo congreso (sin tener que pagar algo gracias a las invitaciones de amigos y/o agrupaciones en las que participo), resulta bastante preocupante la poca participación de jóvenes mexicanos y el casi nulo interés de la prensa. México es la sede de un evento muy importante y casi nadie se entera o se beneficia del mismo.

Foto: diputados.gob.mx

México es un país con un número importante de estudiantes de economía y un numero mucho mayor de estudiantes de ciencias sociales para los cuales estos temas son relevantes. Para muchas de estas personas los costos son prohibitivos, pagar un boleto que puede llegar hasta los 10 mil pesos (el equivalente al salario mensual promedio de un recién egresado de la universidad y la mayor parte de la población gana menos que eso)  para escuchar a algunos de sus héroes de la vida real. Tristemente, los medios hacen un esfuerzo muy pequeño o casi nulo por acercar la información a estos grupos que pueden tener interés.

El hecho de que un congreso como el de la IEA llegue a un país hace que la economía de ese país enfrente gran escrutinio, es sujeto de análisis y crítica de muchos de los asistentes; sobre todo en el contexto especifico de México respecto a temas como el TLCAN. Las personas que asisten –muchas de ellas con posiciones destacadas tales  como  investigadores, profesores, funcionarios de bancos centrales y organismos internacionales– tiene el efecto de que sus opiniones sean muy escuchadas en el mundo. Los posiciona de forma especial para opinar en entrevistas o columnas sobre lo que ven en el país que los hospeda y las opiniones de lo que observan en México son opiniones encontradas.

De esta manera, no es casualidad que en las noticias de los últimos días se viera con frecuencia las opiniones sobre México de Joseph Stiglitz  (premio Nobel de economía de 2001) alertando sobre el TLCAN y sus dificultades, de George Akerlof (premio nobel de economía también del 2001) sobre la necesidad de regular mejor a los mercados, de economistas mexicanos como Santiago Levy, intentando explicar por qué México no crece o de rockstars de la profesión como Dani Rodrik recomendando hacer política industrial para el siglo XXI y dejar de poner toda la esperanza en reformas y más reformas.

Joseph Stiglitz

Todas estas figuras y otras tantas están en México y muchos de ellos prestan atención a nuestra economía. Por esta razón la presencia de un congreso como éste también se vuelve una oportunidad para que los funcionarios públicos de nuestro gobierno, los secretarios de las ramas relevantes para estas reuniones, como la Secretaría de Hacienda o la de Economía, hablen también sobre la economía del país.

Un evento como éste es relevante más allá del gremio de economistas porque es una oportunidad para aquellos no tan familiares a este campo de darse cuenta de las profundas diferencias que existen entre las opiniones que se tienen entre los distintos puntos de vista de la economía y las diferencias que existen hacia adentro de la profesión sobre el estado de la economía mexicana. Es común encontrar que los ponentes del congreso critiquen las posiciones de los funcionarios del país anfitrión. Es normal que se discuta a mayor profundidad sobre los problemas económicos del país. Pero esta discusión suele quedar atrapada en un pequeño circulo de asistentes.

En Geekonomía he criticado cómo los medios de comunicación, sobre todo los especializados en economía, en muchas ocasiones hacen un trabajo deficiente al cubrir las discusiones relevantes. No hacen las preguntas necesarias para que en la opinión pública se den debates informados. Lo mismo ha ocurrido esta semana, más allá de algunas declaraciones, los momentos más sustanciales, de mayor profundidad y por ende los más útiles para la opinión pública, no han tenido oportunidad de ser discutidos por quienes no asistieron.

Este viernes es el último día del congreso de la IEA, después de decenas de paneles y conferencias y montones de conversaciones entre algunos de los más prominentes economistas del campo (y libros autografiados y pláticas de mucho aprendizaje), poco le ha dejado al país en términos de discusión pública; no obstante, es una nueva oportunidad para hacernos reflexionar sobre la forma en que se cubren y se discuten los temas importantes de la economía.

Por esta razón, en Geekonomía, a lo largo de las siguientes semanas se discutirán algunos de los temas de estas conferencias que son relevantes para la discusión pública en México: la política industrial, las causas de la falta de crecimiento, el TLC, la regulación de mercados, la desigualdad y otros tantos asuntos que se tocaron en los paneles o en las conversaciones que pude sostener con los participantes.

Por una semana se ha discutido en México más economía que en cualquier otra parte del mundo, es necesario continuar estas conversaciones afuera, donde todos podamos tener un entendimiento mayor sobre los retos y oportunidades que enfrenta el país.

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Diego Castañeda es economista por la University of London.

Twitter: @diegocastaneda

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